Capítulo I - Nueva York

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—Un placer —dijimos al unísono.

—Espero no verte para cuando vuelva —amenazó—. Para cualquier cosa te dejo mi número, ¿de acuerdo?

Tras una breve despedida de ambos, aunque algo fría por parte de esa mujer, decidí que lo mejor sería ir a casa de Carlo y descansar. Volvería por la noche y haría compañía a mi madre entonces.

Cogí la bolsa que había dejado en la silla contigua, la cual contenía una cámara de fotos profesional, y me encaminé a la entrada.

Caminé hasta el metro con lentitud, apreciando el hermoso paisaje, los colores de la ciudad, su movimiento y, por algún motivo, no dejaba de pensar en la mirada azul de la hermana de Blake. Había algo en esa mujer que me había causado una fuerte impresión, pero no tenía tiempo para pensar en mujeres.

Llegué a la boca del metro en hora punta, con la gente entrando y saliendo sin importar con quien chocara. Rápidamente el olor penetrante que desprendían los trenes entró por mi nariz, provocando una ligera sensación de ahogo.

Me escabullí entre la gente, intentando confundirme entre grandes grupos con la intención de pasar las barreras de seguridad sin pagar.

«Si algún día tengo dinero prometo hacer un donativo al metro» pensaba cada vez que me colaba en algún transporte público.

Visualicé un grupo de personas que iba con prisa y me escurrí detrás del último de la fila, con la fortuna de pasar detrás de él sin que se diera cuenta. Una vez tuve la seguridad de no haber sido visto, corrí hasta el metro que ya avisaba el cierre de sus puertas. Entré por los pelos en uno de los vagones y me senté junto a un hombre gordo que sudaba por todas partes, y leía el New York Times.

Al otro lado del vagón había una mujer con un bebé en brazos, mirando a la criatura con auténtico deleite. No pude evitar sacar mi cámara de fotos y tomar un par de fotografías que, más tarde, añadiría a mi colección.

—Disculpa —se hizo notar una mujer en frente de mí—, ¿eres fotógrafo?

—Sí, señora —respondí extrañado a la pregunta.

La mujer se levantó y se acercó a mí con una enorme sonrisa. Iba vestida de forma elegante pero informal, por lo que me dio a entender que iba o venía de trabajar.

—Soy Karen Font —se presentó—, y trabajo para el Journal All Love.

*** *** ***

Había reservado mesa en un restaurante próximo a Central Park, relativamente cerca del edificio en el que se encontraba mi bufete de abogados.

—¿Quién era ese con el que estabas? —quise saber una vez las bebidas estuvieron servidas.

—Ya te lo he dicho —respondió, dándole un sorbo a su agua con gas—. Su nombre es William Knox y su madre lleva tanto tiempo ingresada en el hospital que...

—¿Está grave? —pregunté.

—Sí, mis colegas y yo sólo esperamos el trágico desenlace.

Algo en mí se estremeció al oír esas palabras.

Desde la muerte de mi padre había creado una coraza a mi alrededor, excepto con mis seres queridos, que me había permitido llegar a lo más alto de mi carrera con apenas veintiséis años. Sin embargo, no podía evitar sentir que mi escudo se desquebrajaba cada vez que mi hermano me contaba algún caso como el de ese hombre.

La comida transcurrió con normalidad, hablando de cosas banales, como nuestros trabajos, o de nuestras familias.

—¿Cómo está mamá? —Preguntó Blake.

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