Capítulo XXI. Embrujad@

12.9K 966 113
                                    

Canción: "I Put A Spell On You" (Yo puse un hechizo en ti) By Annie Lennox

"Sexualmente me enloqueces,
Sentimentalmente me enamoras.

Yo solo quiero darte el mundo, todo y cualquier cosa que quieras, y cuidarte de ello. También mantenerte segura...

Quiero perseguir el amanecer contigo...

Quiero que tu mundo empiece y termine conmigo..."

Christian Grey

"Me coge las manos, me atrae hacia él y yo me dejo caer en sus brazos, mi lugar preferido en todo el mundo"

Anastasia Steele

50 Sombras de Grey
E.L.James

Anne:

Me subo a la motocicleta con Dom. Irremediablemente necesito meter mis manos en la parte interna de su sobretodo. El frío está jodidamente insoportable.

―Anne. Tienes las manos como hielo.

―Bueno y por qué crees que las metí aquí adentro ―pellizco su abdomen y él se encrespa de inmediato. Sonrío.

―No hagas eso. Voy a encender la moto y me desconcentras.

―Vale. Me quedo como niña buena ―Dom ladea un poco su cabeza. Acerco mi rostro más a él para escuchar que va a decir.

―De buena ya no te queda nada ―susurra. Palmeo su abdomen para que deje de decir esas cosas, igual Dom no le presta atención a lo que hago ya que de su garganta sale una carcajada estruendosa―. Dame un beso pequeña bruja ―hago lo que me pide. Acomodo mi trasero en este asiento y abrazo a Dom sin sacar las manos de ese sitio cálido en donde las tengo resguardadas―. ¡¿Lista?!

―Lista.

Dom enciende la moto y yo cierro los ojos con fuerza. Todavía le temo a estás cosas. Además que quiero ahorcar a Dom, no trajo el casco y se supone que eso forma parte de su seguridad. Según él, no vino con intenciones de que saliéramos juntos de aquí pero eso no es excusa, tiene que usarlo y punto.

Apoyo mi frente sobre su ancha espalda y siento como la velocidad nos embarga. Una que otra vez apoyo mi mejilla, cambio de posición pues, no es que me moleste la anterior si no que me da terror despegarme mucho de su espalda, además que siento la nariz congelada por el frío. Casi todo el trayecto mantengo los ojos cerrados, lo hago por dos cosas; primero, Dom va muy rápido o yo lo siento así y segundo, la brisa reseca mis ojos y es la cosa más desagradable que hay en el mundo, ni siquiera sé cómo él puede conducir esta mierda sin casco ni lentes, quizá todo sea cuestión de costumbre.

Cuando siento la disminución de la velocidad abro mis párpados. Estamos cerca de su casa, reconozco el lugar. Veo que aparca frente a una pequeña casa de ladrillos rojos, frunzo el ceño ¿Que hacemos aquí?

―Llegamos. ―Espeta. Me encojo de hombros, libero su cuerpo y al sacar mis manos las acerco a mi cara para darme un poco de calor. Tomo mi bolso, que lo tenía entre mis piernas y Dom, y me bajo de la moto.

―Tienes las mejillas y la punta de la nariz roja. Estás helada ¿Cierto? ―Su voz me atrapa de sorpresa por lo que asiento.

Observo con detenimiento lo que hay frente a mis ojos, es una casa de ladrillos rojos y doble planta. La entrada está a la izquierda, una puerta de madera con barniz blanco es la que da acceso al lugar, unas pequeñas escaleras ―que están al pie de la puerta― te invita a subirlas. Veo un pequeño pino verde a la derecha y alguna que otra flor que desconozco. Dos ventanas blancas ―muy similares al diseño de la puerta― están en el mismo sitio del pequeño jardín. Al parecer no tiene cochera o algo así porque no la diviso por ningún lado.

Tú, Sabes Bien ©Where stories live. Discover now