Mancha de tinta

2.5K 431 14
                                    

Hiccup quería gritarle a Jack que era un idiota hasta que ya no le quedara voz, pero las palabras habían quedado atascadas a medio camino en su garganta y terminaron ahogadas en un sollozo. El albino hizo la vista a un lado, no soportaría ver así al menor ni mucho menos saber que él era el causante de todo aquello. Rodeó a Hiccup para bajar del ático sin decir una palabra más.

La noche pasó lenta y tortuosa para el menor, nadie había conseguido sacarle de su escondite y se negaba a hablar o a probar bocado. No necesitaba dormir más de lo que ya había hecho, esa noche la pasaría en vela pensando en el albino y recordando lo último que vio de él.

Escuchó las campanas de la iglesia anunciando las cinco de la mañana, no faltaba mucho para que amaneciera y el puerto se pusiera en movimiento, Hiccup recargó la cabeza en la pared con los ojos cerrados y cansados de tanto llorar. La madera vieja se movió estrepitosamente con el peso chirriando y soltando una capa de polvo sobre los libros regados en el suelo. No estaba de humor para limpiarlos, mucho menos para leer, pero había algo más fuerte que le impulsó a tomar uno de cubierta azul. A simple vista no podía reconocerlo, había algunos que no leía hace años y ese en especial no tenía titulo ni ilustración en la portada. Lo abrió en la primera página y encontró escrito a mano con una caligrafía desordenada "propiedad de Hiccup"

El castaño reconoció su propia letra, aquello debía llevar guardado al menos unos diez años y cada vez le llamaba más la atención. Ojeó las primeras páginas amarillentas, estaban llenas de dibujos de dragones, barcos piratas, sirenas, vampiros... llenos de hermosas historias que tanto había atesorado.

-solo eran cuentos de niños... -lleno de ira lanzó el libro al otro extremó de la habitación, chocó contra la pared soltando varias hojas que quedaron desperdigadas por el suelo polvoriento. Su mirada cristalizada en lágrimas fue a dar a uno de los papeles escrito desde el inicio hasta el final sin dejar ni un espacio libre de tinta. Hiccup gateó hasta alcanzarlo y casi sonríe al ver de nuevo su letra.

"las historias de Hiccup el pirata" su propia voz hacía eco en su cabeza, era un niño pequeño lleno de ilusión navegando por los siete mares, peleando con monstruos, viviendo las aventuras que siempre había soñado. Otra lagrima cayo involuntariamente por su mejilla, esta vez preguntándose a donde había ido ese niño.

-¿Qué diría si me viera ahora? –casi podía escuchar al Hiccup de diez años con su cara llena de pecas y una sonrisa soñadora: "!no te des por vencido! Todavía nos quedan muchas historias que contar.

"no sabes de lo que hablas, aun no te han hecho daño..."

Siguió avanzando en las paginas, cada una le parecía más imposible que la anterior, vaya que tenía imaginación. Hubiera estado arrodillado el día entero de no ser porque en medio de la historia había una gran mancha de tinta y luego el papel en blanco. Buscó por todas partes pero no vio la continuación, la historia había quedado inconclusa y ahora so sabría que pasaba con el pirata Hiccup.

De pronto llegó a su mente el claro recuerdo de haber estado tirado en el piso de su habitación escribiendo en el libro. Era justamente el día de su cumpleaños número diez y un sol radiante se colaba por la ventana, era el día perfecto para "salir a buscar aventuras". Pero su padre tenía otros planes para él, había decidido que tenía edad suficiente para acompañarlo al trabajo en la gran empresa familiar. Tenía que enseñarle el oficio para que al crecer pudiera llevar sobre sus hombros el negocio.

"¡no quiero ir!" había dicho con los pequeños puños cerrados sobre la pluma, pero su padre no lo había escuchado, lo tomó del brazo para ponerlo de pie y en un descuido derramó el frasco de tinta en la hoja. Hiccup no tuvo tiempo de quedarse para lamentar la pérdida de su obra, Estoico lo tiraba hacia la puerta para dejar atrás su libro, sus historias... todas sus ganas de tener algo más...

Al volver no pudo encontrar sus escritos, solo un paquete de regalo con un traje a su medida con todo y corbata, sintió un desprecio instantáneo cuando se lo hicieron poner. ¡Era incomodo y no podía hacer absolutamente nada con él!

Ese fue el primer episodio de la lista de cosas que fueron desapareciendo. Sus juguetes, varios de sus libros, sus lápices de colores y el mapa del tesoro que tanto se había esforzado en conseguir. Se estaba volviendo un adulto.

Hiccup nunca llegó a saber cómo terminaba su historia. Primero habían sido sus padres y ahora Jack quien derramó la tinta sobre el papel. El rostro del niño en su mente se iba borrando hasta ser ya invisible, ante sus ojos solo quedó el ático. Un espejo medio oculto bajo una tela blanca dejaba ver un pedazo de su rostro. Caminó para destaparlo y verse por completo. Ya no era un niño, era un adulto sin una pierna y aun así no tenía idea como terminarían las cosas.

Frustración, tristeza, rabia. Le llegó todo de golpe al comprender lo que ocurría. Se llevó una mano al cabello para despejarse la frente. –y pensar que había estado a punto... -

A punto de salir a buscar aventuras, a punto de dejar a los piratas huir con el collar de Astrid, ¿A punto de dejar todo por lo que había luchado solo porque el idiota de Jack le había dicho que se quedase? Por supuesto que no.

No, no y mil veces no. Ya se había quedado de brazos cruzados una vez, pero ahora no dejaría que nadie se pusiera en medio de su felicidad, ni siquiera Jack.

Tomó el libro de tapa azul para salir corriendo por las escaleras hasta el puerto, debía continuar escribiendo la historia, se lo debía a ese pequeño niño.


Capitán FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora