02: Palabras innombrables

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Sus palabras fueron dichas con seguridad, siendo observado por los tres hombres que se encontraban en la sala de estar. Estos estaban hartos de su presencia.—Entonces no pierdas más tiempo, Nox.

Obedeciendo las palabras del hombre rubio, este se retiró de la sala en busca de su amo. Provocando la satisfacción de las personas presentes, él hombre Nox era bastante irritable.

Había pasado casi una semana desde la caída del Señor Tenebroso, aunque la noticia apenas y había llegado a los lugares más recónditos del planeta; atrayendo a sus seguidores más lejanos, provocando cierto desagrado en algunos mortífagos locales. Los hijos de este no tenían idea que su padre había fallecido días atrás aunque la falta de su figura paterna era notoria, no podían hacer algo. Mientras que los mellizos lloraban por la pérdida de su padre, el mundo mágico gozaba su caída. Cuándo se escucharon los rumores de que él Señor Tenebroso había sido vencido por un pequeño niño, que fue cuidado por el amor de su madre, muchas personas creyeron que era un juego pero, no. Esa era la realidad. El amor de su madre lo protegió de la magia oscura del Señor Tenebroso; provocando que, con el tiempo las personas olvidaran el rumor del nacimiento del heredero de Voldemort. Siendo contada de maneras tan exageras, erróneas e increíblemente tontas. Cuándo no era uno, si no dos.

De esa manera, varios seguidores del Señor Tenebroso comenzaron con la crianza de los mellizos Riddle, siendo que después de la muerte de su Señor tenían la seguridad de que él regresaría, él siempre regresará; Sus cuidados eran específicos y sumamente correctos, su crianza comenzó a ser la misma que utilizaba cualquier familia de sangre pura. Los Malfoy y Mulciber eran las principales familias que se encargaban de los pequeños niños, aunque los Lestrange fueron llevados a Azkaban al día siguiente de la caída de su Señor, prefiriendo la prisión antes que vivir sin su amo. En cambio muchos otros, huyeron del país o excusaron que sus acciones estaban bajo la maldición imperio, aunque esto era mentira. Los seguidores de Voldemort que se encontraban libres compartían el mismo sentimiento de negación ante el regreso del Señor Tenebroso, aunque esto sea inevitable.

Los pequeños mellizos jugaban entre ellos utilizando sus pequeñas manos, siendo observados por el aura de una mujer. Esta analizó a los pequeños niños, estando de acuerdo consigo misma que Theodore sería idéntico a su padre mientras que Scarlett tenía ligeras facciones de la familia Blair. Estaba siendo controlada por su esencia Blair, nadie que no tuviera su sangre podría verla. A su al rededor estaba volando un pequeño dragón de piel oscura, junto a unas poderosas púas rojas que combinaban a la perfección con sus ojos escarlatas. Sin él, no podría estar ahí; Él pequeño Theodore dirigió sus ojos esmeraldas a la mujer que se encontraba a unos metros de ellos, sonrió al mismo tiempo que agitaba su mano levemente. La mujer sonrió al obtener esa reacción de parte de su hijo, observó a la melliza de este. Scarlett, en cambio, se mantenía quieta observando a su hermano sin importarle si había otra persona con ellos. Esta solo quería la atención de su mellizo en ella.

Observó con una sonrisa cómo su hijo no dejaba de verla, sintiendo las ganas de regresar con ellos. De estar ahí, abrazándolos y crecer junto a ellos pero, no podía. Ella había tomado la decisión de irse en su cumpleaños número diecisiete, ella lo eligió, sin saber el dolor que causaría aquella decisión.

Un estruendoso ruido provocó que los mellizos apartaran la vista de la mujer, observando cómo un hombre de mediana edad y ropa gastada era aventado al suelo brutalmente. Al momento de intentar regresar su mirada a la mujer, esta ya no se encontraba ahí. Provocando enojo en él pequeño Theodore.

—¡Crucio, maldito impuro! ¡Crucio!—Exclamó un hombre de túnicas costosas apuntando su varita hacia el hombre que se encontraba en el suelo. Él mortífago ignoraba las súplicas del hijo de muggles, siguiendo con su tortura.—¡No debiste haber venido a la casa de mi Señor!

—¡Piedad!—Exclamó él hombre, sintiendo su cuerpo arder ante los maleficios.—Por favor, tenga piedad de mi.

—¡Crucio!—Gritó él hombre sin acatar sus peticiones, escuchando sus lamentos mientras una enorme sonrisa burlesca aparecía en sus labios.—¡Ensuciaste el hogar de mi Señor! ¡No puedes ser perdonado!

—¡Piedad! ¡Juro irme si me da la oportunidad!—Pedía aquel hombre, al levantar la mirada se encontró con dos niños observándolo fijamente.—No es cierto, no ellos... no.

Sus palabras salieron de manera temblorosa al momento de observar a los pares de ojos que tenía frente a él, sus ojos eran hermosos pero, su sangre gritaba peligro. Todo ellos lo irradiaban.

—¡No te atrevas a ver a los hijos de mi Señor!—Escupió él mortifago, empujando al hombre con su pie provocando que la cara de este impactará en el suelo de la mansión. Algunos de los mortifagos que se encontraban en la sala de estar observaban con diversión la escena, mientras que a otros simplemente les aburría el estar ahí.—¡Crucio!

—Cru-... cio-...—Intentó decir Theodore con su pequeño rostro fruncido, provocando que cada una de las personas lo observarán. Narcissa Malfoy dejo caer su taza de té en el suelo al escuchar al pequeño niño. Él sonoro choque de la taza impactando contra el suelo llegó a cada oído, mientras él objetó se rompía, dejando caer el líquido dentro de la taza. Los ojos esmeraldas de Scarlett se dirigieron a la taza, analizando esta.

—¿Theodore acaba de decir crucio?—Preguntó la mujer de cabellos rubios, observando a los magos pero, estos no la veían. Uno de ellos lo pensó, era más que claro que al escuchar las palabras que decían los adultos, un niño las imitaría.

—¿Crucio?—Mencionó la pequeña Riddle, provocando que las miradas se dirigieran a esta. Él hombre que se encontraba tendido en el suelo con notables heridas en su cuerpo observó a los niños, sintiendo su corazón comenzar a latir de la manera más rápida posible. Su miedo comenzaba a aumentar.

—¡Crucio!—Volvió a decir él pequeño Theodore de manera más segura, imitando la acción de su melliza al decirlo de una manera mucho más alegre. Estos comenzaron a aplaudir de la manera más feliz que sus manos les permitieron ese momento, orgullosos de por fin poder hablar.

—¡Crucio! ¡Crucio!—Gritaron el par de mellizos, siendo que, cada vez que una de esas maldiciones salía de la boca de alguno de estos, él hombre que se encontraba ensangrentado en el suelo comenzaba a gritar cada vez más fuerte sintiendo dolor en cada palabra que pronunciaban. Ellos lo causaban.

—¡Por Salazar!—Exclamó uno de los seguidores del Señor Tenebroso.—¡Estos niños si son dignos de mi Señor!

—¿A caso lo dudabas?—Mencionó uno de sus compañeros, sintiendo la burla en su ser al saber que aquel mago no confiaba en las habilidades de los hijos de su Señor. Cuándo jamás tenían que ser subestimados.


jeromx

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