Capítulo 1

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El viaje se me ha hecho tan largo y doloroso ... no pensaba regresar a mi país, al menos no por estas condiciones y definitivamente no ahora. Tantos recuerdos, tantas discusiones, tantas cosas que dejé atrás y que irremediablemente tendré que enfrentar al instante de bajar del avión ... No creo estar preparada, pero poco importa cómo me siento, es mi responsabilidad lo quiera o no.

Me fui de Venezuela hace 12 años, justo después de graduarme de secundaria. Un fotógrafo reconocido en mi país, tío de una de mis compañeras de clase, en la fiesta de graduación me propuso viajar a Italia junto con su sobrina para incursionar en el mundo de la moda. Como era de esperarse, mi padre dijo que no, aún era menor de edad y la idea de enviarme a otro país era sencillamente inconcebible. Habíamos sido sólo él y yo desde siempre. Mi madre nos había abandonado dos años después de mi nacimiento así que siempre fue sobreprotector, de allí que no importó cuanto supliqué, rogué o pataleé, la respuesta fue un gran "NO". Mi amiga se fue a los 2 meses cuando logró arreglar sus papeles, yo me quedé llorando y frustrada por no poder aprovechar semejante oportunidad. Si bien era cierto que antes de esa propuesta nunca antes había considerado el modelaje como una opción, la idea de probar y conocer Italia me encantaba, así que no se necesitó mucho para entusiasmarme. El estudiar administración de empresa para hacerme cargo del negocio de la familia ya no era tan atractiva.

Nací en Maracay, una ciudad del interior a una hora de la capital y mi padre tenía una fábrica de ron en una población a los alrededores de la ciudad. Era un ron muy local en ese momento, pero con grandes posibilidades de convertirse en un gran competidor en el mercado nacional y mi padre quería que trabajara con él en la expansión y consolidación de la misma. Soy hija única, así que todo el peso de la futura sucesión recaía sobre mis hombros.

Por otro lado, también luchaba con quien era el amor de mi vida. Fabiana, mi amiga de la infancia, mi hermana, la niña que me hizo entender desde muy temprana edad que era diferente al resto de las niñas, que me hizo entender que lo que sentía por ella, no lo sentía por nadie más. Fue la que me hizo entender que me gustaban las mujeres y que estaba perdidamente enamorada de ella. De su manera de ser, de su apariencia fuerte y hosca, de su timidez con todos a su alrededor, de su lealtad, de su incondicionalidad, de su seriedad ... cualidades que normalmente alejaban a todos los que se le acercaban, pero que a mí me atrajeron como miel a la abeja. Sobre todo porque conmigo era todo lo opuesto y me encantaba ser quien rompiera con su muralla. Con ese témpano de hielo que mostraba a los demás. Sacaba lo mejor de ella. Su lado tierno, su lado bromista y divertido, su delicadeza ... Su lado amoroso. Esa es Fabiana Contreras, el gran amor de mi vida.

Hoy, sólo un recuerdo; hoy, sólo un pudo ser.

El encendido de la luz de abrocharse los cinturones me sacó de mis pensamientos. Estábamos llegando a la ciudad de Valencia, así que aún me quedaba una hora de viaje para llegar a Maracay. Ya faltaba poco para hacerle frente a lo que por tantos años había obviado. Media hora más tarde ya estaba retirando mis maletas de la correa del equipaje. Por suerte, las mías salieron en el primer lote de entrega, así que sin esperar mucho las retiré y me dispuse a salir para tomar un taxi que me llevara hasta Maracay. Llevaba 24 horas viajando y estaba agotada, pero quería llegar de una vez. Ya tendría tiempo para dormir.

Con torpeza por la falta de sueño salí del área de seguridad, me disponía a acercarme a un servicio de taxi privado cuando escuché mi nombre: "Natalia". Esa voz era inconfundible. El tono grave y profundo que la caracterizaba hizo que mi corazón diera un vuelco al instante y que el aire se me atorara en los pulmones. Por un momento, pensé que podía estar alucinando, que tal vez mi cansancio me estuviera jugando una mala pasada, pero al escuchar esa voz nuevamente, no cabía duda de quién era. Tenía 12 años sin verla y aunque recordaba a la perfección su imagen de ese entonces, no sabía cómo se vería ahora.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora