El día de la Fiesta II

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-Tienes que hablar con él, Haru. Tiene que saber lo que sientes, o al menos hazle saber que no tienes sentimientos malos hacia él.-

No pude pronunciar palabras, solo pude asentir y dejar de llorar. Rin tenía razón, no podía dejar que las cosas entre nosotros siguiesen de esa manera.

Rin me soltó y me secó las lágrimas que me quedaban en los ojos. Le di las gracias y cuando me puse mejor entramos dentro a sentarnos de nuevo con los demás.

Me senté al lado de Makoto, para empezar a suavizar las cosas, pero él a penas me dirigía la mirada.

Cuando llegó la comida me limité simplemente a comer y a mirar de reojo a Makoto, quien hablaba tranquilamente con los demás.

Cuando terminé de comer me levanté con mi plato y lo llevé a la cocina. Luego seguí con los preparativos un poco y luego me fui a la habitación.

-Me voy a tumbar un rato... no me encuentro muy bien...-

Me disculpe con los demás, que aún estaban comiendo. Todos mi miraron preocupados menos Makoto.

-Está bien, Haru, descansa para la fiesta.- Contestó Rin.

-Si te encuentras peor avisa.- Dijo Rei con un tono bastante preocupado

-Tranquilo, solo necesito descansar un poco.-

Tras decir eso me fui a mi habitación, cerré la puerta y me tumbé boca abajo en la cama, ahogando en la almohada todas las lágrimas y los gimoteos que empecé a soltar.

Makoto me estaba volviendo loco, nunca nadie me había importado tanto como para hacerme sentir lo que siento. Nunca me había enamorado de nadie, y tuvo que ser con mi mejor amigo.

De repente escuché que pegaban en la puerta y dejé de llorar y de gimotear, secándome rápido las lágrimas. Cuando escuché la voz de la persona que había pegado se me paró el corazón.

-Haru... tenemos que hablar... ¿puedo pasar?-

Había llegado el momento... el momento de aclarar todo.

-S...sí, pasa.-

Me incorporé sentándome con las piernas cruzadas y mirando a la puerta. Esta se abrió y el chico entró despacio y mirando directamente a la cama, cuando me vió dirigió su mirada a mis ojos. Cerró la puerta y se acercó a mi lentamente.

-Haru... quería hablar contigo...-

-Y yo contigo...-

-Haru... me han admitido en Tokyo...- En ese momento Makoto bajó la mirada.

Me quedé en silencio y atónito al escucharle, y algo dentro de mi dio un vuelco enorme.

-Y... me mudo dentro de 1 semana...- Makoto estaba muy nervioso, juntando sus manos y apretándolas a la vez que temblaban.

-Pues te deseo mucha suerte... espero que te vaya bien allí...- Contuve como pude las ganas enormes que sentía de llorar y salir corriendo.

-Haru... me...-

-Tranquilo, no te preocupes... me alegro por ti... espero que sigamos en contacto y que nos veamos de vez en cuando...- No sé muy bien por qué estaba diciendo aquello, pero me salía solo.

-Haru...-

-Makoto... no te preocuoes de verdad... y me gustaría seguir descansando... para estar bien oara la fiesta...-

-¿Estás bien?-

-Solo algo cansado.- Le dediqué una pequeña sonrisa forzada para que volviese a sonreir y que se fuese tranquilo.

-Está bien... si necesitas algo llámame, ¿vale?- Sonrió por fin como siempre y salió de la habitación.

Una vez se fue no pude reprimirne más y mis ojos comenzaron a soltar un mar de lágrimas que bañaban mis mejillas. No me lo podía creer... el hombre al que amaba se iba lejos... se separaba de mi lado...

Mi vida entera se comenzó a derrumbar, todos las personas que amo me dejan... ¿Estaré haciendo algo mal? ¿Es que acaso no merecía ser amado y amar?

En esos momentos todo dejó de tener sentido para mí. Me volví a tumbar boca abajo y terminé de romper a llorar, ahogando los llantos en la almohada.

Ahora tenía que aparentar estat bien en la fiesta, y guardar bajo llave mis sentimientos para siempre.

Me quedé todo el tiempo hasta la fiesta llorando.

Cuando faltaba poco para la fiesta Rin vino a buscarme, pero entró sin más y cerró la puerta, seguramente porque me escuchó llorar.

Me giré y le abracé, hundiendo la cara en su pecho.

-Se va... se va a...-

Rin suspiró y me abrazó fuerte.

-Haru... ¿se lo has dicho?-

Negué con la cabeza sin dejar de llorar.

-Deberías hacerlo... a lo mejor puedes hacer que estéis juntos... a lo mejor el quiere estar a tu lado...-

Rin realmente sabía como consolarme, pero en ese momento no lo veía, todo el valor que había reunido se había esfumado. Pero Rin tenía razón, ya no tenía nada que perder, si me rechazase la distancia entre los dos sería un alivio. Dejé de llorar poco a poco y me sequé las lágrimas que aún tenía por las mejillas.

-Gracias Rin...-

-No tienes que darlas Haru.- Me dedicó una tierna sonrisa la cual le devolví y nos levantamos de la cama. -Venga, vamos a la fiesta.-

-Sí.-

Solo Es Una PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora