Capítulo 6 (Parte 2/2)

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Llegamos hasta una puerta que se halla en la punta del pasillo. Al abrirla nos topamos con una escalera que sube en forma de espiral, rodeada por una baranda de metal. La subimos, en fila. En el siguiente piso espero encontrar algo distinto, pero sólo hay otro pasillo idéntico al anterior. La única diferencia es que no hay puertas intercaladas en ambas paredes, sino una sola, ubicada al final del corredor.

Sigo caminando con ellos, hasta que de repente se detienen.

-Bien, te esperaremos aquí -anuncia Danna.

Le echo una mirada a la única puerta del lugar y luego vuelvo a verlos a ellos, un tanto abrumada.

Esperaba que Fénix me dijera algo o me dedicara, al menos, una mirada de ánimo. Pero se apoya contra la pared, y se queda esperando allí, sin observar nada de lo que está a su alrededor. Tomo un poco de aire, y deposito el bolso junto a ellos.

-De acuerdo, ya vuelvo -digo, tratando de sonar firme.

Y, sin más, me dirijo con pasos cortos hasta el final del pasillo. Se me complica un poco cuando al fin llego, porque no sé si abrir la puerta o tocar. Me decido por tocar con los nudillos, y entonces una voz me dice que pase.

Abro la puerta con un crujido, y de repente un aroma delicioso me invade. Lo segundo que detecto es el enorme escritorio delante de una ventana gigante y la intensidad del color bordó. La habitación no es como todo lo demás que he llegado a ver del Gremio; hay una alfombra que cubre casi todo el suelo y una cortina de seda que cuelga de la ventana, ambas del color bordó que tanto me atrae. Además, la mayoría de los muebles están hechos de madera, lo que me parece aún más extraño.

Pero, sin duda, lo que más se distingue en la habitación es el hombre que se halla sentado en aquella silla encuerada. Me observa con una media sonrisa y los brazos cruzados sobre el escritorio. Es bastante atractivo, aunque a mí no me gusten los hombres que pasan los treinta años.

-Tú debes ser Audrey -adivina, con un tono de voz amistoso.

Bueno, es seguro que no lo adivinó. Kendrick debe conocer mi apariencia bastante bien, aunque nunca nos hayamos visto frente a frente.

No respondo, sino que permito que mis ojos se vayan instintivamente hacia el hogar que se encuentra a la izquierda, donde el fuego cruje con cautela. Me quedo apenas unos segundos así, pero Kendrick debe notar las llamas reflejadas en mis ojos claros, porque parece emocionarse un poco.

-Bueno, puedes tomar asiento si quieres, Audrey.

Entonces sí lo miro. ¿Por qué tiene un hogar, muebles de madera y decoraciones que no deben estar permitidas en el resto del edificio, como las cortinas y la alfombra?

Me percato de que hay otro bonito sillón del otro lado del escritorio, así que me siento en él, todavía observando toda la oficina. Los ojos de Kendrick se pasean por mi rostro con un brillo inusual, mientras la sonrisa se le ensancha todavía más.

-¿Qué te parece? -pregunta, sorprendiéndome.

-¿Qué cosa?

-Todo. El lugar, el terreno... la habitación, la cual por cierto no dejas de observar.

-¿Por qué posees cosas que los demás no deben tener permitido? -Suelto- Aquí todo podría incendiarse con facilidad.

Y entonces sonríe mostrando todos los dientes, complacido.

-Qué bueno que te hayas dado cuenta de eso -dice-. Pero no te preocupes, tengo completo control sobre mis habilidades; nada va a incendiarse aquí.

-¿Y quienes lo visiten?

Kendrick se estira sobre el sillón, yéndose hacia atrás y haciéndolo crujir. Se lleva una mano al mentón, acariciándolo con los nudillos.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now