| Mientras Dormias |

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Terminamos de cenar y seguimos en silencio. No comentaste nada, pero no fue necesario. Salí de la casa un segundo, caminé, seguí caminando, regresé y abrí sin hacer ruido.
La puerta de la entrada rechinaba. Había sido mi delatora durante años. Parecía tener algo contra mí, pues siempre avisaba mi llegada, sin importar la hora que fuera, la puerta anunciaba mi llegada. Subí, ya estabas dormido. Me senté en la silla roja, la misma silla roja que buscamos durante meses. Y tal vez fue hasta que dejamos de buscarla, que me llamaste emocionado, me hiciste llegar rápido a casa y ahí estaba; junto a la cama, tu silla roja. La silla roja que según yo, habíamos visto millones de veces y en millones de lugares. Por alguna extraña razón, para ti esa era diferente, era especial.
Te observé mientras dormías, y recordé cada detalle de nuestros momentos juntos; el día que nos conocimos, la primera vez que hablé contigo, la primer salida juntos, la canción que nos hacía bailar, la película que nos hizo llorar, aquel viaje donde por fin me enamoré de ti, y prometí que nunca te iba a soltar.
Te observé mientras dormías, y me fue imposible no llorar. He tratado de hacerme la fuerte y he evitado demostrar debilidad. Me levanté en silencio, abrí el closet, saqué la maleta, eché algunas cosas, las demás se quedaron con la esperanza de regresar y no tener que recogerlas. Tomé las llaves del auto, bajé las escaleras y salí de nuestra casa. Esa fue la última vez que la llamé "nuestra casa". Subí al auto, tome una botella de agua y, arranqué, te dije adiós. No nos volvimos a ver.

- Cartas Que Nunca Te Dí -

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