3 | ¿Tú sientes lo mismo?

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Había sido mala idea no dejarlo hablar en la rueda de la fortuna.

Comencé a caminar lo más rápido que mis piernas podían hacerlo. Debía detenerlo y aclarar este malentendido que parecía no llegar a ningún lado, o de lo contrario se volvería a encerrar en sí mismo. Y prefería mil veces quedarme sin cualquier tipo de amor más allá de la amistad, a quedarme sin Kentin.

Sin embargo, a pesar de gritar su nombre, él no se detenía.

—Ken... ¡Kentin! ¡Detente! Vamos a hablar de esto más tranquilos... Más... Tranquilos... —Pude notar como transformaba sus manos en puños—. ¡Por favor, Kentin...!

Finalmente, y a paso dudoso, terminó por detenerse. ¿Ya está, lo había conseguido? Parecía tener intenciones de darse vuelta, pero una ola de gente recién salida de la atracción más cercana lo detuvo. Él aún se encontraba a varios metros de mí. Corrí en su búsqueda como si de mi vida se tratara, pero las personas eran demasiadas y terminé por perderle.

No importaba para qué lado mirase, ya no estaba.

—Mierda, mierda, mierda. Kentin, ¿por qué haces esto?


『• •☂• •』


Intentaba asimilar todo lo que había sucedido cuando un potente trueno se hizo escuchar. Así que no solo estaba perdida en medio de un parque de diversiones enorme —Kentin se había llevado el mapa— y peleada con mi mejor amigo, sino que también iba a ser empapada por una tormenta. La suerte estaba de mi lado, definitivamente.

La lluvia que, pensé, llegaría más tarde comenzó a caer, y las personas que un momento antes me estorbaban se dispersaron en todas las direcciones. Corrí sin rumbo en busca de un refugio durante largos minutos, hasta terminar empapada de la cabeza a los pies.

Finalmente correr y recorrer dio sus frutos. Había encontrado una especie de... ¿atracción abandonada? en un rincón muy alejado del centro. Y decidí que aquel sería mi refugio hasta que la lluvia se detuviese.

Hasta ese momento no había caído en la cuenta de todo lo que había corrido, casi no localizaba personas a la vista. Por no decir ninguna.

La atracción resultó ser el típico lugar donde se realizaban espectáculos, como shows o hazañas de cualquier tipo. Lucía inestable, por lo que decidí esperar pegada a la pared en la zona exterior. Apenas se mantenían de pie algunos muros sin terminar, y dentro de todo, tenía un reconfortante techo —si es que se le podía llamar así a esa capa llena de goteras— donde esperar que la lluvia cese.

En una búsqueda desesperada por algo que hacer, miré hacia abajo. Mis pequeñas pero no lo suficientemente mojadas botas protegían a mis pies del frío de la lluvia. Por otro lado, mi vestido a tirantes violeta parecía estar recién salido de una lavadora.

Me encontraba a mí misma sola y congelada, tiritando, en uno de los puntos más alejados del parque.

A este paso terminaré viviendo aquí... —exhalé un suspiro.

¡PUM! —El ruido de un golpe me tomó por sorpresa y di un pequeño espasmo. Se escuchó muy cerca de donde yo estaba... ¿debía ir a investigar?

¿Pero qué estoy diciendo? «Metiche» es mi segundo nombre.


Hey, Kentin [Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora