1. Miedo

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El día estaba algo nublado, el estridente sonido que provocaba el expreso Hogwarts retumbo a lo largo del andén nueve y tres cuartos, Albus Severus Potter miraba con algo de miedo a su padre Harry Potter, mientras tenia abrazado a su hermosa madre Ginny, "Todo estará bien" entendió a su padre, el asintió algo inseguro, si terminaba en Slytherin sería el hazmerreír de toda la familia, el pánico llego de nuevo a su pequeño cuerpo de 11 años, miro de reojo a su hermano James Sirius Potter, que lo miraba burlón mirándolo con sus ojos marrones, y su prima Rose Weasly llevaba el característico pelo rojo de todos los Weasly que miraba con atención un grueso libro sobre estudios muggles.

El tren retumbo, Albus dio un pequeño saltito, provocando la risa de su hermano mayor, Albus volteo a verlo y lo fulmino con la mirada, se despidió de nuevo de sus padres antes de salir del andén nueve y tres cuartos, hasta que sus padres desaparecieron junto a sus tíos, su padre había asegurado que Hogwarts era la mejor escuela de magia que podía existir, le había contado desde que era pequeño todas las aventuras que había tenido en aquel castillo, todas las travesuras con su amigo del alma Ron Weasly, que lo mejor era Gryffindor siempre aseguraba su tío Ron, mientras recibía un codazo de su tía Hermione, había crecido junto a las historias que contaban las personas alrededor suyo de la grandeza de Harry Potter, el que libero al mundo mágico de la oscuridad de Lord Voldemord, pero antes cuando su padre era su héroe no importaba mucho, tal vez cuando tenía unos seis o siete años, pero después de los ocho, cuando todos comenzaban a exigir ver la misma grandeza de su padre en él, el miedo lo atajaba, muchas preguntas rodaban por su cabeza pero el ¿Seré como él? Era una de sus más grandes añoranzas pero también de sus pesadillas, no quería parecerse a su padre, ya tenía suficiente con su apariencia, su hermano James era diferente a su padre, era más parecido a su madre, pero él, lastimosamente, tenía los mismo ojos de su abuela, y el mismo pelo desaliñado de su padre, lo que al menos agradecía era no tener aquellas grandes y redondas gafas que cargaba su padre.

El día, no era especialmente bonitos, estaba más bien nublado, pero eso le encantaba podía distraerse al menos unas cuantas horas viendo figuras en las esponjosas nubes, pudo divisar un gran dragón, una ficha de ajedrez y una serpiente, le pareció totalmente hermosa, las serpientes siempre le gustaron, le parecían hermosas, pero eso solo alimentó el miedo de terminar perteneciendo a Slytherin.

-Albus -dijo su hermano James, con voz perezosa -dormiré un poco, así que no hagas ni el más mínimo ruido si no te hare un conjuro vomita babosas.

Albus asistió con algo de miedo, sabía que su hermano no lo haría en el tren, pero cuando estuvieran en Hogwarts...

Miro a su prima Rose, seguía leyendo enfocada su libro de estudios muggles, este sería un viaje muy aburrido, su padre dijo que siempre se llenaba de felicidad al estar en el tren de Hogwarts, pero el solo sentía inseguridad, sabía que si el terminara perteneciendo a Slytherin podía convertirse en otra persona, alimentar su cobardía y convertirla en un arma, algo que él realmente temía, se levantó despacio y salió de la cabina, miro de reojo el gran ventanal donde los árboles pasaban rápidamente pereciendo solo borrones verdes, iba a investigar el vagón, tal vez así podría hacer nuevo amigos, comenzó con el vagón siguiente, habían chicos de al menos quinto grado, golpeo tímidamente en la puerta abierta, todos los jóvenes que hablaban animadamente del quidditch voltearon a verlo, y luego le sonrieron amablemente.

-¿Te perdiste? -Dijo un chico con ojos ámbares como los de un halcón, pero con mirada amable.

-No... solo estaba aburrido en mi cabina -dijo tímidamente Albus.

Los demás le sonrieron invitándolo a que entrara a la cabina, él se sentó al lado del chico con ojos como los de un halcón, sonrió a todos y luego los adolescentes comenzaron a hablar de quidditch, no era un tema que Albus no supiera, más bien estaba totalmente informado de ello, y aunque era un admirador afiebrado del quidditch profesional él se ponía malo solo con ver una escoba a menos de tres metros de él, la charla fue bastante amena, realmente le gusto hablar con los amables Gryffindor de quinto grado, estar con ellos solo le recordó lo grandioso que era poder pertenecer a Gryffindor.

Solo cambiemos de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora