»Capítulo uno: Encuentro;

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— Buenos días, ¿en qué podemos ayudarlo? —saludó con un ligero cabeceo de la cabeza mientras de fijaba cómo el hombre extranjero iba chequeando el interior.

El capitán respondió al saludo de la misma manera y analizó unos segundos algunos frascos y plantas que yacían en estantes antes de responder.

— Bueno... sé que no es común, pero ¿tendría usted algo que me proporcione algún efecto estimulante en el cuerpo?

El hombre lo miró perspicaz. Lo analizó unos segundos más entre confundido y alerta. Parecía un viajero común, pero había aprendido que todos daban esa apariencia al principio.

— Me explico, señor—se precipitó el capitán ante la extrañeza del hombre—. Mis intenciones son puramente médicas. Me hospedo en la casa de la señora Mei, ¿la conoce?—el hombre asintió—. Soy aprendiz de un curandero de las montañas. He aprendido todo lo que he podido, pero ahora estoy experimentando por cuenta propia...

Pese a que no creía del todo su historia, el hombre ofreció a Choi algo de ginsen y fue en ese momento cuando vio de alguna parte, salir a Chin Mae. Hizo contacto visual unos segundos con el vendedor antes de fijar la mirada en él. No hizo comentario alguno.

— Gracias por su amabilidad. Vendré en otra ocasión de ser que necesite más de esto—despidióse afable y salió, dejando atrás el eco del sonido del adorno.

El capitán avanzó lento y despreocupado ante la silueta delgada que le pisaba los pasos. Se internó en una especie de centro de comida y esperó a que el hombre debatiese si era adecuado entrar. Pidió algo de arroz, verduras y carne y una botella de alcohol cuando sintió un peso sobre la otra silla. Sonrió para sí.

— Lo has pensado muy bien viniendo a este país o puede que debas una suma muy fuerte—sonrió el hombre algo perverso, a la vez que masticaba sin cuidado un pedazo de carne asada—. No tienes hombres a tu mando, ¿por qué será?

El capitán mostró un semblante serio.

— Pero tampoco es como si a ti te fuese mejor, viejo—le sirvió algo de alcohol, haciendo omiso caso a sus ojos que despedían tirria—. Tratado como esclavo para unos idiotas ladrones. ¿Cuánto te pagan? No parece lo suficiente, porque le debes a la casera más de tres meses. Ser rebajado del título de "genio" por esas magnificas piezas que hacías, pero—levantó la mirada y la fijó en la contraria—... Podríamos hacer un trato.

— ¿Qué necesitas?

— Información, necesito ganarme al rey—levantó los hombros y bebió de su vaso.

— ¿No confías demasiado en mí? Trabajaba para tu padre, pero tú...

— Mi padre creía mucho en los nombres—en los labios se le dibujaron una sonrisa con un tinte de pena— Chin Mae. Verdad... ¿Podría añadirle también lealtad? Es por eso que no has progresado en esta vida

El hombre negó con la cabeza antes de contestar.

— Jamás has tenido respeto por los mayores ni por tus mentores, Minho.

— Una pena, yo no voy con normas, profesor...

Chin Mae dejó que sus pulmones expulsaran pesadamente aire. Un conflicto interno surgió en su mente antes de contestar, pero ciertamente su ex-pupilo tenía razón al decir que jamás podría llegar demasiado lejos con esa cualidad de servicio a la familia a la que en sus años más gloriosos había servido. Aun así, atribuyó más a la falta de dinero su decisión final. Se tomó su tiempo al servirse un poco más de ese alcohol en su vaso y dejó que la bebida quemase la garganta.

— Bien. Tenemos un trato.

El capitán sonrió ampliamente. Podía ya oler su tesoro.

***

Sobre el azul - 2min&JongKeyWo Geschichten leben. Entdecke jetzt