Capítulo 50

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Desperté en nuestra cama con el llanto de nuestra pequeña

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Desperté en nuestra cama con el llanto de nuestra pequeña. Me levanté de la cama y cogí a nuestro pequeño angelito entre mis brazos, acunándola.

- Shh... tranquila, mi pequeña Katherine.

Habíamos decidido ponerle mi antiguo nombre. Yo me quedé con Diana ya que de la antigua Katherine apenas quedaba nada en mí.

Miré a la pequeña. Era realmente bonita, con un pelo rubio como el mío y los ojos de su padre. También había heredado unas bonitas alas blancas, lo que le daba un aspecto aún más angelical. Aún no sabíamos si habría heredado también algún otro don ya que era demasiado pequeña.

Vi el cuaderno de dibujo de Adonai en la mesita de noche. Era la razón de que hubiera vuelto a la habitacion en el centro. Cuando pasó todo aquello me lo regaló y yo lo cuidaba como oro en paño.

La puerta de nuestra pequeña cabaña se abrió y apareció Adonai. Ahora ya era todo un hombre. Se acercó a mí y me besó.

- ¿Cómo está nuestra pequeña?

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- ¿Cómo está nuestra pequeña?

- Bien, creo que solo ha tenido una pesadilla.

Salimos juntos al exterior, sintiendo el sol de la mañana acariciando nuestra piel.

Contemplé nuestra pequeña aldea. Cuando vencimos al Fundador supimos que no todo había acabado. Ahora los humanos nos seguirían buscando para capturarnos ya que pensaban que todos éramos igual de peligrosos y nos consideraban una amenaza para la humanidad. Decidimos retirarnos a vivir al bosque y muchos de los chicos con dones de otras compañías se nos unieron. Al final habíamos creado nuestro pequeño refugio donde vivir felices y a salvo del resto de los humanos.

Oí un aullido a lo lejos y no pude evitar sonreír levemente. Me hubiese gustado que Caleb hubiese podido vivir allí con nosotros. Aún llevaba el collar que me regaló. Era lo que me quedaba de él. Todos los días iba al bosque y cuidaba de las flores de su tumba. Extrañamente había crecido un bonito rosal blanco sobre ella.

Katherine cogió un mechón de mi pelo y jugó con él entre sus manos. Adonai me besó en la frente.

"Yo prometo". Aquellas palabras siguieron resonando en mi mente el resto de mis días.

Dime Quién Soy [1a parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora