Introducción Jungkook.

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El fuerte, molesto y agudo pitido de la alarma sonó a horario en la habitación de Jungkook, haciendo eco en toda la casa. Él gruñó al mismo tiempo que estiraba su brazo para apagarla. Se sentó en la cama mientras refregaba su rostro con sus manos, protestando. Miró la hora que marcaba el reloj: 6.30 a.m. Dirigió su vista hacia el gran ventanal y caminó a él para abrir las cortinas y notar que aún no había amanecido. Elevó su vista hacia el cielo, y el mismo le dio los buenos días estando cubierto de nubes. Suspiró pesado: odiaba los días nublados y de lluvia.

Bajó las escaleras haciendo ruidos de golpes secos con sus pasos, y se metió al baño. Se quitó la única prenda que lo vestía, sus boxers, y se duchó. Luego, se vistió con unos boxers limpios, vaqueros oscuros, y una camiseta blanca. Se calzó sus zapatillas favoritas, y sin secarse el cabello, camino hacia la cocina y se hizo un desayuno simple (tazón de leche y cereales).

La casa se sentía vacía desde que se había mudado, pero así estaba mejor. Cansado de tener que aguantar las peleas de sus padres sin poder quejarse, decidió irse a vivir solo aunque aún no había cumplido ni los 18 años. Estaba dispuesto a trabajar para poder mantenerse él mismo si eso significaba que se podría librar del calvario que era cada día su antigua casa, ya que sus padres no le brindarían ninguna ayuda monetaria ni aunque él se la pidiera.

Acabó su desayuno y, luego de lavarse los dientes, se abrigó, calzó su mochila al hombro, y salió de la casa con un paraguas en la mochila camino a la escuela.

Afuera ya había amanecido, y hacía mucho frío. Dentro de su casa él podía encender la calefacción y estar a gusto, pero era principios de diciembre y, en las calles, el frío transformaba todo en hielo, aunque aún no había nevado. El viento helado quemaba sus mejillas, lo que lo obligó a refugiarse en su bufanda y cruzarse de brazos mientras caminaba para retener un poco de calor.

Hoy era su primer día de clases luego de haberse mudado a Seúl. Estaba muy ansioso y le entusiasmaba la idea de conocer gente nueva, pero también le asustaba la posibilidad de que nadie lo acepte y que esté solo. Después de todo, era casi el fin del año escolar, sólo le quedaban dos meses y algo hasta febrero. Fue una decisión difícil el mudarse en esa época, pero últimamente las peleas de sus padres se estaban tornando más y más agresivas tanto físicas como verbalmente, y lo estaban afectando a él psicológica y académicamente, así que en cuanto tuvo la oportunidad, escapó. Anteriormente vivía en Busan, por lo que estaba bastante lejos de sus padres que seguían viviendo allí.

Se detuvo frente a una gran estructura que ocupaba toda una manzana: su nuevo colegio. Miles de alumnos se encontraban dentro y fuera del lugar, y muchos estaban intentando entrar para llegar a horario a sus clases.

El corazón se le aceleró. Cruzando el umbral de aquellas enormes puertas se encontraba su nueva vida escolar. Sintió pánico al notar que había grupos de gente por aquí y por allá, y sintió que sería excluido sin dudas. Armándose de valor comenzó a caminar a través del patio delantero del lugar hasta llegar a las puertas, cruzándolas. Todo era nuevo allí, y era muy diferente a su escuela anterior, pero no tuvo miedo. O intentó no tenerlo.

Se dirigió hacia la oficina del director, tal y como se le había indicado unos días antes cuando hacía el papeleo, y un profesor lo escoltó hacia su salón. Apenas entraron al aula y los alumnos saludaron al profesor, las miradas se posaron sobre él. Enseguida llegaron a sus oídos un conjunto de comentarios de las chicas diciendo que era muy guapo y de los chicos diciendo que no era la gran cosa.

Muy bien alumnos. Él es Jeon Jungkook, y va a ser su nuevo compañero a partir de hoy —el profesor miró a Jungkook —. ¿Te quieres presentar tú mismo?

Jungkook tenía pensado de antemano el vender una personalidad despreocupada y desinteresada, el típico chico "cool" que es popular en todos lados, pero sus nervios le jugaron una mala pasada.

Soy Jeon Kungjook. — Se presentó, y luego un silencio sepulcral se apoderó del lugar. "La cagué". Jungkook bajó la mirada mordiéndose el interior de su labio inferior. Sintió que el rubor trepaba a sus mejillas. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo involuntariamente, y un nudo se formó en su garganta. Sus piernas comenzaron a temblar, y un cosquilleo recorrió su cuerpo. Quería llorar de vergüenza y enojo, pero no lo haría. Llorar ya sería demasiada humillación. — Jungkook. — Se corrigió. Sus nuevos compañeros estallaron en risas y burlas, y Jungkook deseó que la tierra lo tragase en ese instante y lo escupiera en la otra punta del mundo, en un lugar donde nadie lo conociera y donde pudiera presentarse sin trabarse la lengua.

Ya, dejen de reírse chicos —intentó silenciarlos el profesor, a pesar de que él también reía. Una vez que el curso se hubiese calmado un poco, el profesor lo hizo sentarse en el asiento vacío a un lado de Kim Taehyung.

Jungkook quiso morir al conocer a su compañero, ya que lo primero que vio en él fue su doble perforación en sus orejas, seguido de su campera de cuero y sus borcegos negros, y sus pantalones con roturas. Ropas típicas de una persona que te encontrarías a la medianoche pintando con aerosoles en una pared. Y, ¡oh por Dios! ¿Su mano estaba vendada? ¿Había tenido una pelea callejera? Además, su cuello. Su maldito cuello estaba todo mordido y con chupones.

Jungkook sólo recibió una mirada de indiferencia en la que se podía detectar desprecio de parte de su compañero de asiento, así que él decidió que tampoco mostraría mucha preocupación o interés en él. Por ende, no se molestó en analizarlo con más detalle.

Por otro lado, Jungkook no se podía sentir más incómodo. Su pesadilla se había vuelto realidad: Nadie quería hablarle, y para el colmo, sentía que su compañero asiento lo odiaba - aunque no sabía bien por qué -.

El único pensamiento que tuvo Jungkook en todo lo que quedaba del día fue "Mierda."

No somos tan distintos. 「Vkook」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora