Capítulo único

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Todo comenzó una tarde nublada y gris. Había comenzado a llover y una chica morena, de ojos violetas, corría para poder resguardarse bajo el techo de la casa de cierta diosa pelirrosa. Durante el camino sintió la presencia de un ser maligno. De un ser que podía ser incluso más terrorífico que el peor de los Ayakashis. Sin embargo, a los pocos segundos la criatura desapareció dejando una extraña sensación en la chica. Creyendo que había sido imaginaciones suyas, continuó su camino, aunque de poco le servía ir corriendo, pues ya su ropa había sido empapada.

Unas manzanas más adelante, vio a lo lejos la casa de su amiga, la diosa Kofuku, de la que esperaba ansiosamente que la dejase entrar. Sin pensarlo dos veces, se coló en el jardín y se apresuró a resguardarse de la lluvia en el pequeño sobresaliente, sin poder entrar para no mojar nada.

- ¡Hiyorin! - La llamó tiernamente la diosa al ver a la joven - ¡Estás empapada! Deja que te traiga una toalla - Se levantó y abrió un armario que se encontraba cerca.

-Muchas gracias - sonrió la nombrada mientras cogía el paño.

En ese momento, apareció Daikoku abriendo la puerta que daba a la cocina. Tenía un delantal puesto y el olor a bizcocho inundó toda la habitación. Su rostro mostraba enfado, mucho más de lo normal, y sostenía entre sus labios un cigarro encendido. Se sentó bruscamente en el suelo y cruzó sus piernas.

- ¡Ese idiota de Yato! ¿Acaso no es capaz de decir cuánto tiempo va a estar fuera?

De repente, Yukine bajó las escaleras como una exhalación, mientras buscaba a alguien con la mirada.

- ¿Ha vuelto Yato?

-Todavía no - contestó Kofuku. Entonces miró de nuevo a la joven - Creo que todavía no se ha dado cuenta de que estás aquí.

- ¿Qué? - Hiyori se quitó la tolla de la cabeza con la que se estaba secando el cabello - ¡Ah! Hola Yukine - sonrió.

-Hola - contestó sin mucho entusiasmo mientras se sentaba al lado de la joven - Perdón por recibirte así, pero Yato se fue sin avisar y lleva más de dos días fuera... - suspiró y apretó los puños - Me da miedo que se haya ido con Nora de nuevo y que me haya dejado tirado.

-No te preocupes, Yato no es como era antes. Ya no haría cosas como esas, ¿verdad?

-Eso me gustaría creer - dijo casi en un susurro.

La tarde continuó igual de fría. Estuvieron hablando durante horas y por un momento, Yato desapareció de la mente del rubio y de los demás presentes, permitiéndoles disfrutar de un momento lleno de risas y anécdotas que permanecerían en sus memorias por siempre.

Hiyori miró el reloj. Eran casi las ocho de la noche y la lluvia había amainado, así que decidió regresar a su casa. Ya había anochecido y solo la luz de las farolas alejaba la oscuridad de la calle por donde caminaba. Una vez más, Yato acudió a sus pensamientos sin ser invitado. ¿Qué había ocurrido esta vez? ¿Por qué no estaba al lado de Yukine? Un escalofrío recorrió el cuerpo de la media ayakashi. ¿Por qué tenía la sensación de que pronto iba a perderle? ¿Por qué sentía que el vínculo que les unía se hacía cada vez más débil? Sacudió la cabeza para alejar esos malos pensamientos de la cabeza. Era imposible que ocurriese eso. Al fin y al cabo, Yato no dejaría de acosarla como hasta ahora, ¿verdad?

El tiempo, no estaba dispuesta a ayudarla esa noche, y queriendo barrer todas las impurezas que había en la tierra, comenzó a llover tomando desprevenida a la joven. Comenzó a correr, desesperada por encontrar un techo en el que resguardarse de la lluvia. Sin embargo, lo único que encontró fue la sombra de una persona conocida a la lejanía, parada en medio de la calle. Se olvidó completamente de sus ropas mojadas y se acercó para comprobar sus sospechas. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca vio un rostro demacrado que sinceramente, no esperaba.

Querida Hiyori (Yatori • Noragami)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin