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Atravesé corriendo la calle, había empezado a llover y había quedado empapada de agua de la cabeza a los pies.

Mi noche no había empezado de la mejor manera.

Me acerqué al club de Strippers, "Pinky Promise", era uno de los mejores de la ciudad, solo gente importante, famosa o adinerada podía entrar. El guardaespaldas que había en la entrada me saludo con la cabeza y me abrió la puerta, yo le dediqué una sonrisa y me adentré. Caminé por el pasillo, hasta llegar a la puerta del fondo, que daba a los camerinos. Saludé a unas compañeras y seguí mi camino hasta la última puerta, donde tenía mi propio camerino.

Una vez dentro, me quité la ropa mojada, me sequé con una toalla y me puse la lencería negra de encaje que había dejado mi jefe para mí. Se trataba de un sujetador, dos tallas más pequeño que la que solía usar, ya que así parecía que tenía los pechos más grandes, y una tanga, con el borde hecho de una fina línea. Me coloqué unas medias del mismo color, que me llegaban hasta arriba de la rodillas y me puse unos tacones de aguja rojos.

Me puse un albornoz y me senté en la silla que había delante del tocador. Me maquillé, solo me puse un poco de rímel, colorete y gloss en los labios. Era la más joven aquí, y según Marcus, el jefe, era a la que los hombres más deseaban, ya que me veía inocente, pura y virgen.

Alguien tocó a la puerta.

-Adelante.

La puerta se abrió. Marcus se adentró en la habitación con una pequeña caja roja de velludo en una de sus manos.

-Hola, preciosa-Sonrío-Alguien ha dejado esto para ti.

-¿Para mí?-Él asintió y me tendió la caja-No acepto regalos, ya lo sabes.

-Es un cliente habitual, quiere un baile privado contigo... Esto es solo un regalo, te va a pagar. Yo de ti lo aceptaría, si no te gusta puedes venderlo.

Agarré la caja, tenía curiosidad por ver qué se escondía dentro de ella.

La abrí.

Dentro había una fina cadena de oro.

Paseé mis dedos por encima. Seguramente era cara, pero estás cosas no me impresionaban, al contrario. Me parecía ridículo gastar dinero en cosas tan simples, en cosas que no tenían ningún tipo de utilidad.

Cerré la caja y se la tendí a Marcus.

-No aceptó regalos-Me encogí de hombros-Solo dinero.

-Se lo devolveré-Bufo-Arréglate el pelo, en media hora sales.

Asentí.

Marcus salió de la habitación, dejándome a solas de nuevo.

Empecé a arreglar mi pelo. Me lo sequé con el secador, ya que lo tenía mojado a causa de la lluvia, y me ondulé las puntas.

Cuándo estuve lista salí del camerino, en el pasillo había algunas compañeras, esperando órdenes de Marcus.

-Hola, chicas-Saludé cuando llegue hasta ellas.

-Hola, bombón.

Bella se lanzó a mis brazos, haciéndome tambalear con los tacones, pero por suerte ninguna de las dos nos caímos al suelo.

Con Bella nos hicimos amigas enseguida cuando llegue aquí, me ayudó a adaptarme, a mejorar mis bailes, a como quitarme a los babosos de encima... Era como mi hermana mayor.

-¿Chicas listas?-Marcus se adentró en el pasillo-Primero bailan Bella y Gia.

Gia, esa era yo.

Gia(+18)Where stories live. Discover now