Lugar secreto.

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Capítulo 5:

P.o.v. Perla

El sonrojo aún no abandono mi rostro del todo. ¿Donde rayos me sale decirle que está sexy? Pero a quien engaño no puedo mentir dije la verdad. En estos momentos mi brazo derecho está entrelazado a la de ella, puedo sentir como su piel quema a tal grado de que pareciera la inexistencia de la ropa. Con paso lento, pensé que nos dirigíamos a la pequeña feria cerca de la costa, pero al parecer Garnet tenía otros planes.

— No queremos llamar la atención. ¿Verdad?— soltó en un tono de susurro.

Es como si me leyera la mente. Cada vez que pienso en algo que nos relacione, ella termina la frase o me da la respuesta mucho antes de pronunciar alguna palabra. Le sonrió. Seguramente me veo patética tratando de disimular lo muy nerviosa que estoy. Toma de mi mano. Pasamos de largo de la pequeña feria. En parte tenía razón podríamos estar ahí paseando entre la gente de aquel pequeño lugar y sin darnos cuenta se enterarían, pasaría lo peor para Garnet. Despejo mi mente. No, no pasara.

Conforme caminamos vamos dejando atrás las luces, risas, música y ese olor dulce de algodón de azúcar.

— ¿A... a dónde vamos?— le preguntó.

Sonríe de lado. Al ver esa sonrisa tan sexy se me eriza los cabellos de la nuca.

— Espera.— responde sin dejar aquella sonrisa.

La arena deja de aparecer en el suelo, para dar paso a un tipo césped. El aroma a húmedo inunda mis fosas nasales. Inhalo el aire fresco de aquel lugar. Observo que es un tipo bosque, está un poco oscuro pero gracias a la luna llena que alumbra veo los altos y grandes árboles dándole un toque de fantasía al lugar.

— Sujeta fuerte mi mano.—

Si por mí fuera nunca le soltaría la mano. Asiento con la cabeza.
Ella comienza a subir una colina con bastante césped, bajo la mirada hasta sus pies y ahí hay unas escaleras de madera no se ve a simple vista el césped lo tiene tapado casi completamente.
Con cuidado me dirige hasta la sima de aquella colina. Para mi sorpresa no puedo distinguir nada por la falta de luz. Seguimos con paso constante. Los sonidos del bosque hacen presencia. Cierro los ojos para escucharlos. Relajante.

— Quédate aquí un segundo.— me susurró Garnet muy cerca del oído.

Su aliento choca contra mi. Es cálido, pero a la ves fresco con un olor a menta. En solo pensar que sus labios estuvieron tan cerca de mi surge la necesidad de presionarlo contra los míos.

— No tardó.—

— Garnet...— replicó pero ella se había ido.

Me quedo sola. El miedo comienza a inundar mi cuerpo. Cualquier mínimo sonido me hace dar un respingo. Ahora los sonidos de aquel lugar no me parece agradable si no espeluznante.

— Garnet...— la llamo.

Un arbusto se mueve violentamente. No sé de dónde, pero me doy cuenta que como arte de magia se tratase tengo en las manos una rama grande pesada para mí. Y como si estuviera en una película de suspenso hago la típica y estupida pregunta que todas la tontas actrices hacen.

— Hola... ¿Hay... hay alguien ahí?—

Como si me dieran alguna respuesta. Pero aquel arbusto se movía más violento. Levantó aquella rama en los más alto listo para golpear a quien sea o lo que sea que esté ahí.

—Wou! Tranquila soy yo. No quieres matarme ¿verdad?— contesta Garnet. Sonrío por dentro.— Ven ya está la sorpresa.— extiende su mano.

Acepto aquel gesto tan lindo.
Caminamos.

¿Para el amor no hay edad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora