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No sabía ni por dónde iniciar, ambos estaban frente a frente, y Tom esperaba que Cailin dijera alguna palabra. Él igual se encontraba nerviosa, y no es que esperara que ella dijera algo, sino que tampoco tenía la menor idea de qué debía decir para incitar al menos a hablar a la chica que tenía justo en frente de él.

—Escucha...—. Habló finalmente, pero con un nerviosismo notorio. —Prometí que te buscaría de nuevo cuando estuviera lista, y... La verdad es que aún no lo estoy... Pero tengo que decírtelo, no puedo irme y dejar las cosas solo así, porq...

—Espera—. Le interrumpió enseguida Tom. —¿Irte? Dijiste Irte, Cailin, ¿a dónde te irás? Sólo será un corto tiempo, ¿no?...

Las palabras le habían salido casi revueltas, y fue ahí cuando Cailin sentía que tenía el corazón a punto de salirse. De verdad esperaba que eso pasara pronto, porque de ser así, terminaría muerta, y sino, al menos ya no sentiría nada en cuanto sus miles de emociones. Era una teoría demasiado tonta, pero al menos le servía de algo, aunque no sabía de qué.

—No, no será un corto tiempo, más corto será el tiempo cuando esté aquí simplemente de visita... Me voy a mudar, Tom. Ya no quiero estar más aquí, y necesitaba decírtelo, no me iría sin aclararte las cosas, eso sería cobarde de mi parte.

—¿A dónde te irás?...

No sabía si era idea suya, pero estaba casi segura de que Tom tenía los ojos más húmedos de lo normal. Lo había visto apenas lagrimar una vez, pero si ahora lloraba, ella lo haría también, y de nuevo caería rendida.

—No te diré eso, Tom.

—¿Por qué no?

—Porque eres de las principales razones por la que he tomado esta decisión.

Eso había dado casi en el blanco, o tal vez había dado justo en punto más sensible de Tom.

No dijo nada, se quedó callado y apretó la mandíbula reprimiendo tal vez un ataque de histeria o algunas lágrimas. Se puso de pie y pasó sus manos entre sus largos cabellos teñidos de negro. Ahora Cailin jugaba con sus manos, estaba más nerviosa; tal vez fue un poco dura, pero era necesario serlo, al menos con él.

Hubo silencio, algo incómodo, pero fue suficiente para que los dos pudieran aclarar sus mentes y lo que deseaban decir.

Sin poder esperar mucho más, soltó todo. Debía de saber la verdad, no deseaba que más tarde él se enterara por otra persona y la odiaría por eso o le llamara mentirosa.

—Me iré con Jeremy. Hemos pensado que mudarnos sería bueno.

No podía siquiera mirarle mientras hablaba. Era claro que incluso a ella le dolía decir aquello.

—¿Te irás con ese imbécil?

Cailin cerró los ojos, suspiro y se puso de pie, como si estuviera fastidiada, pero en realidad es que le había molestado la manera en la que se había referido a Jeremy.

—Tom... Por favor. Mira, trato de terminar con esto bien... Al final, más bien desde un principio, no sé qué fue lo que te incitó a que me pidieras que sea tu novia... Aún no lo comprendo.

—Yo...

—Contigo pasé demasiadas cosas... Y lamentablemente la mayoría de ellas fueron horribles. Estar contigo fue como una tortura, pero siempre lo vi como lo mejor de mi vida. Pensé que podrías cambiar, pero no, era yo quien siempre hacía todo por los dos.

Sacó todo aquello que aún tenía guardo, cosas que aún le habían hecho falta mencionar. Él no sabía qué decir, solo podía ver a Cailin y entender que la estaba perdiendo.

Bien, eso había sido suficiente. Tom se puso de pie y como si un juguete fuera, la tomó del brazo y la acercó con cierta fuerza haciendo que chocara contra el duro pecho de él. Sin tener que decir algo, y sin dejar que ella hablara, la besó. En un acto reflejo, Cailin intentó alejarse, pero Tom no se lo permitió; mantuvo su mano firme en su espalda y la otra sobre su nuca, eso evitaba que se alejara.

No correspondió y se quería convencer de que no lo haría, pero al final cerró los parpados lentamente y sus labios acompañaron a los de él. Se rindió más pronto de lo pensado.

Tom relajó los brazos y Cailin puso sus manos sobre el pecho del hombre. El beso era lento, y poco a poco se volvió apasionado. Ya, eso era suficiente.

Tom bajó sus manos y la alzó dejando que las piernas de Cai rodearan su cintura; la llevó hasta la cama y la recostó en medio. El aire les hacía falta, pero tal parecía que eso no importaba. Le quitó los zapatos y tomó su cintura, sus labios estaban ahora sobre el su delgado cuello y ella no podía hacer más que cerrar los ojos y disfrutar de sus acciones.

Las manos de Cailin no se quedaron quietas, pues no mucho después estas se encontraban quitando la ancha camisa de su ex novio. La piel se le erizo en cuanto sintió las manos de Tom por debajo de su blusa, las cuales subían lentamente junto con la prenda hasta deshacerse de ella.

Sus besos ahora bajaban por su vientre hasta que el pantalón de Cailin le impidió continuar. Las manos de Tom se lo quitaron pronto, dejándola en ropa interior. Se tomó el tiempo de admirar su cuerpo, llenando este mismo de besos y caricias. Sus manos eran inquietas sobre esa blanca piel desde la primera vez que la había probado.

Cailin claramente se estaba dejando llevar, lo deseaba y solo se lo negaba en su cabeza una y otra vez, decía que era un error, pero no intentaba siquiera detenerle.

Las manos de Cailin acariciaron sus hombros y espalda ancha de Tom, para luego bajar por su pecho y abdomen, buscando llegar a su pantalón para desabotonarlo.

Pronto ambos estuvieron desnudos, Tom no deseaba esperar, necesitaba sentir que le pertenecía, así que pronto, y por segunda vez, la hizo suya. Sus respiraciones eran agitadas, sus gemidos se combinaban pareciendo uno solo en ocasiones. Cailin tenía sus dedos entre los cabellos de Tom, y Tom mordía de manera suave el cuello de Cailin.

Sus movimientos eran lentos, pero totalmente excitante para ambos. Sin pensarlo, Cai dejó algunas marcas sobre el cuello, hombros y espalda de él.

Juntos llegaron al orgasmo, sintiendo la presión de los dedos de Tom en la cintura de ella, y Cai hundiendo sus uñas en la espalda de él.

• • •

Pasaron solo diez minutos mirándose, uno frente al otro, Cailin entre los brazos de Tom, y Tom acariciando la piel desnuda de Cai.

Ella pronto se quedó dormida, el cansancio había ganado por más que deseaba irse, pues era aún más difícil estar entre sus brazos después de haber hecho el amor. Le hacía dudar de nuevo.

Tom no durmió durante un par de horas, no podía evitar mirar a su ex novia y pensar que era hermosa mientras él era un completo idiota que lo había arruinado todo por miedo e inseguridad a aceptar sus sentimientos.

• • •

A la mañana siguiente, Cailin se movió un poco, haciendo que Tom la apretara un poco más contra su cuerpo; eso hizo despertar enseguida a la chica. Se giró con demasiado cuidado, y ahí estaba Tom, pareciendo un ángel mientras dormía, como siempre, solo que esta vez parecía algo triste. Acarició su mejilla y barba y besó sus labios.

Sin despertarlo, salió del agarre de sus brazos, y se vistió mientras buscaba un bolígrafo y algo de papel. Dentro de unas horas más, ella ya no estaría ahí.

"Lo siento, sabes que te amé más que a nada. Adiós, Tom.

Cailin."

Dejó salir un par de lágrimas, pero las secó enseguida, dobló aquella nota sobre la mesa de noche y luego se fue. Tal vez sería la última vez que lo vería, y tal vez eso sería lo mejor.

Addicted to youWhere stories live. Discover now