Prólogo

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Era su último día en ese hospital y Louis no estaba ni contento ni triste porque para él sólo estuvo días. No once meses.

Harry había ido a visitarlo dos veces más después de su cumpleaños aunque sus conversaciones eran algo incomodas, el rizado intentaba que Louis se sintiera cómodo y eso Louis lo notó. Había veces que el castaño se reía de las cosas que Harry decía. Se sentía bien a su lado pero no lo sentía cercano y era algo que le molestaba.

Jay vendría a buscarlo esta tarde para volver a su casa.

Se encontraba sentando en la camilla, estaba vestido para ir a casa, y tenía un beanie puesto. Un beanie que le gustaba, era gris oscuro y además era muy cómodo. Listo para que lo vinieran a retirar de ahí. Sus cosas estaban junto a él. Pero antes tenía que ir alguien a hablar con él, y esa era Grace.

La mujer entró con una sonrisa.

—Hola, Louis —saludó ella sentándose frente a Louis—. ¿Cómo te sientes?

—¿Quieres saber la verdad?

—Por supuesto, mi niño.

—Me siento como un completo extraño. Muy fuera de este lugar —dijo él mirando a sus zapatillas.

—¿Sabes? Por lo poco que te conozco eres un chico genial. Tienes que buscar a ese chico genial en tu interior. Sé que no recuerdas nada pero Harry te hará recordar —dice ella sonriendo.

—¿Es madre de Harry?

Ella ríe ligeramente mientras niega con la cabeza.

—Claro que no. Pero durante estos once meses, he ayudado a Harry en muchas cosas... —dice y luego se inclina a Louis como si fuera a decirle un secreto y baja la voz diciendo:—. Lo he ayudado a pasar aquí, en días que no eran de visitas.

Louis sonríe divertido.

—¿En serio?

Ella asiente.

—Eso es genial.

Grace se levanta suspirando y lo mira Louis con cariño.

—Tienes a un novio excelente, Louis —dijo—. Nunca lo dudes.

Louis no respondió a eso y Grace se despidió de él para luego marcharse. Al rato de minutos Jay apareció.

—¿Listo para volver a casa?

El castaño asintió bajando de la camilla con cuidado, siendo agarrado por Jay. Louis tenía las piernas débiles así que todo lo hacia con cuidado y lentamente.

—¿Puedes, cariño?

Él asintió. Pero cuando Jay quiso abrir la puerta con una mano, Louis cayó al suelo y su mamá lo miró preocupada.

—¡Louis! ¿Estás bien? ¡Grace! ¡Grace, ven!

—Estoy bien, mamá. Estoy bien —dijo Louis con una mueca de dolor, queriendo pararse pero falló en el intento.

Grace apareció con un semblante muy preocupado.

—¿Qué sucede? ¿Está todo bien? ¿Louis qué...?

—¿Puedes traer una silla de ruedas, por favor? Louis tiene muy débil las piernas —dijo Jay.

Grace y Jay ayudaron a Louis a acomodarse en la camilla nuevamente.

—Traeré la silla de ruedas, Louis. Ya regreso.

La mujer fue a buscar la silla de ruedas y cuando volvió ayudaron a Louis para que se sentara ahí.

EYES OPEN | Larry Stylinson [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora