1. Los ojos carmesí

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Ya habían pasado 3 años desde la última vez que la chica de los cabellos naranjas había visto a su segunda familia, constituida por Gin-chan, Shinpachi y Sadaharu. Honestamente, los extrañaba, y estaba ansiosa por verlos, pero no podía dejar el trabajo de lado tampoco. Después de todo, trabajaba por su cuenta, y viajaba por muchos sitios, matando a cada bestia que se le interpusiera en el camino. La chica lo disfrutaba, era lo que su padre hacía antes de retirarse después de todo, y si bien uno nunca se queda en un lugar fijo con este tipo de ocupación, se puede conocer gente nueva en el camino y aprender muchísimo; en fin, le gustaba la idea. Su hermano, del cual no se supo mucho más en los últimos años, también se dedicaba a recorrer el mundo por su cuenta, aunque nunca se encontraban.

La Tierra se veía pequeña y preciosa desde el barco volador en el que andaba Kagura; mirando por la ventana, esbozó una sonrisa, sentía que estaba llegando de nuevo al lugar a donde siempre podía regresar. Con la mano sosteniendo su cabeza en la parte del mentón, observaba este hermoso paisaje desde lejos: aunque muy pronto, podría al fin estar allí.

***

Luego de un rato enormemente largo, por fin estaba en Edo de nuevo. No veía la hora de poder abrazar a Sadaharu otra vez, regañar a Gin-chan por seguir siendo un vago como siempre, tener alguna que otra disputa con Shinpachi... Aunque dudaba que fuesen a seguir estando juntos aquellos. Luego de que la pequeña se había marchado de la Tierra, no tuvo muchas noticias de la Yorozuya: prefería no comunicarse con ellos, porque sabía que tendría ganas de volver a casa. Ellos entendían a la perfección esa situación y, aunque por supuesto la extrañaban, respetaban su decisión.

Edo estaba lleno de Amantos —como lo había estado siempre, y nunca iba a dejar de estarlo. Nobu Nobu seguía comandando, y, si bien el día estaba algo soleado (lo cual la obligó a sacar su paraguas), se notaba un aire algo "pesado", como de depresión.

Entre tanto caminar, se encontró con un lugar conocido: el antiguo cuartel del Shinsegumi. No pudo evitar recordar al Príncipe Mayo, al Gorila, al chico del badminton, al Afro, a... Y por supuesto, al maldito sádico. Si bien en ese momento quería reprimir las últimas palabras que intercambió con él, no pudo. Le era sencillamente imposible olvidar a quien empezó como alguien que le caía mal, luego se volvió su rival, para después convertirse en... un compañero de luchas. O más que eso, un amigo. Era alguien a quien recordaba con cariño, más después de esa pelea final que tuvieron, en donde prometieron volverse mucho más fuertes. Kagura pensaba entre sí "si me lo encontrara de nuevo... de seguro le ganaría una pelea", pero sabía que eso era muy improbable. Sin embargo, había cierta esperanza en su corazón, y tenía esas secretas ganas de que algo pasara, de saber de él. Odiaba admitirlo, pero... Extrañaba sus tonterías.

Caminando bastante más, al fin pudo llegar a la Yorozuya. Como sospechaba, estaba vacía. Lo que sí, el bar de Otose estaba abierto, por lo cual entró sin pensarlo dos veces.

—Bienveni- ¡¿Kagura-sama?! —era la voz de Tama. La bella robot de pelos verdes por supuesto que la había reconocido al instante.

—Estoy de vuelta —dijo Kagura, sonriendo y mirando hacia adentro, para ver si podía divisar alguna cara conocida.

— ¿Qué dices Tama? ¿Acaso tienes alguna falla? Kagura-chan se marchó hace mucho de aq... —Otose quedó, no sólo boquiabierta (haciendo que se le cayera el cigarrillo), sino que también sus ojos parecían dos platos enormes— ¡Oh! ¡Kagura-chan! —luego de eso, la abrazó como si hubiesen pasado décadas desde haberla visto. Kagura sonrió muchísimo, realmente había sido una cálida bienvenida.

—Por Dios, que hasta no pareces tú, ese cabello largo, esa vestimenta tan de señorita, hasta has perdido el 'aru' que tanto te caracterizaba antes. ¡Ni tienes restos de comida en la boca! Qué emoción, nunca creí que iba a verte así, Kagura-chan. —pareciera que hasta Otose iba a largarse a llorar, aunque notoriamente aguantó sus lágrimas.

¿Cómo terminó así?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora