33. ¡A patearle el trasero!

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Narra Tessie

Puta Debrah, puta Debrah, ¡Puta Debrah!

Me daban ganas de estrangular ese sucio cuello suyo con tal de que se le borrara esa maldita sonrisa.

Ok, respira.... ¡Puta Debrah!

¿Qué hizo con Sara? Después de todo lo que la había hecho pasar... ¿No le fue suficiente? ¡Ella sólo queria estar tranquila! Todos estábamos furiosos, mirando el par de maletas al centro de la habitación y pensando seguramente en lo mismo, en matar a la sora.

-¿Qué le hiciste? -preguntó Nathaniel.

-Yo no le hice nada... -contestó Debrah-. Yo sólo la envío de vuelta a donde pertenece.

Nath hizo el amago de dar un paso hacia adelante para cerrarle la boca, pero seguramente recordó que no podía golpear a una mujer por más puta Debrah que fuera.

-Entonces, ¿Dónde está ahora?

La mirada de Debrah se volvió fría. Luego se giró y se sentó sobre el sofá aunque estuviera cubierto por la sábana blanca.

-Déjense ya de sus jueguitos... ella es mi hermana y por lo tanto yo decido si la llevo de vuelta conmigo -espetó-. No es como si ustedes le importaran.

-Te equivocas... -interfirió Nathaniel de nuevo.

-¡¿Entonces por qué dejó que vinieran hasta mí mientras ella tenía la oportunidad de escapar de nuevo?! -dijo con una sonrisa malvada.

-¿A, a qué te refieres? -balbuceó Rosa.

Debrah soltó una risa sarcástica y se levantó de nuevo.

-Sólo digo, que le hice un trato a mi hermanita... -nos explicó-; mi gatito a cambio de su libertad.

Miré a Castiel, quien como todos, estaba atónito. Debrah, sacó una radio del bolsillo de su pantalón y apretó el botón para hablar.

-Ya puedes irte... -le dijo a la radio.

El auto que antes escuchamos afuera, se oyó nuevamente, pero esta vez, fue como si arrancara y se alejara. ¿Qué había pasado? ¿Boo, nos traicionó? ¡¿Nos dejó en manos de, de Debrah?!

-Así que... Gatito, tengo en mis manos un papelito que me da la libertad de demandarte por lo que me hicieron; quiero de vuelta mis canciones, ¡mi trabajo! -lo miró fijamente-... A tí.

Su mirada destilaba odio puro, entonces dió unos pasos para acercarse a Castiel. Yo me interpuse sin saber exactamente qué hacer. Pero Castiel puso una mano sobre mi hombro y me movió del camino.

-No me defiendas, Tessie -me dijo-. Puedo hacer esto.

Sus palabras fueron inesperadas pero me aparté, confiando en que Castiel supiera manejarlo. Debrah terminó de acercarse a él, peligrosamente cerca.

-¿Entonces? -ella lo miró expectante.

Castiel no dijo nada. Lo que hizo fue abrazar a Debrah, sentí como mi corazón se aceleraba tratando de escapar de mi pecho para patearle el trasero a ambos. Cuando se separaron, Debrah me miró con esa sonrisa de complacencia pintada en su cara.

-Sabía que harías lo correcto, gatito...

Entonces se comenzaron a escuchar golpes en la parte de arriba, como si alguien estuviera pateando una pared o algo parecido.

-¡Basta! ¡Basta! -alguien gritó en el piso superior-. ¡No le crean! ¡Estoy aquí! ¡Ayuda!

-¡ Esa es Boo! -Laura le dijo a Nathaniel-. Hay que sacarla.

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