Peligro [Sakamaki Shu |x| Lectora] Diabolik Lovers

❀ [Intro] ❀

Era dolorosamente cautivador.
Todo en él era digno de admirar; sus hebras doradas como los rayos del sol, su piel blanca como la leche, y sus orbes, dignos de hundirte en ellos por su adorable color azul. Pero ¿de que servían todos esos atributos si no eran suficiente para balancear lo cruel que era?.

Te era insaciable. Te sentías defectuosa. Aunque quisieras negarte a sus ordenes, tu cuerpo accedía gustoso a sus peticiones, se doblegaba a su áspero toque, te rebajaba a inmiscuirte en su mente. Era cansado, estabas cansada ¿cuándo se cansarían de jugar a lo mismo? Un quejido proveniente de tus labios te hizo aferrar con fuerza a su ropa, podías oler el líquido carmesí que se desbordaba por su caliente garganta y sabías que no le importaba otra cosa que probarte. Era detestable que solo en momentos como esos fueran íntimos, sin embargo no podías recriminarle y menos odiarlo.

—Me perteneces.

Tu pecho se contrajo con pesadumbre. Esas palabras eran severas, estaban teñidas de posesividad, te reclamaba como suya pese que no lo fuera para ti. Con impotencia, mordiste tus labios para después sentir su aliento acariciando tu tersa piel. Ya no podías callar más, si no era tuyo, entonces  tampoco tenías que ser suya. Era tiempo de aclararlo, no querías seguir aspirando por un amor tan frío y distante que no daba señal de acogerlo con tu calor.

—No te pertenezco. 

—¿Eso crees?

Una sonrisa retorcida se asomó en su rostro. 
Le causaba gracia que trataras de ser fuerte cuando en realidad ya conocía todas tus debilidades,  así que favorecido por estar encima de ti, sus manos se deslizaron como serpientes sobre tu frágil cuerpo. Sus pupilas  destellaron al ver como una tierna reacción se nublaba en tu cara; quien iba a decir que el solo roce de sus dedos era suficiente para desbordar el lívido que le profesabas.

—Tu cuerpo lo ha dejado en evidencia. 

Sofocada, trataste de empujarlo, pero sus dientes se encajaron con violencia en tu cuello. La sensación de ultraje te invadió de sobremanera, y solo tenías ganas de sollozar. Era terriblemente sofocante, pero al mismo tiempo no querías huir de su regazo. 

—Incluso lo sabes...—Su aliento galopó con intensidad sobre tu oreja. Le gustaba ser de aquella forma; mostrando el poder que podía ejercer sobre ti, así que en el momento en que su lengua palpó tu piel, te aferraste a su pecho, era inevitable no estremecerse cuando conocías como terminarían las cosas esa noche.

Al final de cuentas, él lo había dicho desde el principio...  

Iba a devorarte de pies a cabeza,
 hasta que no pudiera saciarse más con tu esencia.