—Nada. Ya está pagado.

Rayder frunció el entrecejo —¿Cómo?

—Lo que oyes, todo está cubierto. Jade pagó todo.

—¿Qué?

—Hoy estas muy lento amigo— bromeó —no tienes que pagarme, ella ya lo hizo.

—¿Cuándo? ¿Vino al pueblo? ¿¡La viste!?— lo agarró del brazo apretándolo con fuerza.

—¡Tranquilo soldado que necesito mi brazo para trabajar! No la he visto, me llamó por teléfono ayer.

Lo soltó —Lo siento, yo pensé...que más te dijo, ¡de que hablaron!— se notaba el desespero en su tono de voz, no había tenido noticias y saber de ella era lo único en que pensaba.

—Casi no hablamos, llamó para disculparse con mamá, esta apenada por aceptar el trabajo y luego irse como alma que lleva el diablo sin decir adiós.

—Espera, espera ¿qué trabajo?

—En la escuela, como nutrióloga.

—No sabía— se pasó la mano por el rostro.

—Eso fue la noche que trajiste la camioneta. Ella estaba contenta, pensé que te había contado.

No contestó solo negó con la cabeza y le dio un sorbo al agua mineral. Esa noche los dos estaban felices, tenían tanto que contarse pero al final todo acabó siendo una pesadilla

—Qué mal. Habló con mamá para disculparse, yo hablé poco con ella.

—Le vas a avisar que te vas, a Jade ¿cierto?— le preguntó Joe.

—No.

—¿¡Y por qué cabrón no!?— dijo Nathan.

—No sé si escucha los mensajes, no me ha contestado ninguno. No quiere saber de mí, debe estar enojada todavía. Y lo pensé, no tiene caso preocuparla, es mejor así.

—¿Quién entiende a las mujeres? Les preguntas que tienen y dicen "nada" cuando en realidad les pasa de todo. Como la chica que venía todos los sábados,  Sandy Lu. Pensé que estaba interesada en mí, platiqué con ella y pensaba invitarla a salir. Pues que me la encuentro hace unos días afuera del banco y yo inocente fui a saludarla. ¿Saben que me grito de repente? ¡Eres un estúpido! Se dio media vuelta y se fue. Creo que le falta un tornillo.

—Seguro que ya averiguó como eres— dijo Joe y comenzó a reírse.

Nathan hizo caso omiso —Yo por eso solo, soltero y sin compromisos. Las mujeres mi amigo, son complicadas— le dio otro trago a su cerveza.

—Hasta que encuentres a la mujer que mueva tu mundo, veremos si piensas igual.

—Nadie me hará cambiar Joe.

—Más rápido cae un hablador que el cojo. Quien sabe, el cielo podría abrirse y mandarte un ángel disfrazado de mujer.

—¡Viejo! Además de bar tender saliste poeta— comenzó a reírse.

—Eres joven y como bien te dijeron, estúpido. El que ríe al último ríe mejor, recuerda mis palabras Nathan.

—Tonterías.

—Y que tiene que ver tus desventuras amorosas a todo esto— reprendió Joe .

—¡Por Jade! Le pregunté cómo estaba y me dijo que bien, puede decir misa pero a nadie engaña. Trata de actuar como si nada pero se escucha como si estuviera...enferma— le dio los últimos tragos a su cerveza.

—No es que este enferma. La realidad es que esta triste, muy triste y se nota en su voz.

—¡Exacto! se le entrecortó la voz, es obvio que miente y hasta podría apostar que estaba llorando cuando hablé con ella, eso no es normal. Jade nunca llora. ¿Por qué no vas a buscarla? por la cara de perro a medio morir se nota estas igual de triste que ella.

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now