11. "Revelaciones"

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—No sé si realmente eres estúpida o sólo finges serlo —dice Axel, mientras rueda los ojos—. Mikhail no hace nada de lo que se le ordena. Hace su jodida voluntad porque es poderoso y porque, en el fondo, el Supremo teme que se revele. Le dejan ir y venir a sus anchas porque podría ser un problema si deserta.

— ¿Por qué habría de hacerlo?

—Porque no está de acuerdo con muchas cosas que ocurren allá abajo, ¿sabes? —Dice—. No puedo decirte mucho al respecto, pero supongo que tarde o temprano vas a enterarte de lo más básico, así que aquí vamos...—se incorpora de su posición acostada y se cruza de piernas sobre el colchón, antes de mirarme a los ojos—. Mikhail no es un demonio creado en el inframundo, ¿de acuerdo?, se transformó en uno hace no muchos cientos de años. De hecho, su transformación aún no termina. Sigue en el camino de convertirse en uno de nosotros.

— ¿A eso te referías con 'semi-demonio' el otro día?, ¿a que Mikhail aún no es uno de ustedes al cien porciento? —No es hasta ese momento en el que me doy cuenta de que me he inclinado hacia adelante para escucharlo mejor.

Odio admitirlo, pero la curiosidad de saber más acerca del él, pica en mi estómago y me provoca una extraña sensación de desesperación absurda. La ansiedad comienza a hacer su camino hasta mi pecho y mis dedos se cierran en puños cuando Axel asiente.


—No le falta demasiado tiempo para completar su transformación pero, a pesar de que es poderoso hasta la mierda, no deja de ser un demonio relativamente joven —El rostro serio de Axel me saca de balance. Se siente erróneo y extraño Su expresión burlona de siempre, se ha transformado en una que desencaja un poco con su habitual postura relajada—. Es precisamente su juventud lo que no le permite aceptar del todo nuestro sistema. Mikhail no nació siendo uno de nosotros. Es por eso que no comprende las normas que nos han sido impuestas. Es por eso el Supremo siempre lo mantiene vigilado.

—No confía en él.

Axel suspira.

—No, no lo hace —no me pasa desapercibido el brillo triste en sus ojos—. No es uno de nosotros aún. Dudo que algún día llegue a serlo del todo —se encoje de hombros—. Mentalmente, quiero decir... Mikhail está bastante atado a sus antiguas creencias, ¿sabes?, no puedo culpar a los demonios de Primera Jerarquía por desconfiar de él. La lealtad es algo que se valora mucho en el Infierno y no creo que él le sea leal a nuestro Supremo.


— ¿Qué era Mikhail antes de ser un demonio? —La pregunta sale de mis labios en un susurro débil y tímido.

La anticipación de la respuesta que Axel puede darme, hace que mi estómago se retuerza de los nervios. Mi corazón se salta un latido para reanudar su marcha a una velocidad antinatural, pero me trago los nervios sólo para escuchar lo que el íncubo tiene que decir.

En ese momento, una sonrisa se desliza en sus labios.

—Mikhail era un ángel.

No me pasa desapercibido el tono asqueado que utiliza y mis cejas se alzan con incredulidad.

— ¿No se supone que debería ser un caído, entonces? —Mi ceño se frunce ligeramente, en confusión.

Trato de recordar algún texto bíblico que hable algo respecto a lo que les ocurrió a los caídos después de dejar el Cielo, pero nada viene a mí.


—No existe tal cosa llamada 'ángel caído', cariño —Axel sonríe aún más, pero sigue sin ser un gesto honesto—. No hay términos medios para el cielo y el infierno. Si no estás arriba, estás abajo. O eres un ángel o eres un demonio.

DEMON © ¡A la venta en librerías!Where stories live. Discover now