Capítulo 1: El principio del fin

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Desperté gritando. Estaba cubierta de sudor. Miré alrededor, estaba en mi habitación. De pronto se abrió la puerta y apareció mi hermano.

-¿Otra vez?

Asentí con la cabeza. Mi hermano tenía veinte años, me sacaba dos y medio, y me cuidaba como si fuera su hija, una niña indefensa. Se tumbó junto a mí en la cama como siempre hacía y apoyé mi cabeza en su pecho. Escuchar los latidos de su corazón me ayudaba a relajarme.

- ¿Qué era esta vez?

- Era... eras tú... -aún me temblaba la voz al recordarlo. -Nos perseguían... ¡Parecía tan real!

- Tranquila, tranquila... -me susurró mientras me acariciaba el pelo. -¿Qué pasaba después?

- Tú... te disparaban... en la cabeza -comencé a llorar.

- Mírame -dijo alzándome la barbilla. - Estoy bien, ¿de acuerdo? Estamos bien y vamos a estar bien, ¿vale? Estamos juntos.

Asentí y le abracé con fuerza. Podía oír los truenos de la tormenta que arreciaba en el exterior, haciendo que temblasen cielo y tierra.

- Me siento estúpida. Me estoy volviendo loca...

- No eres ni una estúpida ni una loca. Eres mi hermana y eso es suficiente -me sonrió. - Vamos, lo que necesitas es desayunar. Mamá ya ha preparado el desayuno.

Fuimos a la cocina y en la mesa había tres vasos de leche solo llenos hasta la mitad y tres rebanadas de pan duro en el centro. Nos sentamos a la mesa.

- Cada vez nos dan menos -me quejé.

- Debemos dar gracias -dijo mi madre. Ella siempre dando gracias.

Mojé el pan en la leche y le dí un mordisco. No es que fuera un manjar pero era más que aceptable en aquellos momentos.

- Mamá, he encontrado otro trabajo -dijo mi hermano mientras devoraba su rebanada de pan.

- ¿Otro? Cariño, ya son tres. No puedes matarte trabajando.

- Sería por la noche los martes y los miércoles. Algo es algo.

- ¡No puedes compaginar tantos trabajos, te volverás loco!

- Mamá, tenemos que comer, pagar la casa, la luz, el agua...

- Lo sé, pero no puedes continuar así...

- ¿Y sus medicinas? -dijo señalándome con la cabeza. -¿Quién las paga? Además no es nada fácil conseguirlas.

- Quizá deberíamos empezar a prescindir de ellas...

- ¿Y que no pueda ni dormir? No.

- Yo podría buscar algún trabajo... -intervine.

- No. En tu estado es mejor que te quedes aquí. No sabes cómo es el exterior... No quiero que respires ese aire y empeores.

- Pero si tenemos mascarillas...

- Pero no tenemos dinero para comprar más filtros.

Nos quedamos en silencio. Terminé mi desayuno y me levanté para fregar el vaso. De pronto escuchamos un fuerte golpe en la puerta.

- ¡ABRAN LA PUERTA!

Mi madre le dirigió una mirada de pánico a mi hermano.

- ¿Qué ocurre? -pregunté confundida.

Mi hermano se levantó de inmediato al escuchar otro golpe.

- Mamá, marchaos por la puerta de atrás -dijo mientras levantaba un tablón del suelo y sacaba una escopeta.

- ¡No, de ninguna manera!

- ¡HE DICHO QUE OS VAYÁIS!

- ¿Qué ocurre? -pregunté asustada.

- ¡AHORA! -mi hermano nos empujó hacia el pasillo de la casa.

Justo en ese momento la puerta cedió y aparecieron varios hombres armados. Mi hermano comenzó a disparar y varios hombres cayeron al suelo. Entonces uno de ellos le atestó un golpe con la parte trasera de su rifle en la sien. Me solté del agarre de mi madre, que tiraba de mí hacia la salida, y corrí hacia él. Mi hermano se incorporó y uno de los hombres le disparó en la cabeza. Ocurría a cámara lenta. Vi cómo mi hermano ponía los ojos en blanco y después caía al suelo. Grité. Un hombre me cogió del pelo y otro me amarró las muñecas impidiendo que me moviese. Giré la cabeza y vi que disparaban a mi madre. Después noté un frío roce en mi cuello y todo se convirtió en oscuridad.

Dime Quién Soy [1a parte]Where stories live. Discover now