II: Misión esencia de vampiro

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Después del suceso anterior seguí estudiando sobre las materias. Mientras camino por mi cuarto observo por mi ventana como mis dos hermanos se restriegan por el césped que está ahora lleno de barro ya que ha llovido estos días. Es lo que odio de ellos, entiendo que los animales lo hagan pero los licántropo son mitad humanos.

—Se creen que hay flores. — comento asqueada viendo como estos siguen restregándose en el suelo. Hago un sonido de disgusto —Dan asco. — susurro y me vuelvo a sentar en mi escritorio, pero siento una presencia cerca.

—Hacen lo que deben hacer los lobos. — exclama Anastasia entrando sin permiso a mi cuarto, me mira seria.

—Puedes hacer lo que se pegue la gana, pero... — hago una seña para que se aleje de mi cuarto. —Fuera de mi cuarto. — le ordeno y esta me mira retando mi autoridad. —Si no quieres que te rocié esto, otra vez. — amenazo tomando mi botella especial con seriedad.

—Eres un caso aparte, después de todo no eres una de nosotros. — comenta Anastasia y se gira. —Tal vez por eso sucedieron las cosas de hace doce años.

Me congelo al escuchar eso, pero dejo que se retire. Después de todo he logrado que se vaya de mi cuarto.

—Ya he ganado dos veces hoy, vieja. — expreso de todos modos logrando que se detenga por mi comentario.

—¿Que has dicho? — cuestiona cerrando sus manos por el enojo. Se gira y da un paso dentro de mi cuarto. —Dime lo que has dicho, demonio de Luna. — dice con tono autoritario y lleno de enojo.

—Esto. — digo sonriendo con malicia y le rocío el experimento en la misma nariz.

—¡Ah, ya me tienes harta! —grita hasta gruñir.

Contemplo en cámara lenta como su cuerpo empieza a ponerse peludo y escucho como sus huesos empiezan a sonar por su transformación. Su nariz se vuelve en un hocico grande y rugoso, sus dientes afilados sobresalen, sus manos se vuelven en unas enormes patas, su cuerpo crece mientras se trasforma dejando ver su pelaje negro como la noche. De su pecho sale un gruñido que hace temblar la casa advirtiéndole a todo el mundo que su bestia ha salido dejando a todos los seres que estén cerca de la casa en silencio. Sonrió sin tenerle miedo al ver como logro hacer que pierda la compostura.

—Atrévete. — la reto esperando a que de una pisada dentro de mi cuarto. —Solo atrévete a entrar nuevamente y te todo en tu cuerpo de perro sarnoso. — advierto haciendo que gruña desesperada al ver que no respeto su rango de alfa.

Por un minuto nos miramos a los ojos. Ambas no cedemos y no lo vamos hacer, Anastasia pierde la paciencia y entra al cuarto sin miedo. Ruedo mis ojos "Al parecer mis advertencias le entraron por un oído y le salió por el otro." Sin pensarlo dos veces tiro el frasco de cristal hacia el techo justo arriba de su peludo cuerpo, pero no cae nada... por ahora. Mi tía mueve la cola como la "ganadora". Sonrió contando los segundos, señalo hacia arriba y a los pocos segundos cae el líquido de mi experimento sobre su hocico. No olfatea por un segundo y ya se escucha el chillido de la gran alfa por toda la casa. Me acerco a ella y esta da unos pasos hacia atrás aturdida.

—¡Largo! — exclamo y le cierro la puerta en la cara. —¡Y te dije vieja! — escucho como vomita cerca haciendo que me entren ganas de vomitar a mí también, pero me aguanto. Busco por todo el cuarto un aromatizante y le riego. Inhalo el olor exquisito. —Ay que rico es esto. — comento relajándome por el olor del aromatizante.

Camino hacia la ventana abriéndola dejando ver a mis hermanos y prima asombrados por lo que acaban de presenciar. Hago una mueca y me giro evitando sus miradas asombradas. Tomo el libro que he hecho sobre plantas medicinales y me pongo a anotar los ingredientes de mi experimento. Tal vez asquea pero su olor puede acelerar la curación de traumas físicos en los licántropos e incluso animales. Desde pequeña me gustan los animales y ayudarlos, gracias a que mi bisabuela me enseño varias cosas sobre la naturaleza.

Alfa Iris: Buscando Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora