²⁵ | Tom moments

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Cuatro meses y todos los días pasaban como si fuera esa misma fecha en la que aquella chica había desaparecido de su vida.

¿Cómo se logra superar a la persona que amas? Esa era una pregunta que se hacía cada mañana, y como siempre, no había respuesta. Eso le frustraba.

Eran las tres de la tarde, y Tom se encontraba tirado sobre su cama, mirando ese pequeño espacio que había entre las cortinas. Estaba a oscuras, no quería salir de la cama, estaba en aquellos días los que tenía el deseo de embriagarse, drogarse y hacer una orgía con cinco chicas. Sin embargo, antes de que pudiera llevar a cabo alguna de las locuras del día, fue interrumpido en sus íntimos pensamientos.

—Anda, levántate y ven conmigo.

Le sobresaltó el escuchar esa voz y que su puerta se abriera tan de repente. Tom se levantó con quejidos, no quería nada, no quería ver a nadie, y ahí estaban Bill, Vanessa, George y Gustav.

—¿Qué rayos hacen aquí? ¿Cómo entraron?

—Hey hermano, igual es un gusto verte— Dijo George con una sonrisa burlona. La situación no le preocupaba, sino todo lo contario, era la primera vez que lo veían de esa manera.

—Hemos escuchado que alguien ya no es el mismo de antes por una chica, eso es ridículo. Anda, vamos, arriba.

Aquellos alemanes, el rubio de gafas y el castaño de ojos hermosos, se tiraron sobre él como si fueran adolescentes y luego tiraron de Tom para hacer que saliera de entre las sabanas. Tener que tratarlo de esa manera era estúpido, pero ya era bastante necesario; no podía seguir sumido en la depresión, aquello también era la situación adecuada para hacerlo cambiar en otros aspectos.

Le obligaron a ducharse, comieron algo juntos, por la noche cenaron, fueron a un bar y para finalizar a un antro. Por más que miles de chicas hermosas se sentaran sobre sus piernas, siempre las terminaba por echar, tratando de ser educado.

Tom comenzaba a destaparse por "fases". La primera fase fue demostrar se cariño, tarde, pero lo hizo al menos un poco. La segunda, fue el dejar de beber lo suficiente. La tercera, ya no se acostaba con cualquiera, si tenía deseos, entonces prefería darse placer solo. La cuarta, se volvió amable, anteriormente se le podía caracterizar como alguien bastante grosero. La quinta, era más organizado, responsable. La sexta, nadie lo sabía, pero ya era presidente de una famosa empresa.

Los Kaulitz tenían un tío lejano que manejaba una gran empresa, aquella empresa era de modas, modelaje, mayormente el preferido de los gemelos por aquel anciano, era Tom. La familia se había reunido después de tanto después de saber la desagradable idea de que su tío había fallecido debido a un fallo del corazón. Dividió sus pertenencias entre los más jóvenes de la familia, dejándole lo más grande a su sobrino preferido, el puesto de presidencia de los creadores de aquella gran empresa de modas y modelaje. Esa parte del testamento fue leída en privado, y él no debía decir nada hasta estar totalmente capacitado a la presidencia. Aquello del modelaje y moda era el fuerte de Bill, no de Tom, sin embargo, había aceptado los últimos deseos de su querido tío.

• • •

—¿Y entonces?

Preguntó George.

—...Y entonces ella se fue, me dejó solo una nota. No he sabido nada de ella desde entonces, y si alguien tiene noticias, seguro no me las dirá.

Cuando Tom respondió a ello, miró a Bill y a Vanessa, lo viles cómplices de Cailin. El les miró serio, pero luego sonrió con pocas ganas. En realidad no le molestaba el que ellos decidieran ayudar a su amiga, después de todo, él ahora aceptaba la culpa de todo y se atenía a sus consecuencias.

Ya era bastante tarde, así que Tom simplemente se despidió y se retiró a su habitación. Después del antro, en cual solo estuvieron al menos dos horas, regresaron al gran departamento de Tom, donde invitó a todos a quedarse si así lo querían. La compañía hora le venía bastante bien.

• • •

A la mañana siguiente, Tom cumplía con sus deberes de presidente en proceso, en los últimos dos meses había aprendido bastante, tenía en qué distraerse, en qué concentrarse, así no lograba pensar en Cailin y eso le ayudaba bastante a sus ánimos. "Su dicción" para entonces, era el trabajo arduo en aquella empresa, su mano derecha le apoyaba en todo, le enseñaba, le corregía, etcétera.

Nunca se le había visto a Tom con tantas ganas de salir a delante, con tantas ganas de trabajar y ser un buen presidente para esa gran empresa.

• • •

Era el día de su cumpleaños, los mensajes y llamadas no paraban de llegar, al igual que los presentes por esa fecha especial. Tom y su gemelo cumplían 26 años, en esa fecha tan especial siempre estaban juntos, sin embargo Tom había dicho que no podría festejar junto él, que estaba ocupado.

En parte era cierto, Tom le dio preferencia a su trabajo que a festejar su cumpleaños número 26 junto a sus seres queridos. La razón por la que no deseaba festejar, es porque, en cuanto supo que su cumpleaños estaba cercano, pensó automáticamente en Cailin. Ella no estaría con él, y no le felicitaría como esperaba, no tendría nada de su parte.

Tenía momentos en el que decaía de nuevo, y le daba por querer dejar el puesto de presidencia, que le parecía estúpido a veces, pero más tarde razonaba, y regresaban los tornillos zafados a su lugar. Sí, a veces parecía que se volvía loco.

Aproximadamente a las cinco de la tarde acudió a una junta, una la cual en realidad era una celebración sorpresa. No estaba con ánimos de eso.

Botellas caras, copas elevadas, discursos animados y otros estúpidos. Nada era del estilo de Tom por más que ya había cambiado muchos aspectos de él mismo. En ese caso, prefería estar con su hermano y amigos.

• • •

Por cortesía de los padres de Cailin, cedieron su casa para poder hacer una fiesta. Tom planeó asistir, porque sabía perfectamente cómo se sentiría, hace mucho que no estaba por allí. Pero aún así, a fin de cuentas ya se encontraba ingresando a aquella gran casa, llena de sus amigos y amigos de su hermano. Muy pocos familiares, pero los más importantes estaban justo ahí, a excepción de una.

El ambiente era perfecto, debía aceptarlo, era algo que extrañaba, sin embargo notó raro a Bill, Vanessa, George y Gustav. Mientras él hablaba con algunas amigas y amigos, aquellos se miraban preocupados, como si les hubieran dado tremenda noticias y les hubieran quitado los ánimos de fiesta. Algo tenían, y claramente era algo que no compartirían con Tom.

Tomó un poco de su bebida y asentía repetidas veces a lo que escuchaba, como si le interesara. Siempre que alguien llegaba, miraba hacia la entrada, saludaba y agradecía por las felicitaciones y regalos; sin embargo, con los nuevos visitantes se quedó estupefacto, casi sin aire, sin palabras y, con el corazón en las manos.

¿Ahora qué debía hacer? Lo que había sido un buen día, no sabía si ahora era perfecto, o lo peor de su vida. Tal vez eran ambas cosas, una combinación que se podía saborear del todo buena ni mala. Fue como si todo se hubiera silenciado y ahora estuviera en cámara lenta.

Ella estaba diferente, su vestimenta era diferente, lucía mucho mejor; utilizaba maquillaje, apenas un poco, pero lucía perfecta. Pero ante todo eso, el cambio más notorio era aquel vientre que iba en crecimiento y el acompañante que la sostenía de la mano.

No se había dado cuenta de que tenía la boca abierta por la sorpresa hasta que sus miradas se encontraron.

Aquello, era la sorpresa que menos esperaba recibir, y ahora que lo pensaba... Era lo sorpresa que menos deseaba. Ahora comprendía el nerviosismos de su hermano y amigos.

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