Capitulo 4: La vista exótica del ventanal

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Aguanté la respiración mientras volvía a erguirse, alzando sus labios en una pequeña sonrisa de satisfacción. Luego, entró a su habitación y cerró la puerta en mi cara.

Cuando bajé de nuevo las escaleras, fingí que todo había salido de maravilla con Theo y me dispuse a tomar mi comida para llevarla conmigo a la casa de huéspedes, pero Evan y su padre insistieron en que me quedara a cenar en la mesa y aunque sentía que Theodore debía estar aquí también, no le di más vueltas al asunto, había tenido mucho de él por un día.

El señor Patterson definitivamente se había ganado mi respeto en apenas dos días. No estaba segura si era por el hecho de que nunca había tenido una figura paterna y viéndolo a él siendo tan buen y considerado padre con Evan me hacía sentir extraña. Era una sensación de bienestar que nunca tuve estando con Alice y eso despertó mi interés en saber cómo era su difunta esposa. Pero ni siquiera me atrevería a sacar el tema en mi primer día aquí.

Mi día terminó estropeándose de nuevo al oír que no me encontraría con Letty todos los días, ya que como era verano y tenía que ir con sus hijos, solo vendría tres días a la semana para cocinar y dejar algunas cosas guardadas para después. Ahí se iba por el caño la ilusión de tener a alguien adulto y agradable con quien hablar además de William.

***

Dormí como un bebé, la cama era mil veces más cómoda que la mía, esos que dicen que no había lugar como el hogar estaban equivocados, no había dormido así en mucho tiempo, sin tener que escuchar a mis vecinos discutir en su porche, o despertarme a las cinco de la mañana porque Alice volvió a atascar máquina de café.

Mis ojos se abrieron molestos por la claridad y me giré para ver el reloj de mi teléfono. Eran las nueve de la mañana, y el sol veraniego estaba atravesando sin piedad el lindo ventanal frente a la gran cama donde me encontraba. En cualquier otra situación me hubiese dormido otra vez, pero siempre quise tener una habitación con balcón para poder despertarme, pararme ahí en las mañanas y tomar aire fresco. Mi casa ni siquiera tenía una segunda planta.

Casi me olvidaba que estaba en una especie mansión y que la casa de huéspedes quedaba justo detrás, atravesando el jardín trasero, donde ahora contemplaba las exóticas flores y los increíblemente verdes arbustos. El lugar era en serio hermoso.

Alcé la vista del paisaje y enseguida me encontré a lo lejos con un ventanal mucho más grande que el mío. Hacía un segundo, las cortinas estaban cerradas, pero ahora, tenía claro y nítido acceso a una espaciosa y moderna habitación de chico. ¿La de Theodore quizá?

Theodore apareció en mi precioso panorama, respondiendo mi reciente pregunta. Esta mañana llevaba puestos unos simples bóxeres de cuadros y su tonificado torso estaba, de nuevo, desnudo. Una toalla color naranja colgaba de su hombro como si estuviese listo para ir al baño. Me esforcé por apartar la mirada, pero fue en vano.

Se detuvo frente a su cama y parecía en busca de algo; sin embargo, no pude agudizar mi vista para ver qué era exactamente. Pero lo que me tomó bastante desprevenida fue lo que comenzaba a hacer a continuación... él estaba quitándose sus bóxeres.

¡Por Jesucristo bendito y sagrado, tenía una clara vista de su trasero ahora mismo!

—Oh mi Dios. Oh mi Dios —expresé, desviando la mirada abruptamente en cuanto él empezó a girarse hacia la ventana.

Corrí dentro de la habitación y cerré hasta las cortinas. Mi corazón se encontraba acelerado y ya no necesitaba ningún café para despertarme. Ese suceso me había espabilado por completo.

Mientras me lavaba los dientes y me cambiaba el pijama, traté de olvidar a Theodore y su... trasero, aunque me fue un poco difícil, logré dejarlo atrás y hacer como si no hubiese visto nada.

Your eyes ©Where stories live. Discover now