We keep this love in a photograph

We made these memories for ourselves...

Es más entretenido hacer algo con soundtrack de fondo, me digo... Hacer el amor, por ejemplo. Aunque nunca he hecho el amor con música de fondo. Ahora que lo pienso hace mucho tiempo que no tengo sexo. Es tu culpa, Marco Maldonado.

De cara al lavaplatos, reviso cuidadosamente cada taza mientras canto y contoneo mis caderas. Debo aprovechar que no estoy en casa para escuchar algo que no sea Celine Dion.

Ed Sheeran partiendo mi corazón desde tiempos memorables... Esta es mi parte favorita:

So you can keep me inside the pocket 

Of your ripped jeans Holding me closer till our eyes meet

You won't ever be aloneWait for me to come home...

Haciendo notar con mi cuerpo cuán alto llevo la música por dentro, doy media vuelta para coger más tazas cuando... Mierda. Marco. Salto y dejo caer la taza que tengo en las manos. 

¡Oh, rayos!

Genial, mi jefe acaba de verme bailar como si estuviera haciendo una audición para un vídeo de Ed Sheeran. ¿Cuán humillante puede ser eso?

Marco está de píe frente a mi. Luciendo tan reservado como siempre. Aunque esta vez parezco entretenerle. Me apresuro a sacarme los auriculares.

—Señor —digo, apenada. Además de que tiré la taza me doy cuenta de que tengo mi ropa un poco mojada. 

¡Oh, rayos! No puedo ser cuidadosa ni siquiera lavando tazas. Lo que me recuerda... ¡La taza! Me pongo a gatas para recoger lo poco que queda de ella.

Eres tonta, Vanesa. Tonta. Tonta. Tonta.

—Lo lamento tanto —insisto.

Marco se coloca en cuclillas para ayudarme. 

—Es sólo una taza, Vanesa —dice. Lo miro de reojo para advertir qué tan molesto está, pero... está sonriéndome. ¿En serio está sonriéndome? Mi mundo se detiene unos segundos—. Nicole se fue a quejar de ti a mi oficina —añade.

No es como si no me lo esperara. Suspiro y los dos nos ponemos de píe otra vez. Maldita jirafa.

—Señor, yo... —intento explicarme.

—Está bien, Vanesa —dice él, restándole importancia—. Sé que te esfuerzas.

Es ahí cuando Marco me sorprende otra vez. Pensé que le daría la razón a Nicole, pero no... Aquí hay gato encerrado. Aún así, me muestro prudente. 

Él, como siempre, está vestido impecable: traje completo bien almidonado y zapatos lustrados. Huele a limpio y su cabello está bien acomodado. Él es perfecto. Es todo lo que quiero. Oh, Dios. Mejor miro hacia otro lado o notará que babeo. 

—Hago lo mejor que puedo —digo, pensando en si lo mejor sería guardar silencio. 

Marco me da otra media sonrisa y lentamente acerca su mano hacia mi pecho. Mi corazón se acelera. Mi cuerpo se tensa. No entiendo el por qué de este movimiento hasta que lo veo acomodar mis auriculares.

—Se van a caer —dice.

Contengo la respiración. —Sí, eso creo.

¡Qué importa, estabas a punto de tocarme!

Vanesa entre líos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora