Capítulo 18: Viaje en jet

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- Oye, mírame. – Digo cogiendo su barbilla. – Hablaremos de esto cuando lleguemos, ¿de acuerdo?

- No. – Dice enfurruñándose.

- Alyssa, no empieces con los berrinches. – Le advierto

- Que te jodan. – Se gira, cruzando las piernas, y me da la espalda. Bufo y voy hacia el mini-bar.

- ¿Problemas? – Me pregunta Kenny.

- No. Bueno... joder. – Suspiro.

- ¿Qué pasa, colega?

- Nada, solo que le he dicho que no quiero nada serio y ella...

- Se ha enfadado.

- Sí. Mas bien se ha enfurruñado como las...

- ¿Niñas? – Vuelve a interrumpirme.

- Deja de terminar mis putas frases.

- Es que son muy obvias. Tío, tiene veinte años y tu veintiocho. ¿Qué esperabas? – Pregunta pasándome una coca-cola.

- Yo que sé, que lo entendiera, supongo.

- No puedes pedirle eso, aun tiene que madurar, Steph... es... bueno, una niña, joder. Aunque no te guste admitirlo.

- Ya lo sé. – Reconozco dándole un trago. – Y a ver qué coño hago cuando lleguemos y esté todo lleno de prensa.

- Cierto. ¿Quién vas a decir que es? ¿Sabes que alguien de la universidad os va a ver por la tele, verdad?

- Hostia. Joder, no había pensado en eso. ¡Mierda!

- ¿Qué pasa? – Preguntan los demás, al escuchar mi grito. Veo como ella se da la vuelta un segundo y me mira, aun con enfado, antes de volver a girarse.

Después de una hora contándoles todo a los chicos, a mis chicos, no a todos, hacen el esfuerzo por entenderme y darme su opinión. Byron, Ter y Stan, dicen que lo nuestro podría salir bien, a pesar de que yo les he dejado claro que no quiero nada serio. Duncan y Ken difieren. Opinan que solo me traerá problemas y que no es buena idea. Que, tarde o temprano, alguien nos pillará, la expulsaran y a mi me despedirán y me abrirán un expediente.

- Le pondremos mis gafas de sol y la gorra de By. Así no la reconocerán. – Dice Stanley, en referencia a la prensa.

- Que se haga una coleta también. – Añade Ken.

- Voy a hablar con ella.

ALYSSA

Hace mas de una hora que está hablando con sus amigos y me ha dejado sola. Te has enfadado como una niña caprichosa. Puta. ¡Joder! Es que no entiendo que coño es lo que quiere de mí. Tan pronto me rechaza y se niega a tener nada conmigo, como me dice que está loco por mi y me lleva en avión a casa. Pues no lo entiendo, joder. ¡Y no voy a entenderlo!

- ¿Sigues enfadada? – Escucho su voz a mi espalda. No respondo, solo refuerzo el cruce de mis brazos, afirmando su respuesta. – Venga, nena, por favor. – Cambia el tono a uno más cariñoso y cercano.

Acaricia mi pierna y coge mi mano para que suelte los brazos. Tira de ella y me hace girarme, pero sigo sin mirarle. No pienso cambiar de opinión.

- Alyssa, sabes cuanto odio estar hablándote y que no me mires. – Dice levantando mi barbilla.

- Que mala suerte la tuya. – Digo mirando la película que hay puesta.

- Me estas haciendo perder la paciencia. – Murmura controlando la respiración.

- Vaya. – Sigo sin mirarle.

- ¿Y si te digo que cuando lleguemos, te llevaré a mi casa y podremos hablar de todo lo que quieras? – Esta vez si que le miro.

- Encontraras alguna excusa para arrepentirte después.

- No. Te lo prometo. Ahora cambia esa cara, anda. – Dice sonriendo y provocándome para que sonría yo también.

- Supongo que no puedes darme un beso aquí. – Digo mirando alrededor.

- No. Aquí no. Pero cuando lleguemos a mi casa te daré lo que quieras. – Dice acariciando mi mano con sus dedos.

- ¿Todo lo que quiera? – Pregunto coqueteando.

- No, demonio. Todo lo que quieras, no. – Ríe.

- Bueno, ya lo veremos. – Digo segura de mi misma.

- Duerme un poco, aun faltan unas cuatro horas.

Saluda al portero y avanza con el coche hasta la entrada de su casa. La recuerdo del día que me marché, medio desnuda, y bajo la lluvia. No había vuelto a venir. Cosa natural teniendo en cuenta que es tu profesor. Madre mía, lo que te gusta abrir la boca.

- ¿Tienes frío? – Pregunta cuando entramos en el salón. – Pondré la calefacción.

- Gracias. – Digo abrazándome a mí misma. – ¡Vaya, hola a ti también! – Saludo a su perro, el cual se ha tirado literalmente sobre mí, empujando al sofá.

- Zeus, con cuidado. – Le dice él, antes de entrar en la cocina.

Me levanto para quitar algo que tengo debajo y me molesta. Tiro de lo que sea y me quedo muda cuando lo veo. Un sujetador rosa. Observo a mi alrededor y veo unas bragas colgando de una de las sillas y una falda en otra. ¿Qué coño?

No te vuelvas loca, no es tu novio. Cierra la jodida boca. Es que tengo razón. Le vas a reprochar algo por lo que no tienes derecho. ¡Que cierres la puta boca ya! Sabes que tengo razón... Dios.

- ¿Tienes hambre? ¿Quieres que prepare algo de...? – Se calla cuando entra en el salón y me ve con el sujetador en la mano.

Mira al resto del salón, al igual que he hecho yo segundos antes, y se fija en las bragas y en la falda. Cierra los ojos y se acerca a mí, lentamente.

Eres mi dosisWhere stories live. Discover now