Capítulo Dos, la formula perfecta

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A quinientos metros de allí, Gema brincaba dentro del metro, esperando a que avanzara más rápido. "Pinche virgen" pensó.

En ese momento Monir apartó la vista de Joana y la jaló hasta la salida del departamento, justo como había entrado. Ella pensaba que le robaría un beso, el momento perfecto desperdiciado.

"¿Qué le sucede?" se dijo Joana.

No entendía a Monir en ese momento. Quería besarla, y él era de los chicos que obtienen las cosas por el brillo de sus ojos y su sonrisa espléndida con fuerza de mil mares, ella también quería hacerlo, ¿entonces porque no simplemente tomó lo que quería?

—Ten la llave —le tendió la llave. Sus manos separadas, ya no unidas.

Monir la acorraló en la pared antes de sacarla por completo del departamento. La miró a los ojos, esperando a que ella hiciera algo. Pero no sucedió nada por parte de Joana que era bastante caprichosa con su ego. Él sonrió enormemente y le plantó un beso en la mejilla.

—Vete antes de que se despierte mi abuela —susurró.

Gema estaba ya a una esquina de llegar a la heladería cuando Joana bajaba las escaleras del edificio con el cachete aún hormigueando.

—Pinche Joana —dijo Gema falta de aliento— yo que vine corriendo y ella...

Suspiró.

—Bueno —se acomodó la mochila— conste que yo llegué temprano.

Joana había llegado media hora tarde. A la heladería. Con los cabellos negros cayéndose de sus orejas. Su amiga le reprochó, momentos después se quedó callada hasta que ratificó que ella siempre llegaba tarde y que Joana había hecho lo mismo. Tal vez podía disculparla por esa vez.

—¿Cómo te fue con el grosero? —Preguntó Gema, mientras lavaba las cucharas para helado.

—Bien.

Gema se rió.

—No te creo pinche Joana.

—No me creas, —dijo muy digna, volteando la cabeza para no verla— ¡Animal! Me salpicaste con el agua.

—Que delicada eres —Gema se secó las manos en el delantal— pero entonces ¿cómo te fue?

Joana se sentó en un banco cerca del escaparate con los precios.

—Pues llegué y me invitó a un fiesta...

—¿Y luego? —Exclamó Gema cuando después de un tiempo Joana no dijo nada. — Pinche Joana ¿me vas a dejar así? Tengo que saber desgraciada.

—Joana.

Era el nieto de la señora Rasmy el que había entrado en la heladería y miraba a Joana como si se tratara de lo único que había.

Joana se arregló el cabello de la coleta de cabello y se levantó del banco.

—Ehi. —Dijo Joana mientras levantaba la mano en forma de saludo.

—Quería decirte algo. —Balbuceó Monir a duras penas.

Gema se quedó tiesa, ¿qué acababa de pasar el día de ayer? ¿Cómo había sido más delicado con Joana que con ella? ¿Por qué a ella y no a Joana? ¿Por qué Joana tuvo suerte con él y ella no? Quería saber que era lo que había pasado ayer. Pero... ¡ah! Joana siempre se detenía en las mejoras partes de las historias.

Joana salió y se sentó en las mesas de afuera, junto a la puerta de la heladería. Monir la imitó, sonreía cuando hablaba con Joana. Como si ella fuera algo espectacular, tanto como para ponerse feliz tan solo con verla.

SENTIMENTALWhere stories live. Discover now