II LOS IMPUTADOS, parte9.

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Pero ese día,

la gente desahogaba todo tipo de improperios

hacia el sótano, y unas voces femeninas —se

presume que de Anney y Jellinot— comenzaron a

responder con igual fuerza y con rudas groserías.

Retaron al pueblo.

Se formó una batalla campal. Un grupo

comenzó a quemar basura. Los vidrios del Palacio

de Justicia, nada preparados para manifestaciones,

cayeron a las primeras pedradas. Algunos cuentan

que en la confusión, o actuando como

manifestantes, efectivos de la Guardia Nacional

lanzaron lacrimógenas a los sótanos de los

tribunales, donde estaban los detenidos. El

edificio tuvo que ser desalojado.

Un primer mensaje corrió como por arte de

magia: «quemen La Cobacha». Se referían a la

discoteca, hasta hace poco propiedad de Mateo, el

exesposo de Doris (la policía afirma que él sigue

siendo el propietario), a la cual asistían los más

prominentes personajes de la sociedad guanareña.

Allí era frecuente encontrar a altos funcionarios de

la policía del estado, algunos militares y variedad

de jefes de entes públicos. Mucho se habló de un

agasajo que había realizado Mateo para la

celebración del Día del Policía. Comentario entre

los periodistas fue que les había regalado

celulares touch a los funcionarios. La Cobacha

parecía intocable porque además está ubicada a 50

metros de la Comandancia de la Policía. Eso no

frenó al pueblo.

Nadie intervino para detener a las masas

enardecidas, a pesar de que los organismos de

seguridad conocían, igual que el resto del pueblo,

«la ruta de la venganza». Eran las 6:30 de la tarde.

Pero La Cobacha no era suficiente. A las 7:30

de la noche, la furia se consumó contra la tienda

La Roca, una zapatería propiedad de una hermana

de Mateo. La casa de Anney fue destrozada, y

hasta a la residencia de Norelys, la inspector jefe

de la policía, llegaron los daños. A La Casa del

Pastelito la remataron, y la nueva sede que estaba

montando Mateo como sucursal, y aún no había

inaugurado, también. Pero caso especial para la

poblada, fue la casa de Doris, no solo por ser la

más lujosa, grande, con piscina, jacuzzi en el baño,

El grito ignorado.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant