Capítulo 9

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Fabiana estuvo pensando durante todo el camino como decirle a Eugenia lo que había pasado, no es que hubiese una manera sencilla o menos dolorosa de hacerlo, pero con el embarazo de por medio todo sería mucho más complicado. En otras circunstancias, la separación seguramente sería definitiva, pero el bebé en camino lo cambiaba todo. Si bien era cierto que Eugenia había tomado la decisión de llevarlo a cabo por sí sola, eso no cambiaba los hechos. No a los ojos de Fabiana. Habían sido una pareja sólida y estable hasta hacía algunos meses, no podía culpar a Eugenia por pensar que aquella acción no representaría otra cosa más que felicidad, así que estaría allí para ella y para el bebé, si Eugenia así lo aceptaba.

Al entrar al apartamento pudo verla acostada en el sofá arropada hasta la cintura con una manta, la cabeza apoyada en un cojín y los ojos cerrados. Se alarmó al verla así, pero luego de observarla unos segundos se dio cuenta que estaba dormida. El equipo de sonido estaba a un volumen bajo con covers de canciones actuales en instrumental. No era que Eugenia nunca hubiese hecho algo así, pero algo le decía que se debía a algo más allá que el puro gusto por ese tipo de música.

Trató de hacer el menor ruido posible para dejarla descansar, igual la conversación que debían tener seguramente la alteraría, así que lo mejor era que estuviera lo más calmada posible para lo que debía decirle. Cuando se disponía a ir hacia la cocina para hacer un poco de café, Eugenia abrió los ojos y se le quedó mirando en silencio.

-Hola_ La saludó sonriendo ligeramente, pero Eugenia se mantuvo en silencio - ¿Te sientes bien? _ Preguntó preocupada al ver su reacción, o más bien, la falta de ella, pero Eugenia sólo asintió con la cabeza una vez.

Algo le pasaba, lo sentía, pero hasta que no quisiera hablar, sería imposible saberlo a ciencia cierta. Eugenia era una mujer muy alegre y dispuesta a ayudar a todos si estaba en sus manos, pero a veces, esa misma disposición la colocaba en situaciones poco agradables donde el abuso y exceso de confianza llevaban la bandera y era allí, donde podían surgir los problemas o malos entendidos que descomponían su ánimo, cosa que al parecer, era lo que sucedía en ese momento. No era el estado más idóneo para conversar, pero daba lo mismo como estuviera, el resultado sería exactamente el mismo.

-Haré un poco de café ¿quieres algo diferente? _ Le ofreció sabiendo que el café noera su bebida preferida.
-Una soda _ Respondió parcamente.

Fabiana asintió y se fue hasta la cocina. Mientras estaba allí, los nervios comenzarona adueñarse de su estómago, sus vísceras se estrujaron hasta convertirse en ungran nudo que la dejó casi sin aliento. Sabía lo que debía hacer, pero eso noimpedía que le afectara causarle ese dolor a Eugenia.

La historia de Eugenia no era muy diferente a la historia de muchas chica de ambiente, sentimientos encontrados sobre su sexualidad durante su adolescencia hasta que llegó el momento en el que se enamoró de una amiga y se dio cuenta de que eran las chicas lo que le iban. Para su fortuna, sus padres no la rechazaron por ello, más sí se aseguraron de que se sintiera en confianza como para no tener que ocultarse o caer en malos caminos por sentirse cohibida por sus seres queridos. De adulta, se había convertida en una mujer tan segura de sí misma que no temía tomar decisiones difíciles cuando era necesario, aunque eso le trajera problemas, pero pensaba que cuando se tenía la certeza de algo, no se debía esperar mucho tiempo, pues los miedos y las dudas se apoderaban de las personas y muchas veces las hacía abandonar sueños o metas por temores. Así era Eugenia y con la decisión del embarazo, confirmaba una vez más esa filosofía de vida.

Fabiana por su parte, era mucho más comedida en lo que hacía. Pensaba mucho cada decisión que tomaba, no sólo por sus consecuencias inmediatas, sino por lo que representaría en el después. Ese antagonismo de ideas había sido la combinación perfecta, pero ahora, con todo lo que Fabiana estaba viviendo internamente, había resultado toda una tormenta de arena en el desierto. Sin nada donde esconderse o con qué protegerse, sólo esperar a que pasara, hacerle frente y aguantar las embestidas de su fuerza.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora