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Hay veces que tienes diecisiete años,
mientras subes los escalones de dos en dos
con los muslos aún llenos de juventud
y sujetándote a la barandilla, a la vez que tu falda
se mueve violenta y liviana como las flores lo hacen en el campo
durante este horrible viento de abril.

Hay veces que tienes casi dieciocho,
con un mes y diez días por delante
y pudiendo sentir la aguja del proceso de un tatuaje, de una locura,
o el placer de pedir un margarita de forma no clandestina.

Entonces abres la ventana, en plena lluvia torrencial de abril,
porque te sientes asfixiada y todo es tan pequeño.
Respiras profundamente como si los problemas expulsases
junto al aire de tus pulmones,
y te sientas en el colchón con la piel erizada,
pensando que has engordado al menos quinientos gramos desde
la última vez que te pesaste.

Miras a una pared blanca y vacía,
pero llena de recuerdos pasados y algunos dolorosos.
Vacía como tu autoestima y tu fuerza de voluntad, a estas alturas.
Medio kilo de cansancio.

A veces tienes diecisiete años y te sientes de cincuenta,
con obligaciones para todo y tiempo para nada.
Te vistes, con casi dieciocho años, de colores,
como si pudieras contagiarte de lo que pretendes transmitir
y que no tienes. Y no sabes si
bajar las escaleras y engordar otro medio kilo,
o si hacer que no existes.

Hay veces que tienes diecisiete años y todo son cadenas,
y tras tirarte de los pelos frente a una pared fría, blanca y fría,
tus pasos deambulan sin conciencia
y acabas en la habitación de tu madre.
Y ves que todo acaba y vuelve a empezar irremediablemente,
y sacas unos discos con un dedo de polvo de ninguna parte,
estornudándole tantas veces que hasta eso te da lástima.

Y así, desganada, y con casi dieciocho años,
metes uno en la minicadena, sabiendo que
un tocadiscos quedaría mil veces más poético.
Ya no quieres bajar las escaleras ni dejar de existir;
suena Sinatra y te sientes Nancy.
Ahora tienes diecisiete años, y otros muchos por delante,
y medio kilo de oportunidades.

Materia GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora