CAPÍTULO 5: PARQUE NATURAL DE BISCAYNE.

8.9K 458 18
                                    

Cuando me desperté por la mañana bajé a la cocina y vi a Susana preparando algo.

- Eh, buenos días. -La saludé dándole una palmada en el trasero.

- Serán buenos para ti, yo sigo buscando la gracia de esos gilipollas, en concreto la de Ethan. - Puso cara de asco. - Pero en fin... ¿dónde has dormido eh? Esta mañana he intentado entrar en tu habitación, pero estaba cerrada con llave. Ryan me ha dicho que no había nadie.

- Dormí en la habitación de Eric. Me ofreció quedarme ahí, por si entraban en nuestras habitaciones de noche, pero veo que no ha pasado nada. - Metí dos rebanadas de pan en la tostadora. No iba a darle importancia a algo que no la merecía.

Susana levantó ambas cejas y sonrió pícaramente mientras movía la cuchara dentro de su cappuccino. Abrió la boca con la intención de decir algo, pero decidí adelantarme:

- No pasó absolutamente nada. Se lo dejé bien claro a Eric. Punto. No hay nada más que hablar. – Comencé a untar mis tostadas con mantequilla.

- De acuerdo, fiera. - Le dio un sorbo a su cappuccino y me miró mientras sonreía, eso me hizo pensar que había hecho alguna trastada, estaba a punto de contármela y hacerme cómplice. –Cambiando de tema...- Dejó la taza sobre la isla y del bolsillo trasero de sus shorts sacó una llave con el nombre de Ethan escrito en rotulador permanente.

- ¿Le has encerrado en su habitación? - Ella asintió orgullosa. Siempre tan simpática. Hice una pausa mientras mordía mi tostada. - ¿Cómo has conseguido la llave? – Mientras masticaba esperaba oír la respuesta de mi amiga.

- Digamos que al tío le falta oxígeno en el cerebro desde que nació, se dejó la llave en el mueble del pasillo. - Solté una risita y miré hacia la puerta. Un par de chicos a los que no les agradaba nuestra compañía nos miraron.

- ¡Eh, vosotras!, ¿Qué le habéis hecho a Ethan? No puede salir de su habitación. - Me encogí de hombros y le volví a dar un mordisco a mi tostada. Intentaron intimidarnos, pero les salió el tiro por la culata. Tras mirar brevemente a mi amiga me limité a contestar.

- A él no le hemos hecho nada, otra cosa es qué se lo hayamos hecho a su puerta. - Los chicos se miraron y se aproximaron a mí.

- Le habéis encerrado. - Uno de los chicos se encaró conmigo mientras yo seguía desayunando la mar de tranquila.

- ¡Ding, ding, ding! ¡Premio! - Me reí ante sus caras de incredulidad. A veces podía ser la mar de irritante.

- Veo que no a todos os falta oxigeno como a Ethan. - Susana comenzó a reírse ante su propio comentario. Los chicos la miraron enfadados.

- Os pensáis que por vivir aquí sois intocables, pero no sabéis donde os estáis metiendo. Sois unas pobres niñatas intentando aparentar ser adultas. Dais muchísima pena. - Di un paso al frente reduciendo la distancia.

- Ian, ¿verdad? - Frunció el ceño a la espera de lo que tenía que añadir.

- Seríamos intocables viviéramos aquí o no. Si nos tocáis las narices, nosotras os tocaremos las pelotas. Los únicos que dais pena aquí sois vosotros, necesitáis encararos con chicas de diecisiete años para darle vidilla a vuestra triste vida. Lo único interesante que os pasa son las fiestas de los fines de semana, así que no vengáis a darnos lecciones de madurez y mucho menos de cómo ser adultas. - Ian me miró fijamente antes de dar un paso atrás.

- Vosotras os lo habéis buscado. - Le dio un toque en el brazo a su amigo y ambos subieron a abrirle la puerta a Ethan.

Susana me miró estupefacta. No sé de qué se sorprendía, al fin y al cabo, a borde y amenazante no me iba a ganar una persona con el cerebro del tamaño de una pasa.

Demasiada Testosterona (TERMINADA & EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora