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Tweek

Las clases estaban por concluir y podía notarse, los alumnos estaban haciendo de todo menos prestarle atención al profesor, quien se dedicaba a gritar y golpear el borrador contra el pizarrón para llamar la atención, algo que no funcionaba del todo.

Mientras mis compañeros gritaban y hacían de las suyas, yo me dedicaba a hacer dibujos y garabatos en la parte trasera de mi cuaderno, ignorando todo, como se me había vuelto costumbre.

— Hey, Tweek — había escuchado a mi compañero llamarme.

— ¿Q-Qué pasa, B-Butters? — levanté la mirada al rubio frente a mí.

— E-Eso te iba a preguntar, has estado raro durante el día — ladeó un poco el rostro.

— Nada — negué.

Era algo obvio que estaba mintiendo, el tic en mi ojo me delataba. Claro que Butters entendía, no volvió a preguntar, sabía que yo no quería hablar de "eso" ahora.

— Sabes que a-aquí estoy para lo que n-necesites, amigo — sonrió.

Le respondí con una sonrisa similar, notando que su preocupación había disminuido.

Amigos como Butters eran los que me hacían regresar a la escuela pero, también estaban "ellos", los que me arruinaban el día, haciendo que me sintiera un estorbo.

Una falla...

El timbre de salida finalmente sonó, provocando que todos se amontonaran en la puerta para huir a sus casas. Parecían vacas en una estampida o algo así.

Reí ante ese pensamiento.

— ¿Qué es lo que te causa gracia, idiota? — la voz de uno de ellos me asustó.

— ¡Ah!, D-Damien... N-No es na-nada — mis temblores se volvieron más intensos, sentía que mi corazón estaba a punto de explotar por el miedo.

— Ok, vale... — tomó mi mochila. — Buen fin de semana, idiota — volteó la mochila, haciendo que todo lo que estaba dentro cayera y se esparciera en el suelo.

Apreté la orilla de mi camisa, luchando porque las lágrimas no salieran. El azabache pateó una de mis libretas y se fue de ahí, escuché las risas de mis compañeros que se quedaron a mirar el espectáculo.

Me agaché y comencé a recoger mis cosas, metiéndolas con cuidado en la mochila.

Ya estaba acostumbrado a este tipo de tratos, los venía aguantando desde la primaria, pero fue hasta la preparatoria que las cosas habían empeorado.

Antes sólo debía aguantar los insultos del gordo de Cartman, pero no era tanto, mis amigos estaban ahí y me defendían.

Ahora, en la preparatoria, se habían unido Damien y Trent a la lista y, lo que me acababan de hacer, no era ni una pizca de lo que ocurría normalmente.

— ¡Tweek! — Butters se acercó a mí. —, ¿q-qué ocurrió ahora?

— D-Damien... — susurré. —, no es nada...

No me atreví a levantar la mirada, sabía que Butters me diría algo como: "Tienes que decirle a alguien", "Esto no está bien". Preferí continuar con la cabeza baja.

El rubio me ayudó con mis cosas y se quedó conmigo un rato más, esperando a que todos en la escuela se fueran para poder salir.

Si alguien se quedaba conmigo, entonces nadie podría hacerme algo... Eso era lo que me molestaba.

Tenía que depender de los demás.

Realmente era una falla.

Craig

Rolling [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora