Algo en su fuero interno se había movido. ¿Era posible que le rechazase un representante? ¿No era tan bueno como para que le rechazasen?

Sin pensarlo dos veces decidió llamar a Paula, pero el teléfono estaba fuera de cobertura. Al oír la señal del buzón de voz, dejó un mensaje identificándose y pidiendo que le llamase.

Suspiró. La noche no iba a ser nada productiva, no tenía ganas de escribir y estaba algo cansado, la noche anterior había decidido darse un buen homenaje como "hombre en proceso de divorcio" y se había llevado a escondidas a la habitación del hotel a una de sus fans, tan insistente que le sirvió para olvidarse de sus recientes problemas y a la que horas después no tuvo que dar explicaciones para que no se hiciese ilusiones con él, pues estaba casada y lo que menos quería era que alguien se enterase de su desliz.

Estaba tan ensimismado mirando la nada que se asustó cuando Kate le llamó suavemente intentando que no se sobresaltase, consiguiendo justo el efecto contrario.

- Lo siento, no quería asustarte.

- ¿Ocurre algo? ¿Necesitas algo? -preguntó nervioso.

- No. Sólo quería darte el intercomunicador, mañana saldré a correr temprano e iré a trabajar, lo conectaré cuando me vaya y así podrás oírle si...

- ¡Ah! Bien, sí... - dijo levantándose y tomando el aparato que ella le ofrecía - ¿Saldrás muy temprano?

- Suelo salir sobre las seis, volver para ducharme, desayunar y estar en el trabajo antes de las ocho. Eso si no me llaman antes porque surja un caso...

- ¿Pueden hacer eso? - preguntó con curiosidad.

- No es que puedan, es que ocurre más habitualmente de lo que podrías pensar.

- ¿No tenéis turnos?

- Sí, pero cuando los detectives del turno están ocupados en otro caso, no queda más remedio de tirar del siguiente... O si aparece justo antes de mi turno...

- Vaya... ¿Y estás obligada a ir? - preguntó con verdadera curiosidad.

- Examinar lo antes posible el lugar y las circunstancias en las que está el cadáver en el momento que recibimos el aviso es crucial para comenzar la investigación.

Richard se dio la vuelta volviendo a su mesa y tomó un cuaderno.

- ¿Te importa que lo apunte? Ya sabes por documentarme.

- No... Supongo - contestó algo extrañada.

- Y... ¿En que consiste tu trabajo exactamente?

- ¿Cómo?

- Sí... Es decir... Vas, ves el cadáver...

Kate le miró desconcertada. ¿En serio quería que le contase que era lo que hacía en su trabajo? ¿Ahora? ¿Una noche de domingo? Si la hubiese entretenido con cualquier otra cosa, se quedaría encantada, pero sobre su trabajo...

- Bueno, si no te importa, sobre mi trabajo podemos hablar en otro momento, ahora quisiera descansar y...

- Claro, claro... Perdona. No me doy cuenta... Yo aprovecho el silencio de la noche para concentrarme y escribir y...

- Entiendo...

Kate se dio la vuelta para marcharse, pero se paró en seco y giró para mirarle.

- ¿Cómo has podido escribir el personaje de Derrick Storm si no sabes que hace un detective de homicidios?

Él la miró sonriendo.

- No me malinterpretes... Pero Storm no es una detective de Nueva York...

- ¿Crees que no es trabajo para una mujer?

- ¡Yo no he dicho eso! - se apresuró a aclarar.

Ella le miró entrecerrando los ojos.

- Buenas noches.

Richard la siguió con la mirada mientras salía de su despacho. Francamente le atraía esa mujer incluso con un pantalón de pijama y una camiseta. Bufó mirando el techo y decidió que lo mejor sería irse a la cama... Y mejor que lo hiciese ligerito de ropa, tenía demasiado calor en ese momento. Se quitó la camiseta y entró en la cama únicamente con el pantalón del pijama.

Conectó el intercomunicador y lo puso en la mesilla. En la pequeña pantalla no apareció nada, y entendió que sería porque ella no lo encendería hasta que se marchase por la mañana. Era una pena, porque si ella lo ponía cerca de su cama podría verla dormir... Sacudió la cabeza, no podía seguir teniendo esos pensamientos...

Kate subió la escalera molesta por las palabras del escritor. Al final iba a resultar que detrás de esa carita de niño bueno se escondía un idiota que pensaba que una mujer no sería capaz de soportar la visión de un cadáver y realizar bien su trabajo. Era una lástima que al final resultase ser un estúpido, porque le atraía demasiado y algo le decía que podrían ser buenos compañeros de cama...

Antes de meterse en la cama decidió fastidiarle un poco el sueño y conectó el intercomunicador. Si Robby se despertaba, él también lo haría. Sería una pequeña venganza.

Richard se sobresaltó al oír el ruido del aparato y se giró para mirarlo. ¿Sería posible que lo hubiese conectado? Para su sorpresa la imagen de la cuna del pequeño apareció ante sus ojos, y por suerte, también una parte de la cama de ella, que en ese momento se metió en la misma y se tapó con las sábanas. Sonrió. Si le estaba intentando fastidiar iba a seguir su juego. Podía ser divertido molestarse mutuamente, pero al final ella acabaría en su cama...

Observando en silencio el sueño de Robby, Richard se quedó dormido.

Le costó salir de su sueño y darse cuenta que el niño que lloraba era Robby, se incorporó de inmediato y miró la pantalla, Kate tenía al niño en sus brazos pero no parecía poder calmarlo. Salió de la cama y subió a la habitación. Mientras se acercaba seguía oyendo al niño llorar, incluso con más fuerza. Llamó suavemente con los nudillos y abrió la puerta, cerrándola tras de si para no despertar a Alexis.

- ¿Necesitas ayuda?

- Ha debido tener una pesadilla - dijo ella moviéndose con el niño en brazos.

- Puede ser, a Alexis le pasaba... ¿Tienes el biberón de agua?

Kate se lo señaló y él se acercó para dárselo. En ese momento la puerta se abrió dando paso a una Alexis de pelo revuelto y ojos casi cerrados.

- ¿Qué le pasa?

- Nada cariño - contestó Richard - anda vuelve a la cama.

La chica volvió a salir de la habitación sin decir nada más, casi como si fuese sonámbula. Kate la miró y después le miró a él.

- Mañana ni se acordará... Déjamelo a ver si consigo calmarlo.

Kate le traspasó al niño, no pudo o no quiso o quizá ambas cosas, tocar el pecho desnudo del escritor mientras le traspasaba al niño. Se fijo en él. No tenía nada de vello y tenía bien marcados los pectorales, al igual que la musculatura de sus brazos. Richard abrazó al pequeño y le dio de beber, consiguiendo que se calmase.

Si lo que quería conseguir era molestar al escritor con el llanto del pequeño, lo que había conseguido era sentirse como una idiota al notar como su cuerpo reaccionaba ante la visión que tenía delante. Un atractivo hombre bien musculado con un bebé entre sus desnudos brazos. Justo lo que la faltaba en ese momento...

Richard la miró sonriendo. Juraría que la había pillado curioseando con su mirada sobre su cuerpo, pero ella en seguida se movió disculpándose y entrando en el baño.

- Ella también me gusta ¿Sabes? - le susurró al pequeño.

La sentenciaWhere stories live. Discover now