CAPÍTULO 5

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—¿Puedes sacar tu trasero de mi auto?.—Fruncí el ceño.

—No hasta que me digas que puedo ir contigo a la fiesta.

—¿Estabas escuchando toda nuestra conversación?.—Crucé los brazos, arqueando la ceja.

—No pues, es que tú y tu amiga no hablan tan bajo que digamos, ¿Ves ese edificio de allá?. —Señaló un edificio muy hermoso, que pertenecía a un banco.

—Sí, ¿Porqué?.

—Bueno, hasta allá las escucharon.

—Que payaso eres.— Puse los ojos en blanco.

—Lo sé, Ahora... ¿ puedo ir contigo?.—Preguntó nuevamente.

—No sé todavía si voy, así que puedes ir con Susana.— Camine hacia la puerta del conductor y la abrí esperando que saliera.

—¿Porqué no piensas ir ?.— Salió, quedando en frente mio, como siempre tuve que mirar hacia arriba de lo alto es que es.

—No me gustan las fiestas.

—Que aburrida eres.

—Gracias.—Sonreí falsamente.

—De nada. —Sonrió igual.

—¿Qué hiciste con el chico que estaciona los autos?.

— Pues solo le pedí la llave de tu auto. — Se recostó a mi carro.

— Vaya... que seguridad la de este lugar. ¡Quita tu trasero de mi auto!.

—Se te olvida que soy el dueño de esta empresa y todos lo saben. Solo le dije que me llevaría tu auto y me lo dió. Y no me quitaré hasta que me  digas que vamos a ir a la fiesta.

—¿Porqué actúas así?, hace un rato estabas enojado y ahora actúas como si te hubieran inyectado paciencia.—Puse los ojos en blanco.

—Quiero ir contigo.

—¿Para qué? .—Ya me estaba colmando la paciencia.

—Debo cuidar a mi jefa de que ningún loco que ande por la calle le haga daño, ya que me quedaría sin empleo, sin dinero y ¿Quién va a mantener a mi futura familia?. —Actuaba demasiado extraño, no parecía ser Harry.

—¿Estás borracho?—Le miré extrañada

—Claro que no.—Respondió.— Estoy cuerdo

—¿Drogado?.

—No que yo sepa, ¿acaso me drogaste tú? .—Revisó sus brazos ,imagino que para ver si tenía marcas de que fue  inyectado. 

—Claro que no, pero tal vez tus amigas sí, adiós. —Me subí al auto y cerré la puerta, aún Harry seguía parado, bajé el vidrio de la ventana . —¿Esperas quedarte allí?.

—Sí, hasta que me contestes si puedo ir contigo a la fiesta.

—Adiós. —Subí el vidrio y arranqué el auto y conduje hasta mi casa, dejándolo parado como tarado en el estacionamiento.

¿MI JEFE ME INTIMIDA? Where stories live. Discover now