Cont. 5

30 1 0
                                    

Se volvió un caparazón lleno de rencor y odio, se volvió una almohada donde reposaba la tristeza y aquellos ojos donde se veía un alma pura, se había convertido en una mirada penetrante. Una mirada que transmitía toda su angustia.

Yo un día me le acerqué a ella y quise hacerle un pequeño chiste para poner a prueba su humor y su reacción, era para probar si estaba como dijo Gustavo Cerati; como una piedra en el agua, seca por dentro:

-¿Puedo hacerte un chiste?

Su voz se escuchaba fría y contestó:

Sí.

Y dije mi chiste:

Una niña pequeña le dice a su Tía, Tía ¿Por qué te maquillas?

La tía contesta: Para ponerme bonita.

La pequeña niña dice: ¿Y dura mucho en hacer efecto?

Yo por mi parte exploté de la risa, pero ella seguía fría y de un silencio que parecía eterno dijo:

Buen Chiste.

Ella me miró y su mirada, su mirada reflejaba serenidad.

Yo supe desde el primer instante que no era ella, no era aquella joven que conocí tiempo atrás. Le pregunté que tenía, porque estaba cambiando:

LlagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora