Parte I

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Hacía ya... ¿Dos años? Desde que lo conocí; gritando en aquel columpio con aquella voz tan aguda que lo caracterizaba, y que en un inicio me asustaba. Los chillidos que pegaba eran espantosos, ¡Lo juro! Medio edificio tocaba su puerta -el 302- para decirle que por favor, bajara la voz. Pero claro que él no les hacía el más mínimo caso.

"¿Por qué tendría que?", recuerdo que me preguntó cuando se lo comenté por aquellos tiempos; "la gente se queja de todo, que haces ruido, que te callas, que juegas demasiado. ¿Sabías que esta es la forma más sana de quitar el estrés que existe? En lugar de estar tomando pastillas "relajantes" podrían simplemente liberar su frustración con un grito; doy fe de que funciona."

Y dicho esto, se giró para seguir corriendo y claro, gritando.

«¿Entonces es que está frustrado?» pensé luego de reflexionar sus palabras. Me había costado entenderlo, a los 14 no esperas encontrarte con un mocoso de 13 que hable de estrés y frustración. ¿Qué estrés podría tener un chico de 13?

Nadie lo sabía.

*****

A los tres meses de haber llegado, ya todos se habían acostumbrado a sus chillidos y golpes. Ya no iban a tocar su puerta, no le reclamaban, nadie decía nada. Y yo quería saber por qué.

Yo era el único que aún no soportaba sus gritos. El único que seguía detestando la forma que tenía de correr sin cuidado por las escaleras y golpear a todos en el proceso. El único que buscaba que lo echaran pronto.

Cosas de la vida de un adolescente de 14 años.

Recuerdo que una noche le pregunté a mi madre por qué no echaban al inquilino del 302, si incumplía con las normas impuestas y aceptadas por todos los propietarios.

-Hablo en serio, mamá. Solo hace desastres por donde pasa, golpea y rompe cosas, ¡grita como si no hubiera un mañana!

-No nos compete a nosotros tomar esa decisión, Minseok. No somos los dueños de este edificio.

-No, pero siempre se puede reunir firmas de los demás y así sería decisión general, ¿No?

Mi madre me acarició el cabello. -¿Cuál es tu interés en echarlo?

-Ninguno, es solo que todo lo que toca, ¡lo destruye!

Ella sonrió con dulzura. -No deberías ser tan irritable, Minseok. Además, quién sabe y en el futuro ese chico te empieza a caer mejor.

-¡De ninguna manera! Eso jamás pasará, mamá, jamás...

-Uno nunca sabe, hijo, recuerda eso.

Dicho eso, se levantó de la mesa para irse a dormir, aunque un segundo antes de entrar a su dormitorio, se giró.

-Minseok.

-¿Sí?

Volvió a sonreír. -Tampoco conoces la condición del chico; no lo juzgues.

Suspiré cansado. -De acuerdo, pero eso no logrará que cambie de opinión respecto a su comportamiento.

Se metió a su cuarto sin dejar de sonreír mientras me quedaba solo, pensando.

Quizá debí saber que las madres siempre tienen razón.

*****

Cuando hubieron pasado 5 meses desde que el chico se mudó, fue cuando ocurrió lo que menos esperaba.

Estaba bajando las escaleras en silencio, cuando oí un golpe más arriba. No hubo necesidad de pensar mucho para saber que era ese mocoso de nuevo. Intenté moverme de su posible trayectoria para no salir lastimado pero realmente no sabía hacia dónde. Una vez una señora se hizo a un lado para darle paso, pero no esperó que él bajara por el pasamano, golpeándola ligeramente en los brazos. ¿A dónde debía ir yo? El ruido se acercaba cada vez más.

El único - [XiuHan]Where stories live. Discover now