Capítulo XIV

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La joven trabajó en el cuadro varios días, intentando capturar la esencia de Julianne en aquel lienzo. Esas noches pensaba algunas veces en desposar a su esposo para así poder calmar el fuego ardiente de su vientre. Pero lo desechó sabía que eso no apagaría nada porque la única que podría hacerlo era Julianne. Los acercamientos de ambas se habían hecho más activos, roces y miradas.

Mientras terminaba el decorado del lienzo en su alcoba, su esposo la observaba desde la enorme cama.

—Deberías venir a dormir — pidió viéndola de arriba a bajo.

—Ya voy — soltó el pincel y empezó a caminar hacia el baño.

Minutos después se encontraba acostada en la cama junto a su esposo, quien la observaba como un tesoro.

—Sería estúpido dejarte de ir — murmuró sobre los labios de ella — te amo con todo mi corazón y voy a conseguirlo cariño — acarició su mentón.

Besó sus labios despacio y acarició su mejilla.

—Buenas noches — le sonrió cansada y se dio la vuelta.

—Buenas noches cariño — enredó las manos en su largo cabello chocolate.

El caballero se movió repetidas veces en la cama hasta que decidió abrazar a su esposa, rozando así su erección. Selena suspiró cansada, sabía que en algún momento tendría que enfrentarlo.

—¿Aun duermes? — susurró en su oído y ella permaneció en silencio y sin moverse ni un centímetro — Te deseo, te deseo — besó la nuca de la joven y se mantuvo presionando su cuerpo contra la joven.

Y comprendió, que su vida se estaba yendo al caño y que en cualquier momento tendría que desposarlo. Y odiaba la idea, y quizás estaba un poco loca, y quizás lo que su corazón le mandaba hacer era una locura, y solo tal vez debía obedecer a su cabeza pero ¡rayos!, ella no obedecía órdenes de nadie y eso incluía su propia mente. Cuando la mañana cayó, los rayos del sol se adentraban por la ventana iluminando la alcoba haciendo que se despertarán. El joven abrió sus ojos e intentó acariciar a su esposa pero el lado de su cama estaba vacío y frío.

Julianne se mantenía distante de la joven, solo la observaba de vez en cuando.

—Julianne — llamó Selena y la morena giró — quiero hablar contigo, en privado — empezó a caminar y la morena la siguió.

Se alejaron de la casa, tanto que no se podía ver desde su posición, el paisaje solo lo adornaban muchos árboles amarillentos y naranjas de fondo, el pasto cafesoso que les llegaba por la rodilla, las nubes enormes blancas y ese cielo azul alegre, la joven se sentó encima de las hojas y observó el paisaje un momento, el viento empezaba a soplar débil anunciando que el verano había pasado y empezaba el otoño, la joven no se adentró al pequeño bosque.

—¿No te parece hermoso? — preguntó y sonrió — mira esos colores en los árboles, amarillo, café y naranja ¿Ves lo hermoso que puede ser la vida?, y el paisaje es tan tranquilo, las hojas vuelan en el aire dispuestas a ir dónde el viento las lleve, confiadas y decididas; quizás las personas deberíamos ser así. Decididas y sin miedos — la miró expectante.

—La vista es hermosa ama — Julianne la vio repetidas veces.

—Quiero terminar la pintura, y espero no te moleste si la vendiese — comentó concentrando su vista a los árboles grandes.

Sonrió —No, usted puede hacerlo — respiró profundamente.

Y antes que se pudiera arrepentir o pensar en las consecuencias, posó sus manos en las mejillas blancas y rosas de la chica, y sin permiso posó sus labios contra la joven quien la recibió con un suspiro y posando sus manos en la cintura de la morena.

Buscando El Arcoíris |Selena Gomez| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora