Capítulo XXVI

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~ Sexo ~

El piso de Harry sufrió una transformación en cuestión de minutos. Las llamas de las velas de colores emitían un brillo dorado desde todos los rincones. Empecé a sentirme un poco nervioso. Harry me atrajo hacia sí con los brazos en torno a mi espalda, me besó el cuello y me guió hasta el sofá. Acabamos sentándonos entre risitas. Cuando abrí la boca para decir algo, Harry acercó sus labios a los míos, y la situación cambió al instante. Incliné la cabeza para que nuestras bocas se juntaran a la perfección, y compartimos un beso delicioso. Oí el estallido de un trueno en el cielo, pero lo ignoré. Harry se echó hacia atrás y me miró directamente a los ojos. Estaba irresistible con aquellos ojos tan verdes, las mejillas encendidas y el cabello aún húmedo que le caía sobre la frente.

-Te quiero -dijo-. Te quiero tanto que ni te imaginas

Levanté la mano y le acaricié los labios con delicadeza.

-Yo también te quiero

Entonces llegó el momento de dejar de hablar y nos recostamos en el sofá.


El trueno hizo temblar las ventanas del auto.

-Hemos llegado demasiado tarde

La doctora estaba pálida, pero no podía perder su semblante decidido.

-Si fuera así los dos estaríamos muertos

El vehículo se detuvo con una sacudida frente a un edificio de departamentos lujosos.

-Es aquí -dijo ella-. Bien. Entren. Vamos, vamos, vamos

Los agentes bajaron de un salto y corrieron hacia la puerta, empuñando sus armas.

Joe lanzó una mirada a la doctora.

-Vamos allá -dijo ella.

Salieron bajo la lluvia intensa y siguieron a los agentes.


La boca de Harry había pasado de mi boca a mi cuello. Nuestros cuerpos prácticamente estaban unidos por los labios que besaban piel, labios que besaban labios, piel que tocaba piel. Llevó la mano a mis caderas y desabrochó mi pantalón. Empezó a darme besos en la clavícula. Fue una sensación increíble. Con un suspiro, eché la cabeza hacia atrás. Entonces percibí un temblor y él dejó de besarme.

-¿Qué fue eso?

Se produjo otro temblor, esta vez más fuerte. Los ventanales del departamento se estremecieron y las llamas de las velas parpadearon.

-¿Es un terremoto?

La habitación quedó inmóvil de nuevo.

-No lo creo. Supongo que solo ha sido un camión grande que ha pasado. -Acercó de nuevo la boca a mi cuello-. Bien, ¿Dónde íbamos?


-Suban. Suban allí ahora mismo. Suban, suban, SUBAN

El temblor cesó y Joe dio un traspié mientras corría tras el equipo de operaciones especiales.

-Hemos llegado demasiado tarde

Rezó una oración rápida por su familia, sus amigos y por él mismo.


Tiré de la camisa de Harry hacia arriba. La prenda se deslizó por encima de su cabeza y la tiré al suelo. Exploré su pecho perfecto con los labios. El placer de su contacto me resultaba casi insoportable. Solté un gemido y tensé mi cuerpo. Continuó besándome el cuello mientras me daba tirones en los pantalones hasta bajármelos casi a la altura de las rodillas. Entonces se enderezó y se puso a desabrochar su cinturón. El momento casi había llegado. Todos mis sentidos estaban despiertos. Harry fijó una mirada profunda en mis ojos y me empujó con suavidad hacia el sofá.

Nos interrumpieron unos golpes enérgicos en la puerta.

-¿Qué ha sido eso?

Nos separamos de un salto, con la vista fija en la puerta. Sonaron más golpes rotundos. Volvimos a acercarnos rápidamente el uno al otro y nos abrazamos, asustados.

Se oyó una voz fuerte que me provocó escalofríos.

-FBI. Abran la puerta. ¡Ahora!

-¿El FBI? -Murmuró Harry-. Debe ser una broma

Se me aceleró el corazón mientras mirábamos hacia al frente. Y de pronto ya no había puerta. Un grupo de soldados corría hacia nosotros, con armas en las manos. Comencé a gritar y me aferré a Harry.

"Esto no es real. No está pasando"

El tiempo pareció ralentizarse. Un hombre corpulento venía directo hacia nosotros y entendí que intentaba agarrar a Harry para llevárselo. Grité más fuerte, con la esperanza de que los vecinos llamaran a la policía. Tenía que quedarme junto a Harry. Sin dejar de gritar, lo tomé de la mano y me negué a soltarlo.

-No pueden llevárselo. No pueden llevárselo

Entonces noté un pinchazo en el abdomen.

-¡No! -Oí gritar a Harry, pero como si me hablara desde muy lejos. Sus expresiones, el temor en sus ojos y su boca semi abierta fue lo último que alcancé a ver. Se me nubló la vista y de repente me entraron ganas de dormir. Sonreí. Entonces el sueño se apoderó de mí y me sumí en la oscuridad.


-No pueden llevárselo. No pueden llevárselo.

Sí que podemos. Tenemos que hacerlo. Joe sintió lástima por él. Como no se tranquilizaba le dispararon un tranquilizante. Al cabo de unos segundos cayó inconsciente. Su novio se puso a gritar y atacó a los agentes con los brazos, quienes le dispararon un tranquilizante también y todo se calmó. La doctora entró y miró a su alrededor, fijándose en las velas y los adolescentes dormidos en el sofá.

-Vaya, qué romántico -comentó antes de reírse a carcajadas.

Joe se encargó de apagar las velas una a una. Quedaba una vela encendida sobre la mesa de centro que estaba junto al menor de los chicos. Joe se agachó para soplar, pero se distrajo al fijarse en su cara. Parecía dormir plácidamente, y tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Pero cuando lo observó más de cerca, vio el brillo de una lágrima en su mejilla. El alivio que sentía dio paso a un sentimiento más desagradable: La culpa.

Se sentó en el suelo y lo miró con detenimiento. Sintió la presencia de la doctora detrás de él.

-Hacen una bonita pareja, ¿no crees? -comentó ella-. ¿Quién iba a imaginar que dos personas tan jóvenes podían causar tantos problemas?

Joe no respondió.

-Hemos hecho un buen trabajo -prosiguió -. Asumo la responsabilidad de haber estado al borde de un desastre mayor. Fui yo quien dejó que este asunto tomara más tiempo. Ahora nos esperan unos días interesantes. Estoy deseando ver qué podemos obtener de ellos

El agente fornido regresó a la habitación.

-Hemos terminado -avisó-. ¿Qué quiere que hagamos con los jóvenes?

-Llévenselos a la oficina central. Asegúrense de que viajen en coches separados.

El hombre levantó al chico con un movimiento brusco y se lo echó al hombro como si fuera un muñeco de trapo. Otro agente se agachó y recogió en brazos al otro chico. Su cabeza quedó colgando hacia atrás, y Joe logró ver que la lágrima le resbalaba por la mejilla hasta caer en la alfombra.

-Vámonos de aquí -ordenó la doctora.

Se marcharon y cerraron la puerta tras ellos.

~

*se va lentamente, llorando*

Ignacia

Destinados » LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora