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Ocho años antes.

— ¡Oye! ¿Puedes dejar ese bendito libro y prestarme un poco de atención? —le reclamo empujando su pierna con mi pie. Me lanza una mirada de advertencia.

—Si tuvieras que decirme algo importante, no estarías tan tranquila con tus pies en mi regazo y la nariz casi dentro de la pantalla de tu teléfono —su mirada retadora me parece la más tierna del mundo. Sus mejillas se sonrojan. —No me mires así —susurra.

— ¿Así cómo? —pregunto con expresión inocente.

—Así como... así —me río.

—Me explicaste mucho con eso —digo mientras me siento a horcajadas sobre sus piernas, logrando quitar de mi camino el libro del mal. Acuno su rostro con mis manos. — ¿Por qué te avergüenzas aún? Llevamos juntas toda la vida, ya deberías estar acostumbrada a que te ame —musito cerca de sus labios —Te amo y sabes que siempre has sido la persona más tierna del mundo para mí.

Me mira escéptica.

—Curioso dado que tú eres la que... —corto sus palabras poniendo un dedo sobre sus labios.

—No termines esa oración, no hablemos de eso, ya sabes que no me gusta —besa la punta de mi dedo y se apresura a decir:

—Lo siento, sabes como soy de despistada —ahora ella pone sus manos en mis mejillas. —Yo también te amo —acerca tanto sus labios a los míos que tomaría solo una respiración para unirse, se burla de mí alejándose rápidamente. —No llevamos juntas toda la vida, no seas exagerada.

—Cómo eres cruel, Aylén del mal, hieres mis sentimientos —se ríe, la beso. —Es cuestión de percepción, hemos sido mejores amigas desde el jardín de infantes, eso cuenta como toda la vida para mí.

—Puede ser, Laryssa del mal, ya que eres una anciana asalta cunas que quiere robar mi inocencia, pero somos pareja apenas hace diez meses, eso no es toda la vida.

— ¿Tratas de decirme que antes de eso no me amabas? —digo con voz dramática poniendo una mano sobre mi corazón.

Pone los ojos en blanco.

—Claro que no boba, como eres dramática, te amo también desde siempre. Ya, lo dije, puedes ser feliz.

—Mientras esté a tu lado, lo seré siempre.

La beso en serio ahora, nuestros momentos juntas siempre eran limitados, por lo que trataba de aprovecharlos lo máximo posible.

Su teléfono empezó a sonar. Me quejé sin despegarme de su boca.

—No contestes —dije con voz quejumbrosa mientras me colgaba de su cuello.

—Tengo que, ya sabes cómo es mamá.

Sus padres aún no aceptaban que su única hija fuese lesbiana, por lo que para estar juntas siempre quedábamos en mi casa, porque ir a la suya ni pensarlo, su madre no me dejaría pasar más allá de la puerta. Lo que me parecía ilógico, sabían que estábamos juntas después de todo.

— ¿Para qué quiere que vuelvas ya? No tienes nada que hacer. Tu mamá realmente me odia —rezongo haciendo un puchero.

— ¿Alguna vez has pensado en estudiar actuación o algo así? Porque créeme que te iría muy bien.

—Cómo eres mala —finjo una expresión herida. —Imagínate si muero, te vas a arrepentir de haberme dejado sola.

Creo que fui un poco demasiado lejos con eso, toque un punto sensible, porque se queda sin aliento y veo sus ojos humedecerse. Demonios yo y mi gran boca.

Me lanza una mirada tan helada que hasta me dan escalofríos.

— ¡Sabes lo mucho que odio que digas cosas como esas Laryssa! —casi está gritando. —A veces eres... Mejor me voy, te hablo después, tal vez. —cierra la puerta de golpe.

Bueno puede que me haya pasado un poco de la raya pero no quería que se fuera, para lo que me sirvió, termino yéndose más rápido. La vida a veces apestaba.

Me dirigí al baño para tomar mi medicina, no quería tentar a la suerte y morir de verdad.

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—Pero tú tienes la culpa, ¿cómo se te ocurre bromear con eso? Sabes que es algo que las ha hecho pasar muchos malos ratos —mi mejor amigo Mateo era bastante bueno en eso de levantarme el ánimo.

—No pues gracias por hacerme sentir mejor —mi voz sonaba totalmente malhumorada, así me sentía.

— ¿No te llamó cierto? —Preguntó con simpatía.

—No, no lo hizo, dijo que tal vez, pero tal vez en idioma Aylén es no lo haré y ni se te ocurra hacerlo tú.

Empezó a reírse, quería herirlo tanto.

—Lo siento, es solo que hemos pasado por situaciones como estas tantas veces, que no logro entender como aún no aprendes la lección.

Iba a responder, cuando capto mi atención algo amarillo, un vestido amarillo.

Aylén.

Donde ella era amante de los colores pasteles, yo lo era de los neón. Modestia aparte, mi vestido fucsia era hermoso.

—Ya llegó, la causa de tus desvelos ¿no? ¿Me volveré invisible ya?

Le di mi mejor mirada de incredulidad.

—Y luego dicen que yo soy la dramática.

—Oye, no digas que soy dramático, afecta mi masculinidad.

— ¿Y eso qué? Ya tienes una novia, no veo porque quisieras quedar bien delante de las demás.

—Ese es un buen punto mí querida amiga. Ahora ve a arreglar las cosas con tu abejita, no quiero seguir viendo tu cara miserable.

—Eres tan cariñoso a veces, que no sé cómo Amy te tolera.

—Bueno esta demás decir que con ella no soy así, ella es mi nena hermosa.

—Por si no te has dado cuenta soy una mujer, así que deberías tratarme con más delicadeza.

—Es cierto, pero eres diferente.

—No lo soy, ahora si lo dices por ser lesbiana, es que eres un idiota, porque eso no me convierte en una nueva especie, simplemente en una mujer que le gusta otra mujer, fin de la historia. Ahora mejor me voy, el rostro de mi abejita es algo digno de contemplar, el tuyo no, eres muy feo.

Maldiciendo a la naturaleza o a la salud o a la enfermedad o a todas a la vez o a lo que sea que me impidiera cualquier tipo de agitación por ende correr, camine lo más apresurado posible, por donde creí haberla visto dirigirse.

— ¿A dónde vas tan rápido? —volteándome rápidamente, apoyada contra la pared estaba la causa de mis desvelos, digo Aylén. — ¿Crees que sería capaz de ir demasiado lejos y arriesgarme, con lo loca que eres a que te agites con lo mal que te hace?

Me encogí de hombros.

—Ayer te fuiste muy enojada, cualquier cosa es posible.

—No estaba enojada, simplemente sabes cómo me pone que me recuerdes que tienes una enfermedad que puede apartarte de mí, te amo y sabes que perderte me mataría.

—Soy una idiota —mis ojos estaban llenos de lágrimas. —No lo volveré a hacer, lo prometo, pero ya no me ignores.

Abrió sus brazos e inmediatamente entre en ellos.

—Jamás te ignoraría por más de un día, eres mi ángel y necesito de tu luz para vivir cada día.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2017 ⏰

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Con Cada Latido De Mi CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora