Capítulo 17

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"No pierdas la compostura, Gregor. Es sábado, por fin es sábado, así que no hay motivos para volverse neurótico".

Eso era lo que me estaba diciendo a mí mismo mientras leía el dichoso blog de Candice. Recién ahora me empiezo a dar cuenta del gigantesco lío en el que me metí. Pensé que al menos, ella escribía decente y necesitaba unos pequeños impulsos de una mente genial y creativa -como la mía- para desenvolverse mejor. Como siempre me sucede con esa mujer, me equivoqué.

No es solo verborrea, sino que tiene otra serie de padecimientos médico-literarios. Además, no hace falta ser Dean, Erika o Charles para determinar que el diseño del blog es horrendo. El fondo es una imagen pixeleada de unos pastelillos rosados sonrientes junto a un mar de caramelos. El encabezado tiene el título escrito en un color azul bebé. Cabe destacar que el título del blog es "El Blog de Candice y los candies". Qué bobada.

El contenido es la peor parte. Su blog tiene dos divisiones, una con entradas de su vida diaria, y la otra con una pseudo-novela que se inventó. Su última publicación databa del domingo pasado; era el capítulo treinta y dos de la novela titulada "Candy llega al final del arcoíris". ¿Qué clase de título es ese? ¿Y no pudo pensar en un nombre más original que Candy?

Mientras leía las primeras líneas del capítulo treinta y dos, me dieron, por lo menos, veinte micro-infartos. ¡Completamente desastroso! Un verdadero insulto a la escritura.

"Candy había llegado al sitio con mucho pasto justo a tiempo para poder apreciar las efímeras exhalaciones del perecedero lucero antaño inmemorial que nos ha avizorado desde ataño, pero antes de eso había conversado con su amiga Coco que le había dicho que ayer, su amigo Basilio le contó que en tres días más se cumplirían dos meses desde que a su lagartija le creció una nueva cola, exactamente como no lo haría un dedo humano...".

No sé ni por dónde empezar. Es demasiado para mí. Hay escritos malos y luego está esto. Se rescata que no tiene faltas ortográficas...pero de todas formas...es horrible.

Primero, la protagonista llega al sitio con mucho pasto. ¡Al sitio con mucho pasto! ¿Eso qué se supone que es? Puede ser tanto un jardín o un parque, como puede ser un campo de fútbol.

Segundo, la tipa esa llegó justo a tiempo para apreciar "las efímeras exhalaciones" del "perecedero lucero", "antaño inmemorial" y otras bobadas varias con palabras rebuscadas. Entiendo que la gentuza piense que escribir bien significa usar palabra rebuscadas, pero Candice se pasó de la raya. Además, el vómito de adjetivos innecesarios rebuscados y metáforas filosóficas no van de la mano con expresiones tan básicas como "el sitio con mucho pasto".

Tercero, la ensalada temporal me mató. Expresiones como "antes de eso había", "que le había dicho que ayer", "le contó que en tres días más" y "se cumplirían tres meses desde que" no pueden ir en una misma frase. Leer eso es como ir en una montaña rusa temporal. Te mareas y no entiendes nada.

Cuarto... ¿a la lagartija le creció una cola exactamente como no lo haría un dedo humano? No sé qué clase de analogía debería ser aquella. Creo que se merece el premio a la peor semejanza del mundo. Es como decir que Rory es exactamente como no es Ju-Long.

¿Qué voy a hacer ahora? Estoy moralmente obligado a ayudarla a mejorar con su escritura.

-Greg, hermano, ¿nos acompañas a comprar cosas para la fiesta? -me preguntó de repente Rory, desde la cocina.

Puse los ojos en blanco e hice un mohín de desagrado. Son esos lujos que puedo darme cuando la gente me habla desde otras habitaciones.

-Sí, los acompaño. Solo espérenme que me arreglo un poco -les grité de vuelta.

Qué terrible. Si yo no los acompaño a comprar, no tienen idea de qué traer. Ayer le pregunté a Rory cuántos vasos desechables pensaba comprar. Su respuesta: setenta. En el mundo ideal, cada persona conservará su vaso durante toda la noche concienzudamente como la gente civilizada. Pero lamentablemente no es así: los vasos se pierden de vista, se caen, se rompen, por lo que cada invitado termina usando por lo menos tres por noche. Yo compraría doscientos vasos.

Así que me puse mis zapatos y tomé una chaqueta; uno nunca sabe cómo estará el clima en el supermercado. A veces tienen el aire acondicionado funcionando al máximo y otras veces lo apagan.

Antes de salir, vi que quedaba una ventana abierta, y antes de siquiera poder tocarla, Ju-Long me detuvo con sus reflejos ninjas.

-Por ahí entra Purr -fue todo lo que me dijo.

Creo que ya no podré deshacerme de ese gato. El otro día escuché a Ju diciéndole a Rory que llevaría al gato naranja al veterinario, para que lo revisaran. Ese Rory siempre está de acuerdo con las cosas sin pensar en las consecuencias.

Fuimos en la SUV de Rory a comprar. Ahí yo di las órdenes sobre qué comprar y luego me dediqué a admirar la precaria colección de tés que tenía el supermercado. Los cafés eran los que más abundaban en ese pasillo: había en polvo, en grano, con sabores, concentrados, etcétera, etcétera. En los tés, no tenían casi nada, y ni hablar un té de Ceilán decente.

Estos estadounidenses gozan las mezclas de cosas: té negro con toque de menta, té verde con vainilla, té negro con infusión de frutos del bosque. Pero para uno, que busca un simple té de Ceilán, no hay. Y más encima, cuando los astros de este supermercado se alinean, encuentro una caja amarilla té Lipton. Esa caja amarilla es la ofensa máxima para cualquier británico que se estime a sí mismo. ¡Ni siquiera sabe a té! Deberían cambiarle el nombre. "Lipton: sucedáneo de té". "Lipton: ahora con más sabor a cartón". "Lipton: arruinando tu paladar desde 1890".

¿Saben que hay partes en Reino Unido donde no se vende? Pero aun así es una de las marcas más vendidas en el mundo. Lipton se cree tan innovadora con sus bolsitas piramidales y no sé qué otras tonteras con las que engaña a la gente. El Lipton Ice Tea es otra de esas bebidas que aborrezco. De partida, no hay nada más asqueroso que el té frío. Imagínense un té Lipton frío mezclado con cualquier sucedáneo de jugo de fruta.

En el retorno a casa, tuve que denigrarme cargando dos cajas de cerveza al departamento. Sé que la fiesta va a ser desastrosa. Solo espero que no sea apocalíptica. Me recordé de mi madre, que siempre me decía que hay que desear lo mejor, pero siempre estar preparado para lo peor.

Mejor me voy preparando para los vecinos enojados, alcohol y comida derramada por todas partes y mi apartamento reventado de gente.


Ceylon TeaWhere stories live. Discover now