Capítulo 9

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Mis pies se introdujeron boyantes a mis pantuflas de panda. Amo esa palabra: «boyantes».

Por fin es viernes por la noche. No más pedantes ni computadores inservibles por dos días. ¡Genial!

Ya tuve suficiente estrés con el famoso artículo deportivo. Tuve que aguantarme una charla de dos horas con mi padre sobre los deportes por teléfono. El pobrecito pensó que finalmente me había interesado por hacer alguna actividad física. Respuesta: no.

Luego estuvo Rory que me dio un discurso sobre el Super Bowl y otros campeonatos que yo ni sabía de su existencia.

Llegué a la conclusión que los deportes más famosos son los respectivos "fútbol" de cada país. El fútbol original inglés (o soccer, como lo llaman los americanos) es el más famoso en Inglaterra, mientras que el fútbol americano es el más popular en Estados Unidos.

El basquetbol, el cricket, el tenis, las carreras de caballos y el rugby también son otros deportes populares. Creo que mi deporte favorito es el ajedrez.

En fin, ya no quiero seguir pensando en el trabajo. Me dirigí hacia la cocina para hacerme un té.

Me encontré con Ju-Long en la mesa de la cocina leyendo en su tablet. Rory estaba echando en el sillón con una manta encima viendo televisión.

-¿Qué estás leyendo? -le pregunté a Ju, mientras encendía el hervidor.

-Estoy buscando recetas para cocinar mañana -me respondió todavía concentrado en su tablet.

-¡Ah! Vas a cocinar tú mañana -exclamé sorprendido -. Qué bueno.

Apague el hervidor antes de que el agua hirviera. Es un pecado preparar el té con agua hirviendo. Tiene que ser sólo con agua caliente.

Luego de tomarme mi té, decidí irme a mi camita. Veré algo en Netflix y luego a dormir. Como de costumbre, escuché el sonido del interruptor de luz de Ju-Long a las diez.

Antes de dormirme, busqué en Google qué significaba "gato de Cheshire". Quedé con la duda sobre qué significaba desde que Sharon lo nombró. Resulta que es el gato sonriente de Alicia en el pais de Las Maravillas de Lewis Carrol.

Al día siguiente me desperté a las nueve y media. Abrí un ojo antes que el otro. Una sonrisa se dibujó lentamente en mi rostro al darme cuenta de que no tendría que levantarme rápido para meterme a mi caseta de Superman. Di tres vueltas en mi cómoda cama antes de levantarme al baño. Sentí ruidos provenientes del cuarto de Ju-Long. ¿Qué acaso se despierta siempre a la misma hora, incluso los fines de semana? Yo moriría con ese estilo de vida.

También escuché sonidos provenientes de la pieza de Rory, pero eran ronquidos (bastante estruendosos, les diré).

Encendí la luz, pero con el interruptor equivocado. El extractor de aire comenzó a sonar indiscriminadamente. Cuando me di cuenta del grave error que había cometido ya era demasiado tarde. Rory había dejado de roncar. ¿Quién no se despertaría con ese sonido semejante al de un avión? Odio a la persona que diseñó este apartamento.

¡Rayos! Yo pensé que tendría un descanso de soportar a Rory. Entré al baño y sentí al estadounidense moverse en su cama.

Apenas salí de éste, partí hacia la cocina a prepararme el desayuno. Al rato llegó Rory también a tomar desayuno. Se preparó su asqueroso jugo de vómito con unas tostadas.

-Rory. ¿Cuándo empiezan las clases en tu universidad?

-El lunes -me respondió mientras masticaba un pedazo de tostada con la boca abierta.

-¡Que emocionante! -mentí -. ¿Ya tienes los materiales?

-¿Qué materiales? - me preguntó con cara de sorpresa. ¡Qué niño más despreocupado!

-Ya sabes: lápices, cuadernos, mochila -le dije. No pienso prestarle mis lápices, porque ya se me perdió uno.

-Ah, eso. Mañana iré a comprarlos -dijo despreocupándose.

-Mañana domingo... -seguí. Probablemente esté todo cerrado.

Rory me hizo una mueca de indiferencia. ¿Por qué no puede ir hoy día? Es un perezoso.

Para rematar su pereza, cuando terminó de desayunar, dejó los platos sin lavar en el lavaplatos. Me tocó limpiar ese vaso con vómito. Qué asco.

Pero eso no fue nada comparado con lo que me pasó en el almuerzo. Ese sí fue el colmo de los colmos.

Resulta que Ju-Long se propuso cocinar el almuerzo, pero un almuerzo chino. Preparó pollo con arroz. Simple, pensé yo.

Mi estómago casi se desmaya cuando vio la cantidad de especias y condimentos que el chino le echó a la olla con el pollo. Cebolla, ajo, sésamo, pimienta negra, perejil, cilantro, algas, mostaza, rábano rayado, ¡de todo!

Y el arroz; oh el arroz. Por lo menos al pollo le echó hartas cosas pero con moderación. Sin embargo, al arroz con zanahorias y guisantes le puso como una tonelada de pimienta negra y mil trocitos de ajo.

Ya cerca de la una y media, Ju-Long nos llamó a almorzar. Shewbridge se veía contento. Ese tipo come de todo.

Vi como Ju me servía un plato con arroz y pollo impregnados de condimentos. El primer bocado fue letal. Mi boca se incendió. ¡Tuve que llamar a los bomberos! (En realidad tomé un sorbo de agua. No es que esté loco y llame a los bomberos...)

-Picante -exclamó el americano -. ¡Me gusta!

-Sí, está muy bueno -tuve que decir -. Buen trabajo, Ju-Long -seguí mientras agonizaba dentro de mi interior.

Me da pena decirle al pobre Ju que no me gusta la comida especiada, más encima si trabajó tanto el pobre.

Mis principios me obligaron a comerme ese atroz plato de comida. Pero luego, como era de esperarse, llegaron las consecuencias.

Un terrible dolor de estómago me atormentó el resto del fin de semana. Me sentía pésimo, se me repetía el sabor a ajo, muy mal. Mi sistema digestivo está diseñado para comidas ligeras.

Creo que ahora entiendo por qué los chinos toman tanto té verde, para poder digerir todo ese aliño.

Ahí fue donde agradecí haber comprado hojas de menta unos días atrás (ya saben, para reducir la irritación intestinal), porque no hay mal que el té no pueda curar.

El resto del fin de semana no estuve tan boyante como hubiese querido, pero de todas formas me relajé del trabajo, y de Maxime.

Queda de más decir que Rory no pudo comprar sus cosas el domingo, porque estaba todo cerrado en el barrio y le dio pereza ir a centros comerciales más lejos.

Ceylon TeaWhere stories live. Discover now