22. Segundo intento

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Narra Oliver

~24 de septiembre de 2012, 07:30~

Cuando me desperté Travis estaba tumbado a mi lado y tenía todo el torso manchado de sangre, pero no tenía ninguna herida. Me incorporé un poco y vi las sábanas, una mancha roja destacaba sobre el blanco. Luego reparé en mi abdomen, también cubierto de sangre.

Entonces caí en la cuenta, la cura improvisada. La gasa estaba completamente roja y estaba húmeda.

Esto no tiene sentido, la gasa tendría que haber aguantado toda la noche, y más teniendo en cuenta que volvimos a no hacer nada.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Travis.

—No lo sé... ni siquiera me acuerdo de casi nada de lo que pasó a noche.

—Oliver, tienes que ir a lavarte —me dijo, ignorando mi comentario.

—Lo sé, además, esto sigue sangrando.

Me quité la gasa, puesto que ya no servía para nada, y la tiré a la basura, cogí el kit de primeros auxilios y la primera camiseta que pillé. Sin tan siquiera mirar si había alguien, salí corriendo al baño con la mano sobre la herida y me encerré dentro. Cogí papel higiénico y lo empapé en agua, a continuación, me lo puse sobre la herida intentando no ponerme a gritar.

—No debería escocer tanto —susurré para mí mismo.

Con otro pedazo de papel, y jabón, me limpié el torso y las manos, volví a colocarme las gasas y me puse la camiseta, se trataba de una de manga corta blanca, tiré a la basura todos los papeles ensangrentados y cogí más papel para llevárselo a Travis, salí del cuarto de baño con toda la normalidad posible y me encontré con Jude en el pasillo.

—Oye, Oliver, ¿tienes un minuto? —me preguntó.

—Eh... tengo que hacer una cosa en mi habitación, espera cinco minutos —le dije y me encerré en la habitación.

Guardé el maletín en su lugar y le di a Travis el papel, junto con una botella de agua que había encima de la mesilla de noche.

—Ten, para que puedas limpiarte.

Miré las sábanas, una mancha roja bañaba casi el centro de la sábana bajera, por lo que también habrá manchado el colchón, y las sábanas tenían varias manchas de sangre, pero ninguna muy grande. Por suerte, la colcha no estaba manchada; así que, se me ocurrió echarla por encima y dejar pasar al pobre Jude.

—¿Necesitas ayuda? —le pregunté a Travis una vez hube colocado la colcha.

—No, tranquilo —respondió poniéndose la camisa de ayer y tirando los papeles a la papelera.

—Enseguida vuelvo —dije, saliendo de la habitación.

—¿Quieres que pasemos a tu habitación? Porque se te ve un poquito el... —me propuso dibujando un círculo sobre su cuello.

Automáticamente abrí la puerta y entramos.

—Podías haberme dicho que tenía esto —protesté.

—No me di cuenta.

—¿Qué querías decirme? —le pregunté a Jude.

—Es que... hay mucho revuelo abajo, la puerta está plagada de periodistas y tu padre está histérico —me explicó bastante nervioso.

—¿Y por qué? —continué, preguntando sorprendido.

—Si lo supiese te lo diría —respondió, dando a entender que no tenía ni remota idea.

Cogí una sudadera negra y unos vaqueros ajustados de color azul claro en el armario y me los puse, remangando las mangas de la sudadera hasta los codos y los extremos del pantalón hasta que quedaron por encima de los tobillos, me calcé unas deportivas blancas y me peiné con ambas manos.

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