Capítulo 26: Ángeles de la guarda

926 39 0
                                    

-Narra Alex-
Nevaeh me había hablado esa misma mañana de sus padres al volver de la vuelta en moto. Me había dicho que nunca le habían hecho demasiado caso, que siempre se las había arreglado para no necesitarles, y honestamente me dio algo de lástima. Tanto Marc como yo éramos muy familiares, estábamos muy apegados a nuestros padres, y sabía que mi vida no sería la misma si no hubiese contado con su apoyo. En resumen, si yo fuese ella no me gustaría ver la cara de mis padres nada más despertar.
- Eso será si nosotros dejamos que la vean.
Marc me miró con el ceño fruncido cuando le dije aquello.
- Entre lo que tardan en el avión y en venir desde el aeropuerto tenemos como mínimo cuatro horas, tenemos que despertarla antes de que ese tiempo pase o nos estaremos arriesgando demasiado.
- Alex, si nos la llevamos estaremos evitando que unos padres vean a su hija menor de edad.
- Me vale mierda todo eso, Marc. A mí lo que me importa es Nevaeh, y sé que ella no quiere ver a sus padres.
Él suspiró y se acerca a la camilla sobre la que dormía ella. Comenzó a tocarla con cuidado.
- Petita... Arriba, tienes que despertarte.
Ella se movió en la cama, y no pude reprimir una sonrisa cuando vi que se negaba a despertarse.
- ¿Dónde estoy...?
- En el hospital, algún gracioso te metió droga en la bebida que te tomaste.
Ella abrió los ojos como platos de golpe al escuchar las palabras de Marc, y se levantó con rapidez, llevando las manos a la cabeza entonces.
- ¿Estás bien? -Le pregunté yo mientras me situaba a su lado-
- Lo recuerdo todo, pero muy borroso... Tú me cogiste antes de que llegara al suelo Alex... Joder, Dios sabe lo que me hubiese pasado si no llegas a estar ahí...
- Tenemos que irnos -respondió mi hermano de manera seca- Tus padres vienen hacia aquí, al ser menor de edad tenían la obligación de avisarles.
Ella volvió a abrir los ojos como platos y se levantó del todo para quedar de pie.
- Vámonos ya, por favor.
Los dos asentimos, y nos escapamos fácilmente sin ser visto de aquel hospital. Era lo bueno de que fuese tan tarde, unos trabajaban, otros descansaban hasta que llegasen pacientes nuevos...
- Voy a llevarte a casa -me informó mi hermano mientras arrancaba el motor de su coche-
Bueno, ahora a lo mejor debía disculparme por haber salvado a Nevaeh de un buen golpe en la cabeza. Jamás imaginé que llegaría a discutir con mi hermano por una chica, pero mi paciencia estaba a punto de acabarse.
- No puedes dejarle en casa de tus padres Marc, apesta a alcohol y son las dos de la mañana, como se despierten y le vean así... -me defendió Nevaeh mientras salíamos del aparcamiento del hospital-
- Bueno, como buen hermano mayor debo asegurarme de que asume las consecuencias de sus actos.
- Entonces para el coche y déjame en el hospital para que mis padres vengan y me vean en este estado, Marc, porque yo también debo asumir las consecuencias de mis actos.
- Nevaeh, no es lo mismo...
- ¡Claro que es lo mismo! Si vas a llevar a tu hermano con tus padres yo también quiero quedarme aquí.
La miró durante unos segundos, sin saber qué hacer, y suspiró mientras se metía en la autopista.
- Que se quede en casa entonces.
Nevaeh asintió, demostrando así que estaba de acuerdo con su nueva propuesta.
El resto del viaje transcurrió en silencio. Pude ver cómo Nevaeh se dormía con la cabeza apoyada al cristal desde los asientos traseros y, al llegar, paré las intenciones de mi hermano cuando vi que quería despertarla.
- Llevala en brazos Marc, a lo mejor no se despierta.
Él asintió y la sacó del coche con cuidado. Efectivamente, seguía dormida. Cerré la puerta del coche y nos dirigimos al portal.
-Narra Marc-
Tumbé a Nevaeh con cuidado en nuestra cama, y comprobé que aún seguía durmiendo. Alex había tenido una buena idea al pensar en traerla en brazos. Acompañé a mi hermano hasta una de las habitaciones de invitados, y quise disculparme con él, llevaba dándole vueltas a la cabeza desde la salida del hospital, cuando le dije que lo llevaría a casa de mis padres.
- Germà -le llamé, y él me miró mientras se quitaba la camiseta- Siento lo de antes, estaba muy nervioso por los padres de Nevaeh y no pensaba lo que decía.
Mi hermano sonrió y se acercó a mí para abrazarme.
- Si no discutiésemos de vez en cuando no seríamos buenos hermanos.
Sonreí al escuchar las palabras de Alex y me despedí de él para volver a mi habitación. Nevaeh seguía durmiendo allí, parecía tan niña y tan vulnerable... Me quité la camiseta y los vaqueros y me tumbé con cuidado a su lado. Y así, abrazado a ella, me dejé dormir poco a poco.
-Narra Nevaeh-
Al día siguiente, me desperté al sentir que la cabeza estaba a punto de explotarme. Sentí un brazo encima de mi espalda, y me giré sonriente, dispuesta a darle un beso de buenos días al dormilón que tenía al lado. Pero no era Marc quien me abrazaba mientras dormía. Era Alex. Me pregunté en qué momento de la noche había desaparecido el mayor de los hermanos para ser sustituido por él, pero aún así no quise despertarlo. Intenté moverme sin llegar a despertarlo, y lo observé dormir cuando ya estaba fuera de la cama. Sonreí y acaricié su mejilla, parecía un ángel. Y en el fondo sabía que tenía dos ángeles de la guarda que compartían apellidos y que velaban siempre por mí. Cogí algo de ropa y me fui al baño, necesitaba una buena ducha para mentalizarme de que me quedaban horas en Barcelona. Pasaría muy poco tiempo en Tenerife, pero aún así echaría de menos a Alex, a la ciudad, a mi nuevo hogar y, sobretodo, a Marc. El pequeño de los Márquez no tardó demasiado en despertarse, lo hizo mientras preparaba unas tortitas y un batido de varias frutas para desayunar.
- ¿Cómo estás? -Me preguntó mientras se situaba a mi lado, la preocupación se palpaba en su voz-
- Estoy bien Alex -sonreí, intentando ignorar el hecho de que estuviese a mi lado y en ropa interior-
- Marc tuvo que reunirse bastante temprano con Emilio, me pidió que durmiese contigo para que no te asustases si despertabas sola.
Yo simplemente asentí a sus palabras y seguí cocinando. Comenzaba a molestarme que me tratasen como una niña pequeña porque no estaba acostumbrada a aquello, pero aún así intenté ponerme en su lugar para entender su actitud.
Durante el desayuno estuvimos hablando de los pocos planes que tenía para mi corta estancia en Tenerife, no era gran cosa, pero Alex mostraba un gran interés.
- Quiero recuperarme cuánto antes del brazo para poder pasar un buen verano -me explicó mientras lavábamos los platos del desayuno-
- Si guardas reposo y después haces una buena rehabilitación te recuperarás enseguida.
Él me sonrió y seguimos limpiando.
Poco antes de las doce llegó Marc, justo cuando estaba terminando de jugar a la play con Alex.
- Yo me voy ya -aseguró mientras se levantaba del sofá en el que estábamos sentados los tres-
- ¿No te quedas a comer? -le pregunté, la pregunta puede sonar estúpida, pero esperaba poder pasar el día con los dos antes de separarme de ellos para volver a Tenerife-
- No peque, pero nos vemos en el aeropuerto, iré a despedirme de ti.
Le sonreí y asentí a sus palabras, dándome por satisfecha con aquello. Cuando Alex se marchó y Marc y yo nos vimos solos, el silencio inundó el ático.
- ¿Hacemos algo? -Pregunté finalmente-
- Aprovechar el tiempo antes de que te vayas.
Y, tras decir aquello, se tiró sobre mí y comenzó a besar toda mi cara, provocando mi risa. Definitivamente iba a echarle demasiado de menos, aunque sólo fuésemos a estar separados dos días.
-Narra Alex-
Nada más salir por la puerta del portal, marqué el número de Rins y esperé a que me lo cogiese.
- ¡Tío! Me enteré esta mañana de lo de Neva, ¿Cómo está?
- Está bien, le metieron droga en la bebida...
- ¿Estás bromeando, no?
- Ojalá fuese broma. Tío, te juro que voy a recorrer cielo y tierra hasta encontrar al capullo que hizo esto, y tú tienes que ayudarme.

Conociendo a mi ídolo |Marc Márquez| [FINALIZADA]Where stories live. Discover now