Capitulo único.

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Cariño, debo irme.

Cínico

—Claro bebé... No vuelvas muy tarde por favor, sabes como se pone William si despierta y no te encuentra.  

—Haré todo lo que esté a mi alcance, pero no puedo asegurarte nada Phil.

Fingiré que no he escuchado un gemido tras sus palabras, ni que su respiración está más agitada de lo normal.

—De acuerdo, cuidate Dan. Te amo.

La llamada se corta sin que haya una respuesta de su parte.

 Miro la pantalla del móvil y mi hijo se remueve de entre mis brazos. Lo dejo sobre la mesa y arrullo al niño suavemente.

  — Papi Dan te ama, bebé... Solo que tiene que estar afuera para concretar algunas cosas de hombres de negocios...

En moteles que cuestan lo mismo que las cuentas que llegan a fin de mes, con mujeres de grandes atributos y poca vergüenza.

¿Pero quien soy yo para quejarme con tal desfachatez? Yo mismo le conocí siendo una compañía... Pero algo mi creyó que iba cambiar. 

— Oh... mi pequeño Will.

El chiquillo sonríe, mostrando sus encías sin dientes, y lo que serán a futuro unos lindos hoyuelos como los de su otro padre.

Tarareo suave, con movimientos a compás con mis caderas, y se queda dormido entre mis brazos otra vez. Le recuesto en su cuna y me inclino para depositar un beso en su frente.

Camino por los pasillos: la casa es linda, no debería reprocharle nada. Él cumple su rol. Hacemos el amor dos veces al mes, no me grita si no lo provoco ni me golpea si cumplo con sus reglas. Me presenta a sus amigos y no me amenaza mientras no abra la boca. Tampoco es de hacerme escenas de celos, a no ser que vaya vestido de forma inadecuada o alguien cruce la mirada conmigo. Incluso es tan buen marido que me ha dejado marcas en todo el cuerpo con objetos de casa, para que nadie se atreva a tocarme.

Antes de irse se encargó de abrirme el labio con su anillo de compromiso y pintó de un morado casual mi ojo derecho con ayuda del picaporte.

Hay veces que al mirarme al espejo, entiendo porque lo hace. Soy un monstruo y debo estar agradecido. Mis ojos son horrendos y mi nariz desproporcional. Mi cuerpo ya no es el mismo de hace 3 años y las marca por donde nació Will cruza por todo mi bajo vientre, no hace más que aportar otro defecto a todo.

Él me ama yo lo sé...   

William termina de leer el diario que su padre sintiendo las lágrimas derramarse sin compasión. Aquel era su último recuerdo escrito antes de que la locura de su pareja le condenara a vivir dos años y medio completamente aislado del exterior.

Hoy, a veinte años del homicidio de Philip Micheal Lester, el caso por fin está apunto de cerrarse, teniendo como único y principal sospechoso a Daniel James Howell marido de la victima.  

A pesar de que todo ocurrió cuando William tenía tres años, fue un testigo clave en el caso.

Ahora por fin su padre iba a poder descansar en paz.

Regularizó su respiración y secándose las lágrimas se dirigió a su custodio:

  — Llevame con Howell .

  — Sabe perfectamente que no puedo.

  — De acuerdo, llevame con mi padre. 

Los pasillos legumbres de la prisión le recibieron con gritos de piedad y voces desgarradoras. 

Frente a él, esposado en la mesa, su progenitor le mira con una sonrisa ladina.

—Haz vuelto Willy ¿Cómo te ha tratado la vida?

—Hijo de puta. Tu eras su depresivo, lo tratabas como un idiota, pero aún seguía amandote...   

Se inclino sobre la mesa. Ya no era el niño que le temía al hombre se imponía frente a sus ojos.

 — Lo que aún no comprendo es como tuviste los huevos para matarle a sangre fría: escuchando sus gritos de piedad, observando la sangre derramarse por la alfombra y manchando los cuadros familiares... e incluso violarle en aquel estado moribundo, sabiendo que en la habitación de adjunto dormía tu primogénito.  

—LOL, eres un bastardo, tu lo sabes, yo lo sé, e incluso esa putita lo sabía... Hice lo que tenía que hacer y no ser que la policía llegó, no tengas la menor duda, no me hubiese temblado el pulso para hacer lo mismo contigo. Era una ramera que quería una vida de esposo, después de haber vendido su cuerpo millones de veces. Debió de agradecer que no le despellejara vivo ni le quemara.  

William ríe y le hace unas señas al hombre de seguridad para que le entregue unos documentos. A penas lo tiene en sus manos, se los tira a Daniel sobre la mesa.

— Pues alégrate, no habrás matado al bastardo, pero si, a tu hijo no nato. 

Los ojos del acusado se desorbitaron.

  — Exacto, Howell, sabes que era tuyo, exactamente dos meses de gestación. Con papá encerrado en la casa, sin posibilidades de salir, no hay de otra. 

Se retira de la celda, seguido de varias personas de seguridad. De lejos escucha como su padre se desase en gritos.

Aquello es falso y lo sabe, pero cree que un poco de culpa en esa mente retorcida no hará mal a nadie. 


Tres días después, Daniel James Howell es condenado: aislamiento total de por vida.  

William está en la sala de su casa cuando se entera y su esposa se apresura a abrazarlo. 

Muy dentro de si, ruega que su pequeño Phil, no caiga en el mismo amor enfermizo de su abuelo. 


Intoxicated- Phanحيث تعيش القصص. اكتشف الآن