7.- Habla

375 30 2
                                    

Caminaba por Gran Vía mientras pensaba en Silvia. Lo último que me había dicho mi madre fue: "Como siempre, harás lo que te de la gana".
Saqué el móvil del bolso y busque su número. Le di a llamar.
-¿Si?
Supuse que estaba con Andreu porque no había dicho mi nombre.
-¿Está Andreu cerca?
-Exacto.
-Entonces contesta solo sí o no.
-Vale.
-Tengo tantas ganas de verte.
- Y yo.
-¿Y sabes qué más quiero? —dije con una sonrisa pícara.
-¿Qué?
-Quiero tumbarte en cualquier lado y hacerte el amor como si no existiera un mañana —imaginé como Silvia se ponía colorada delante de Andreu y he de decir que esa escena me puso mucho.
-Espera.
Noté como ponía la mano encima del micrófono del teléfono. Yo seguía caminando y sonriendo como una gilipolla enamorada, lo que era.
-Ana, te mato.
-¿Te has librado de él?
-Sí, le he dicho que vaya a buscar a Joana a casa de la abuela. Pero bueno... cuéntame, ¿qué mas me harías?
-Silvia —sonó mi voz maliciosa —¿quieres tener sexo telefónico?
-Ana... ¿qué crees? —su voz sonaba pícara.
-Silvia estoy en la calle.
-¿Te queda mucho para llegar a casa? Porque Andreu puede volver en nada.
-Estoy cerca.
Aceleré el paso y en pocos minutos cruce las calles que me separaba de mi piso. Subí corriendo, literalmente, y abrí la puerta para acto seguido sentarme en el sofá.
-He llegado.
-Perfecto porque ya no aguantaba más.
-Silvia... —dije temblorosa— ¿Estas segura de...?
-Ana cállate y dime... ¿Qué más me harías?
Suspire y sonreí.
-Pues te besaría en el salón de mi casa y te llevaría en brazos hasta la habitación.
-Uy, que típico todo, ¿no?
-Cállate —dije riéndome— Una vez en la cama colocaría tus brazos por encima de tu cabeza y...
-Y me atas —me cortó ella.
-Uy, que viciosa. Te ato y comienzo a desvestirte mientras voy besando cada rincón de tu cuerpo. Poco a poco.
-Ajá —fue un gemido más que una afirmación.
-¿Silvia?
-¿Qu...Qué? —sin duda, eran gemidos.
-¿Ya estas...?
-Joder, Ana, sigue hablando.
Introduje mi mano lentamente en mi pantalón para seguir con mi relato.
-Después de desvestirte subiría a tus pechos y los besaría, lamería y chuparía. Luego, te quitaría el sujetador y los masajearía mientras que tu no dejas de gemir.
Podía escuchar sus gemidos por el auricular y eso hacía que mi temperatura aumentará.
-Bajaría hasta tu... tu tesoro —ella rió al igual que yo— Tu risa entre gemidos es una maravilla.
-Pues haz...me ge...gemir más.
-Pues una vez allí introduciría mis dedos mientras te beso y cuando estés a punto de llegar te haría acabar con ni boca al mismo tiempo que gri...gritas —yo ya no podía más, al igual que ella— mi nombre.
-¡A... Ana!
-Justo así —me deje caer en en sofá— Silvia...
-Dime —su respiración aún era agitada.
-¿Qué acabamos de hacer?
-Hemos tenido sexo telefónico Ana.
-Madre mía —ambas estallamos y empezamos a reír.
-Te quiero.
-Y yo a ti, mucho.
Estuvimos un rato calladas hasta que ella se encargo de romper el silencio.
-Mi amor... Tengo que colgar.
-Vale. Te quiero mucho.
-Y yo. Por cierto, esto lo tenemos que hacer en vivo.
-Para hacerlo en vivo tengo muchas más cosas pensadas.
-Te quiero —estaba sonriendo, lo notaba.
-Y yo vida mía.
Ambas colgamos y ahí me quede yo, en el sofá, con el móvil en el pecho y sonriendo mientras miraba al techo de mi casa. Me levante y me fui a la ducha.
Estaba esperando a que el agua saliera caliente cuando me llegó un mensaje al móvil, era Silvia.
"¿Mañana a las diez de la mañana estas libre? Porque a esa hora estoy llegando Atocha para que me hagas todo lo que me has dicho".
No podía con esta mujer, rompía mis esquemas.
"A las once ya estaremos por el segundo orgasmo".
Se lo envíe y me metí bajo el chorro de agua caliente.

Nuestra esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora