- ¿Está bueno? - pregunta Vicente con gestos femeninos. Amo cuanto se pone así, normalmente es muy serio.

- ¿Bueno? ¿Qué si está "bueno"? - Ali toma su IPhone y en un par de segundos se lo pasa a Vicente.

Vicente mira el teléfono y su mandíbula se despega de la cara. Me mira, y vuelve la vista al teléfono de nuevo.

- ¿Este es tu jefe? - me muestra el teléfono y sale una foto de él en traje con una chica flaca/anoréxica/odiosa. Asiento - ¡Dios santo si hubiera sabido que este es Robert... no te habría dicho del trabajo!

Ali y yo no reímos y Vicente continúa con su cara de asombro.

- Te lo dije - Ali le responde con su típica sonrisa pícara.

- ¿Pero es que no podéis pensar en otra cosa que no sea sexo? - les digo a ambos, medio en broma medio en regaño.

- Nosotros no, pero tú te nos unirás querida - Vicente pone serio su semblante, pero sé que quiere reír. Levanta una ceja - cada día que vayas a trabajar, teniendo a ese bombonazo a solo unos pocos metros de distancia - hace una pausa crítica - vas a querer ir a su despacho... que te tome brusco y como un animal encima de su escritorio. Que te haga gritar su nombre en cada embestida, para luego, cuando estén ambos saciados, mandarte a buscar unos papeles para la próxima reunión.

Quedé simplemente anonadada e impresionada y... mojada joder. La relación jefe/secretaria es tan cliché. Pero ahora lo entiendo, y más si ellas tienen un jefe como el mío. Pero no, la ética laboral primero.

- Pues serán ustedes - ni yo me creía lo que les decía - porque él no me inspira el mínimo deseo sexual - me quemare en el infierno por mentirosa. Encojo mis hombros - además, es mi jefe. Así que ni hablar.

Ali y Vicente me miran y sé que no se han creído ni una pizca de lo que les dije.

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Son las 5:15 de la madrugada y yo sin poder dormir, tengo que levantarme a las 6 para arreglarme e ir a trabajar. Doy vueltas en la cama tratando de conciliar nuevamente el sueño, pero no lo consigo. Me desperté agitada tras soñar con Robert poseyéndome encima del escritorio... ¡Maldito Vicente!

Luego de dormitar de nuevo veo el reloj y son cerca de las 6 y media me levanto de un brinco. ¡Oh Dios, que este sea un buen día!

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Ya a las 7:43 de la mañana estoy parada frente al gran edificio Acurri. Cuando entro lo hago con el pie derecho. No es que sea supersticiosa, pero me da algo de confianza.

Me he decidido por una falda negra de tubo con una camisa color coral manga larga, zapatos altos cerrados negro con un blazer del mismo color. Tengo el cabello en una especie de moño del que salen cabellos sueltos.

Placeres Ejecutivos - Emmgy R.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu