Capítulo 8 (Parte 1/2)

Start from the beginning
                                    

—Ni sueñen que me dejarán entrar allí —comento.

Ashley levanta la mirada hasta un letrero el cual advierte que sólo pueden ingresar mayores de dieciocho años.

Me tranquilizo un poco, sabiendo que va a responderme con un muy buen plan.

—Y eso que pareces de trece.

—¡Oye!

Un poco de respeto para la Hija de Gea, ¿no?

Jota se acerca a la entrada, y el guardia pasa de él al darse cuenta de que es, notablemente, mayor de edad. Fénix y Ashley pasan muy cerca de Jota, conmigo en medio, para que entremos todos juntos y de un tirón.

Y entonces el guardia me detiene.

—Documento, por favor.

Trato de evitar abrir los ojos con desesperación; nunca me habían atrapado colándome a algún lado... porque, básicamente, nunca lo he hecho.

—Eh...

—Ella viene con nosotros —interrumpe Fénix al instante.

—¿Y eso qué? —Farfulla el tipo— Quiero ver su documento.

—Mira, grandulón —interfiere Ash, dejando a Fénix a un lado. El guardia no es precisamente alguien grande, pero parece que lo toma como un cumplido porque eleva las cejas en señal de prestarle atención—. Todos somos mayores, y ella viene con nosotros. Además, trae mucho dinero. ¿Qué otra cosa hay más importante, eh? No veo que haya muchos visitantes a estas horas.

El hombre mira alrededor, titubeante.

En el corto silencio vacilante, Ash me da un pequeño empujoncito disimulado para que yo avance y aproveche el momento. Me hago la distraída y sigo caminando mientras me oculto un poco detrás de Jota.

—Sí, exactamente —se responde a sí misma—. No te preocupes, haremos unos juegos rápidos y nos iremos antes del anochecer.

Voltea al tiempo en que todos entramos. Dentro del casino, las luces que antes me impactaron resultan patéticas comparadas con la iluminación interior. Algunas voces me invaden también, sobre todo masculinas, y el incómodo sonido que producen algunas máquinas.

También hay mucho olor a cigarro.

—Ve a encontrar a un tipo aquí dentro —bufa Jota, contemplando el lugar.

—Sería bueno que me contaran cómo es él —digo.

—Te darás cuenta en cuanto lo veas.

¿Y qué pretenden que entienda por eso? Estoy a punto de preguntarle a Jota, pero se va volando de mi lado. Bueno, está bien. Supongo que simplemente los acompañaré y dejaré que ellos lo encuentren.

Pasamos la primera sala y entonces todo se vuelve más bonito de lo que era. El suelo se convierte en alfombra en un sector repleto de sofás, cerca de un pequeño bar. No sé si el muchacho que buscamos esté tomando algo, pero los demás siguen caminando hacia otra dirección, por lo cual los sigo de cerca.

Andamos por un pequeño y corto pasillo, doblamos alrededor de una columna, y entonces la adrenalina comienza a correrme por las venas. Tantas luces y máquinas de juegos me sobrecargan con una extraña emoción, como un niño entrando en una sala de juegos y peloteros. Todas las paredes y el techo son negros, lo cual provoca que las luces azules, rojas, amarillas y verdes impacten al instante. Las máquinas tragamonedas están colocadas una al lado de la otra, en hileras que llegan a reventar toda la habitación. Ashley y Fénix estiran el cuello para obtener una vista más amplia del lugar, pero parecen que no dan con el objetivo.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now